Una marcha de cuatro días desde la periferia de Israel a los pasillos del poder en Jerusalén para reclamar el reconocimiento oficial de 46 aldeas beduinas en el austral desierto de Néguev adquirió un inédito valor simbólico.
La marcha, que comenzó en la aldea no reconocida de Wadi Al Nam, en el Néguev, terminó el 29 de marzo con la entrega de un “Plan maestro alternativo para las aldeas beduinas no reconocidas” en la oficina del jefe de Estado israelí, Reuven Rivlin, en Jerusalén.[pullquote]3[/pullquote]
En la ocasión, dirigentes beduinos y cientos de representantes de organizaciones no gubernamentales (ONG) fueron acompañados por miembros árabes e israelíes del parlamento israelí pertenecientes a la Lista Conjunta, una alianza política integrada por los cuatro partidos mayoritariamente árabes en Israel, Hadash, la Lista Árabe Unida, Balad y Taal.
«Dado que la Lista Conjunta es más fuerte ahora y que tenemos un objetivo común, pensamos que podemos presionar con más eficacia al parlamento y al gobierno para encontrar una solución justa para la gente de las aldeas no reconocidas», señaló Fadi Masamra, del Consejo Regional de Aldeas No Reconocidas (CRANR), una organización que defiende los derechos de la comunidad beduina.
El objetivo común es el reconocimiento oficial de las 46 aldeas beduinas no reconocidas del Néguev que no están representadas en los mapas ni reciben servicios básicos, como agua corriente o electricidad.
En 2011, el gobierno israelí aprobó un plan unilateral, conocido como el Plan Prawer, para «regularizar los asentamientos beduinos» en un plazo de cinco años mediante la demolición de las aldeas no reconocidas y la reubicación forzosa de su población a nuevas localidades. La propuesta provocó el rechazo generalizado y finalmente se archivó en 2013.
Los activistas se enorgullecen de que fueran las manifestaciones de la gente en la calle y no los legisladores en el parlamento quienes detuvieron al Plan Prawer. Pero ahora dicen que la cooperación de las ONG y la Lista Conjunta pretende salvar esa brecha entre el movimiento popular y la clase política.
«Estoy muy orgullosa de que la Lista Conjunta convocara a esta marcha”, dijo Hanan al Sanah, del movimiento feminista Sidre, mientras caminaba con los manifestantes. «Demuestra que su compromiso es real y que no olvidaron su promesa electoral. Están visibilizando la cuestión del reconocimiento y pueden aprovechar la movilización que se ha producido durante años en la comunidad”, agregó en diálogo con IPS.
Las organizaciones no gubernamentales también trabajan sin descanso en el Néguev, no solo para movilizar a los beduinos contra el Plan Prawer sino también para producir literatura, informes y campañas que discrepen con la clasificación oficial de la presencia beduina en el desierto como «ilegal».
Al reformular el asunto del reconocimiento en torno a los derechos a la tierra, los derechos humanos y la igualdad, lograron interesar al público judío e internacional y darle forma al debate social.
Las ONG también emplean una poderosa herramienta estatal, la cartografía, para proponer la solución del Plan maestro alternativo, que revela un mapa diferente del Néguev en el cual las aldeas no reconocidas están «legalizadas» y pueden acceder a las mismas oportunidades de desarrollo que sus vecinos judíos.
El plan fue elaborado por un equipo dirigido por Oren Yiftachel, profesor de geografía política, planificación urbana y políticas públicas en la Universidad Ben Gurión del Néguev, en colaboración con CRANR y Bimkom, una organización que promueve la igualdad en la planificación.
«Intentamos presentarle a la gente una narrativa diferente en función de la historia, los hechos, los derechos jurídicos y las normas internacionales de derechos humanos. Trabajamos durante tres años en el Plan alternativo y creamos un escenario diferente para el futuro”, explicó Yiftachel.
Aunque Yiftachel admite que desde que el Plan se presentó por primera vez en 2012 fue en gran medida ignorado por el parlamento, no obstante cree que las actitudes han cambiado y que las OSC deben continuar presionando por el cambio.[related_articles]
«Después de todo, la solución está demorada ya que el futuro de las aldeas no reconocidas, y de los 100.000 beduinos que viven en ellas, sigue siendo incierto», observó. “Es importante recordar que el Estado no es un cuerpo homogéneo. Hay gente dispuesta a considerar el reconocimiento», aseguró.
Para las ONG y los activistas que trabajan día a día en el terreno, la movilización sigue siendo clave. «Yo diría que el verdadero reto sigue siendo la movilización, tanto de la población judía como de la beduina”, destacó Michal Rotem, del Foro de Coexistencia del Néguev, una organización árabe-judía que trabaja en las aldeas no reconocidas.
«Los políticos van y vienen, pero la función de las ONG es sumar más comunidades y grupos a la lucha y mantener el compromiso”, comentó.
Para Aziz Abu Madegham Al Turi, de la aldea no reconocida de Al Araqib, la colaboración con las ONG es importante para traer gente nueva al Néguev y colaborar en acciones que repercutan más allá del desierto. «Cuanto peor se pone, más unidos estamos», afirmó.
«El Estado trata de separarnos pero nos conectamos a través de distintas organizaciones y comités y así encontramos fuerzas nuevas. Nos unimos para apoyarnos unos a otros», añadió.
Amir Abu Kweider, un destacado activista en la campaña contra el Plan Prawer, considera que la llegada de la Lista Conjunta es una ocasión para formar nuevas alianzas. «Tenemos que intensificar los esfuerzos para proteger nuestros derechos contra la legislación racista y alcanzar a nuevos públicos israelíes», señaló.
En este sentido, la marcha puede considerarse un éxito. Tamam Nasra, por ejemplo, viajó desde el norte de Israel para la ocasión. «Los árabes del sur no son distintos a mí. Sus problemas son mis problemas. Su opresión es mi opresión. Por eso respondí a la convocatoria de Ayman Odeh», el líder de la Lista Conjunta, indicó a IPS.
Omri Evron, un elector de la Lista Conjunta de Tel Aviv, también marchó por un sentido de responsabilidad colectiva. «No es posible que en 2015 en Israel haya personas que en la práctica no son reconocidas por el Estado. Esto tiene que cambiar”, exhortó.
Editado por Phil Harris / Traducido por Álvaro Queiruga