Lo peor del conflicto armado en Siria, que ya lleva cuatro años y les costó la vida a más de 200.000 personas, es el uso de las improvisadas pero letales bombas de barril que provocan miles de muertes y violan las resoluciones de la ONU, denuncia un informe publicado el martes 24 por Human Rights Watch (HRW).
Mediante el estudio de imágenes satelitales, la organización de derechos humanos con sede en Estados Unidos identificó más de 1.000 sitios que sufrieron daños de gran magnitud en la norteña gobernación de Alepo y en más de 450 lugares en 10 ciudades y pueblos en poder de grupos rebeldes en Daraa, en el sur, entre febrero de 2014 y enero de este año.[pullquote]3[/pullquote]
“Las características de los daños en las zonas de impacto coinciden sustancialmente con los que provocaría la detonación de municiones de gran tamaño arrojadas desde el aire, incluidas bombas de barril improvisadas y convencionales lanzadas desde helicópteros. También es posible que en algunos casos los daños sean el resultado de proyectiles, misiles o explosivos aire-combustible», explica el informe.
Según HRW, las bombas de barril son armas altamente explosivas y no dirigidas, de fabricación barata, producidas en el país y, por lo general, armadas con grandes tambores de aceite, cilindros de gas y tanques de agua. Estos se llenan de explosivos de gran potencia y chatarra para aumentar la fragmentación y luego son arrojados desde helicópteros a gran altura.
IPS le preguntó a Philippe Bolopion, director de HRW ante la ONU (Organización de las Naciones Unidas), si los explosivos en las bombas de barril son originarios de China o Rusia, dos fuertes aliados políticos y militares del gobierno sirio del presidente Bashar al Assad.
«No estamos en posición decir de dónde vienen los explosivos de alto impacto pero las bombas de barril son bastante primitivas y se hacen con materiales que son fáciles de encontrar», explicó.
Aunque el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, aboga por una solución política y no militar a la guerra civil en curso en el país, tanto el gobierno sirio como las múltiples fuerzas rebeldes continúan intensificando las hostilidades mediantes ataques aéreos y fuego de artillería, lo que dificulta la entrega de la ayuda humanitaria .
El Consejo de Seguridad de la ONU, compuesto por 15 estados miembros, está en un punto muerto sobre Siria, así que hay poca o nula esperanza de que China y Rusia, dos de sus cinco integrantes con poder de veto, cedan o penalicen al régimen de Assad, a pesar de que ya existen varias resoluciones sobre el conflicto.
«Esperamos que cumplan su propia resolución e impongan consecuencias al régimen por burlarse del Consejo de Seguridad», destacó Bolopion.
«Lamentablemente, cuando se está masacrando a miles de civiles, tenemos que seguir enfrentando al Consejo de Seguridad, y a Rusia y China en particular, a sus responsabilidades, sin importar lo inútil que pueda parecer», respondió a la pregunta si las protestas de HRW y otras organizaciones de derechos humanos son de alguna utilidad.
«Durante un año, el Consejo de Seguridad no ha hecho nada para detener la campaña asesina de bombardeos aéreos de Bashar al Assad en las zonas controladas por los rebeldes, que ha aterrorizado, asesinado y desplazado” a la población civil, subrayó Nadim Houry, subdirector para Medio Oriente y el Norte de África de HRW.
«Mientras se habla del posible cese temporal de los bombardeos en Alepo, la pregunta es si Rusia y China finalmente habrán de permitir que el Consejo de Seguridad… imponga sanciones para detener las bombas de barril», añadió.
Está previsto que el Consejo de Seguridad sesione este jueves 26 para su próxima ronda de presentación de informes sobre la resolución 2139 del 22 de febrero de 2014, que exige que todas las partes del conflicto en Siria cesen el uso indiscriminado de las bombas de barril y otras armas en las zonas pobladas.
En un comunicado difundido el martes, HRW añadió que también grupos armados no estatales perpetraron ataques indiscriminados, incluso con coches bomba y explosivos en zonas controladas por el gobierno.[related_articles]
El Consejo de Seguridad debería aplicar un embargo de armas al gobierno y a los grupos rebeldes implicados en ataques generalizados o sistemáticos, recomendó la organización.
Los ataques del gobierno provocaron la muerte y lesiones a miles de civiles en territorio controlado por los rebeldes, según los investigadores.
La organización independiente siria Centro de Documentación de Violaciones a los derechos humanos documentó 609 muertes de civiles, entre ellos 203 niñas y niños y 117 mujeres, en Daraa debido a los ataques aéreos entre el 22 de febrero 2014 y el 19 de febrero de este año.
En el mismo período documentaron 2.576 muertes de civiles en la gobernación de Alepo tras los bombardeos, entre ellos 636 niñas y niños y 317 mujeres.
Aunque las muertes por ataques aéreos no son provocadas exclusivamente por las bombas de barril, los habitantes del territorio controlado por los rebeldes en Daraa y Alepo dijeron a HRW que este tipo de armas constituyen la mayoría de los bombardeos.
El 20 de este mes, Ban llamó a todas las partes a reducir de inmediato la intensidad del conflicto con el fin de darles un alivio a los civiles que tanto han sufrido en Siria. Ese es un paso muy necesario para hallar una solución política al conflicto, añadió.
El enviado especial de la ONU, Staffan de Mistura, dijo al Consejo de Seguridad el 17 de febrero que el gobierno sirio se comprometió a suspender todos los ataques aéreos y fuego de artillería en la ciudad de Alepo por un período de seis semanas.
Esto con el fin de permitir que la ONU ponga en práctica un proyecto piloto de entrega sin interferencias de la ayuda humanitaria, comenzando en un distrito de Alepo y siguiendo por los demás.
«Este es un conflicto político. El cese de la matanza, revertir la creciente fragmentación de Siria requieren un proceso político, basado en la plena aplicación del comunicado de Ginebra de 2012, que aborda las raíces profundas del conflicto y cumple con las aspiraciones de todos los sirios», sostuvo Ban.
Editado por Kitty Stapp / Traducido por Álvaro Queiruga