El rápido aumento de las enfermedades no transmisibles (ENT) en las islas del Pacífico, que causan 75 por ciento de todas las muertes, es uno de los mayores obstáculos al desarrollo de estos territorios, advierten los ministros de salud de la región.
El Pacífico occidental tiene la prevalencia regional de diabetes más alta del mundo. La enfermedad se ve agravada por los malos hábitos alimenticios, la obesidad y el sedentarismo, según la Fundación Internacional de la Diabetes. Las tasas nacionales de prevalencia llegaron a 25 por ciento en Islas Cook, 29 por ciento en Tokelau y 37 por ciento en Islas Marshall.[pullquote]3[/pullquote]
La diabetes se manifiesta cuando el páncreas no produce suficiente insulina para regular los niveles de azúcar en la sangre. La enfermedad puede provocar problemas de circulación sanguínea y daño al sistema nervioso, el corazón, los ojos y los riñones. Esto aumenta el riesgo de ceguera, accidentes cerebrovasculares y la amputación de miembros, comúnmente los pies y las piernas.
Los expertos están cada vez más preocupados por el impacto de la enfermedad sobre la tasa de discapacidad de la población, en particular por la amputación de extremidades y la ceguera que amenazan con socavar los esfuerzos para reducir la pobreza y la desigualdad.
En Papúa Nueva Guinea, un estado insular con más de siete millones de habitantes, «la diabetes aumenta su prevalencia en la población general, incluso en niños de 12 años o menores, y la amputación de miembros es conocida en adultos de apenas 23 años”, indicó Gerard Saleu, enfermero del local Instituto de Investigación Médica.
«No todos pueden adquirir sillas de ruedas o ayudas visuales o para caminar», añadió.
Las ENT se incrementaron notablemente en las islas del Pacífico a partir de la década de los 70, según los expertos.
La incidencia de la diabetes tipo 2 en Apia, la capital de Samoa, aumentó de 8,1 por ciento a 9,5 por ciento en los hombres y de 8,2 por ciento a 13,4 por ciento en las mujeres, entre 1978 y 1991.
Gran parte de la culpa se atribuye al atractivo del estilo de vida consumista y a la creciente importación de alimentos procesados con alto contenido de grasa y azúcar.
Las dietas locales, que originalmente eran a base de pescado fresco, verduras y frutas, incluyen ahora un alto consumo de fideos instantáneos, galletas envasadas y bebidas carbonatadas.
Menos de 10 por ciento de los adultos en Kiribati, Nauru, Islas Marshall, Papúa Nueva Guinea e Islas Salomón ingieren dietas con los nutrientes suficientes, y más de 60 por ciento son obesos en Samoa Americana, Tokelau, Islas Cook y Tonga, según la Secretaría de la Comunidad del Pacífico.
La creciente urbanización aceleró la propensión a los factores de riesgo de las ENT, como la disminución de la actividad física diaria. Un estudio realizado en Fiyi, que tiene 881.000 habitantes, reveló que la diabetes afecta a 11,3 por ciento de las mujeres de los centros urbanos, en comparación con 0,9 por ciento en las zonas rurales.
En el mundo, las ENT, como la diabetes, son responsables de aproximadamente 66,5 por ciento de todos los años vividos con discapacidad.
«En nuestros hospitales del Pacífico se realizan muchas amputaciones cada día y la gente pierde la vista constantemente por la diabetes», destacó un portavoz del Foro de Discapacidad del Pacífico, con sede en Fiyi.
Hasta 47 por ciento de la población de diabéticos en las islas del Pacífico experimentan pérdida de la vista, mientras que 17 por ciento requieren amputaciones, informa el Foro de las Islas del Pacífico.
De 2010 a 2012, el principal hospital de Fiyi realizó 938 amputaciones de miembros inferiores derivadas de la diabetes. La mayoría de los amputados eran mayores de 45 años, pero más de 100 tenían entre 25 y 44 años.
Mientras tanto, el principal hospital de Tonga, donde viven unos 103.000 habitantes, tuvo un aumento de 400 por ciento en este tipo de amputaciones en la última década.
La consiguiente pérdida de movilidad, la disminución de la participación económica y el incremento de los gastos médicos del hogar perpetúa las penurias y la desigualdad, especialmente para aquellas familias que ya tienen necesidades económicas.[related_articles]
Para muchos isleños con discapacidad, «la mayoría de los edificios públicos no son accesibles, los empleadores no tienen instalaciones razonables en el lugar de trabajo y muchos no están aptos para trabajar, lo que es una pérdida de ingresos para la familia», destacó el portavoz del Foro de Discapacidad del Pacífico.
Aunque la sensibilización y la voluntad política para abordar las necesidades de las personas con discapacidad, que son cerca de 17 por ciento de la población de la región, está creciendo, estas siguen siendo «de las más pobres y marginadas de sus comunidades… con acceso limitado a la educación, el empleo y los servicios sociales básicos, lo que conduce a la exclusión social y económica y perpetúa la pobreza», según el Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas.
En Fiyi, por ejemplo, se calcula que 89 por ciento de las personas con discapacidad están desempleadas.
También escasean los servicios de rehabilitación para ayudar a aquellos con deterioro relacionado con la diabetes, añade el Foro de Discapacidad del Pacífico.
El costo que las ENT tienen en las islas del Pacífico representa una significativa carga económica para los servicios de salud pública.
La diálisis por insuficiencia renal derivada de la diabetes en Samoa ascendía a 38.686 dólares por paciente por año en 2010-11, y el costo total para el Estado representaba más de 12 veces el ingreso nacional bruto por habitante del país, según el Banco Mundial.
Dado que los estados insulares del Pacífico cubren los gastos de 90 por ciento de los servicios nacionales de salud, su capacidad de aumentar el gasto sanitario para hacer frente a una epidemia de ENT es prácticamente nula.
Los ministros de salud de la región impulsan una estrategia de prevención y control, en la que participen el gobierno y la sociedad.
Eso implica examinar las prácticas de la industria alimentaria en aras de una mejor salud pública. Samoa, Nauru e Islas Cook gravaron con impuestos a los alimentos y bebidas con alto contenido de azúcar, y 11 países de la región desarrollaron planes para reducir el nivel de sal en la comida.
Edición de Kanya D’Almeida / Traducción de Álvaro Queiruga