Mamta Bai, de 36 años, recuerda claramente la primera vez que la policía acudió a su aldea en el centro de India: fue en diciembre de 2014, su vecina había quedado inconsciente tras recibir una golpiza de su marido alcoholizado, y ella tuvo que realizar una llamada de auxilio a la comisaría más cercana.
Los oficiales retiraron al agresor de su casa y le preguntaron a las mujeres presentes si querían que lo detuvieran. Sí, respondieron al unísono.
Pero primero pidieron que lo dejaran atado a un poste en medio de la aldea dentro del municipio rural de Betul. “Queríamos que todos vieran lo que le pasaría a los golpeadores que agredían a sus esposas de aquí en adelante”, recordó Mamta Bai, quien se desempeña como “kanooni sakhi” (amiga legal, en hindi) en la organización Narmada Mahila Sangh (NMS).[pullquote]3[/pullquote]
La agrupación, que ayuda a las víctimas de violencia machista a buscar justicia, está presente en 213 pueblos del central estado de Madhya Pradesh.
A sabiendas de que el abusador pasaría unas pocas noches en prisión y volvería a su casa y a los mismos hábitos, las mujeres unidas lograron que el hombre le firmara una carta al jefe de policía en la que se comprometía a nunca más volver a golpear a su esposa.
“Queríamos que aprendiera la lección. La detención y la humillación de estar atado a un poste a la vista de todos le dio miedo”, relató Santri Bai, otra integrante de NMS. “Ahora lo sabe, somos 42 mujeres dispuestas a mandarlo a prisión si vuelve a golpear a su mujer”, subrayó.
Tortura, quemaduras, muerte
NMS trabaja en los distritos (municipios) de Betul y Hoshangabad en Madhya Pradesh, un estado con un grado de violencia de género excepcionalmente alto, con 62 por ciento de las mujeres víctimas de alguna forma de abuso, 10 puntos por encima del promedio nacional de 52 por ciento.
Los abusos incluyen violencia sexual, violación marital, asesinato, golpizas, asesinatos por asuntos vinculados a la dote, y en el caso de mujeres acusadas de brujería, tortura y quemaduras.
Entre 2013 y 2014, el estado registró 10.000 actos de violencia contra mujeres, 4.000 de los cuales ocurrieron en Betul.
Pero NMS no se fundó en 2002 para frenar la violencia de género, sino para ayudar a las mujeres a lograr el empoderamiento económico.
Según la Comisión de Planificación de India, 35 por ciento de la población de Madhya Pradesh vive en condiciones de extrema pobreza, superando el promedio nacional de 25 por ciento. Es decir que 30 millones de personas viven con menos de 1,25 dólares al día.
“Comenzamos a participar en reuniones y visitar nuestras casas para discutir distintas formas de ingresos y nos interesamos en asuntos familiares, como la educación de los hijos”, relató Asha Ayulkar, de la aldea de Chiklar, cerca de Betul.
“Los hombres se enfurecieron porque lo vieron como un desafío a su autoridad y un rompimiento con la tradición, y las golpeaban como castigo”, subrayó.
En 2013, con 9.000 integrantes, NMS comenzó su cruzada con el convencimiento de que la situación de las mujeres no mejoraría si no se atendían al mismo tiempo los valores patriarcales profundamente arraigados.
Educación colectiva, apoyo comunitario
El primer objetivo fue asegurar la capacitación, ya que muchas mujeres en áreas rurales apenas tienen educación formal, cuanto menos un conocimiento legal especializado.
La alfabetización en Madhya Pradesh ronda 70 por ciento de su población, pero cae a 60 por ciento en el caso de las mujeres, lo que tampoco refleja la realidad, pues muchas adolescentes suelen abandonar la escuela antes de terminar la secundaria.
Con ayuda de organizaciones de la sociedad civil como Prada, 30 integrantes de NMS se capacitaron en asuntos parajudiciales y luego se conviertieron en talleristas que capacitaron a otras mujeres sobre leyes y políticas vigentes y sobre cómo realizar una investigación básica antes de recurrir a la policía.
“También aprendimos sobre cómo hablarle a una sobreviviente y ayudarla, una Kanooni Sakhi debe reunirse con ella a solas, mirarla a los ojos y ser firme, pero comprensiva”, explicó a IPS.
“Aprendimos sobre el Código Penal y sus artículos vinculados a la tortura, la agresión, la violación y la muerte relacionada con la dote”, acotó Ayulkar, quien tiene 50 años y a pesar de solo estudiar hasta sexto grado, actualmente es la especialista parajudicial más respetada del distrito y con un éxito superior a 80 por ciento de los casos.
Menos burocracia
La iniciativa puede parecer pequeña dada la generalización de la violencia machista en este país de 1.200 millones de habitantes.[related_articles]
El abuso sexual y físico está muy subregistrado en toda India. Un estudio de la revista American Journal of Epidemiology reveló que solo dos por ciento de las víctimas denuncian episodios violentos.
Parte de la explicación puede ser la lamentable escasez de condenas. La Oficina Nacional de Registro de Delitos estima que solo 30 por ciento de los casos terminan en una pena. Es decir que siete de cada 10 imputados quedan libres.
Y aun los condenados quedan libres a los pocos años, o a veces, incluso, a los pocos días.
“NMS capacita a las mujeres sobre cómo realizar la denuncia, cómo pedir un abogado público cuando no pueden pagarse uno y cómo realizar un seguimiento de su expediente mediante la ley de Derecho a la Información”, dijo Mamta Bai a IPS.
“Las mujeres ahora llevan registros de cada caso”, relató Angana Gupta, directora adjunta de L&T Finances, una de las organizaciones asociadas con Prada.
Repercusión social
El aprendizaje de cuestiones legales resultó ser la parte más fácil, lo más difícil fue, y sigue siendo, cambiar los comportamientos y actitudes sociales en las áreas rurales.
Ramvati Bai, de la aldea de Bakud, era una viuda con dos hijos que tuvo que soportar durante tres años los abusos sexuales y las agresiones de su suegro hasta que juntó valor para denunciarlo, pero la policía consideró que se trataba de un “asunto familiar”.
Con ayuda de NMS, la policía registró la denuncia y detuvo al hombre. Pero la familia se puso en contra de Ramvati y la echaron de su casa. Por suerte pudo rehacer su vida gracias a la ayuda de esta organización.
Pero Nirmala Bai, de 28 años, no tuvo la misma suerte. Murió en 2013 presuntamente estrangulada por su esposo, quien luego le prendió fuego. La policía detuvo al hombre, quien fue acusado de incitar al suicidio, pero le otorgaron la libertad condicional.
Aunque NMS no se detuvo y buscó justicia para Nirmala, finalmente tuvo que abandonar el caso porque su familia se negó a declarar como testigo.
Las integrantes de NMS no se dejan desanimar por esos reveses. Mantienen los programas de microcrédito y defienden a quienes necesitan su ayuda.
“Queremos una vida digna y libre de violencia”, subrayó Ramvati Bai en conversación con IPS. “No hay nada más importante que eso”, acotó.
Editado por Klanya D’Almeida / Traducido por Verónica Firme