Este martes concluyó en la capital austríaca la conferencia sobre el impacto humanitario de las armas nucleares, pero antes la ciudad recibió a activistas de todo el mundo para un foro de la sociedad civil organizado por la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares (ICAN, en inglés).
Una cuestión apremiante que se discutió durante el foro en Viena, celebrado el sábado 6 y domingo 7, fue la demanda judicial que Islas Marshall presentó en la Corte Internacional de Justicia (CIJ) en abril de 2014 contra Estados Unidos y ocho países más que poseen armas nucleares, por las más de 60 pruebas nucleares que se realizaron en el territorio del pequeño Estado insular entre 1946 y 1958.[pullquote]3[/pullquote]
Islas Marshall fue elegido porque estaba en una zona aislada del mundo, pero también porque en su momento también era un Territorio en Fideicomiso de las Islas del Pacífico gobernado por Estados Unidos. El país logró la autodeterminación en 1979, y la plena soberanía en 1986.
Sus habitantes no fueron informados de los ensayos nucleares, ni se les pidió su consentimiento, y por mucho tiempo no se dieron cuenta del daño que sufrirían.
Las consecuencias fueron graves, entre ellas el desplazamiento de la población de islas que sufrieron una radicación severa y que no podrán volver a habitarse durante miles de años, además de anomalías congénitas y cáncer. Los Estados responsables rechazaron que los ensayos fueran perjudiciales y se negaron a brindar la atención médica necesaria.
Castle Bravo era el nombre clave que Estados Unidos puso a su primer ensayo de una bomba nuclear en 1954, que resultó 1.000 veces más potente que la bomba que arrojó sobre la ciudad japonesa de Hiroshima en 1945.
En el foro de la ICAN, el canciller de Islas Marshall, Tony de Brum, explicó que su país decidió la llevar la demanda a la CIJ para tomar partido por un mundo sin armas nucleares.
De Brum dijo que Islas Marshall no busca la indemnización, porque Estados Unidos ya le dio millones de dólares al territorio, pero sí quiere que los países se responsabilicen por acciones que violan el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) y el derecho internacional.
El TNP, que entró en vigor en 1970, compromete a los Estados poseedores de armas nucleares al desarme y al uso pacífico de la energía nuclear. Los nueve países que actualmente tienen arsenales nucleares son China, Corea del Norte, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, India, Israel, Pakistán y Rusia.
Aunque tras finalizar la Guerra Fría en 1989 se produjo cierto grado de desarme, estos nueve países todavía poseen 17.000 armas nucleares y gastan en conjunto 100.000 millones de dólares al año en su potencia nuclear.
El caso de Islas Marshall, que muchas veces se equipara a la lucha bíblica de David y Goliat, recibió la atención mundial y el apoyo de numerosas organizaciones, entre ellas de la Fundación por la Paz en la Era Nuclear (NAPF).
«Islas Marshall es un país pequeño, con agallas. No es un país que será intimidado, ni que se dé por vencido. Sabe lo que está en juego con las armas nucleares y está luchando en los tribunales por la supervivencia de la humanidad», dijo el presidente de la NAPF, David Krieger.
“Los habitantes de Islas Marshall merecen nuestro apoyo y agradecimiento por llevar esta lucha a… la Corte Internacional de Justicia, el tribunal más encumbrado del mundo», añadió.
Otra defensora de la causa es Soka Gakkai Internacional (SGI), una organización budista que defiende la paz, la cultura y la educación y tiene una red de 12 millones de personas en todo el mundo. El movimiento juvenil de SGI consiguió cinco millones de firmas en Japón en reclamo por un mundo sin armas nucleares.
En 2015 se conmemora el 70 aniversario de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki y se celebrará la conferencia de examen del TNP.[related_articles]
En el foro de la ICAN, De Brum exhortó a los participantes a apoyar la causa de su país. «Durante mucho tiempo el pueblo de Islas Marshall no tenía una voz con la fuerza o el volumen suficiente para que el mundo escuchara lo que les sucedió y… no quieren en lo absoluto que le suceda a nadie más», declaró.
Cuando surgió la oportunidad de presentar una demanda con el fin de detener «la locura de las armas nucleares», Islas Marshall decidió dar ese paso. «¿Si no lo hacemos nosotros, quién lo hará? ¿Si no es ahora, cuándo?”, cuestiona la demanda.
De Brum reconoció que muchos le habían aconsejado a su país que no tomara esa medida porque sería ridículo o no tendría sentido que una nación de 70.000 personas se enfrentara a los países más poderosos del planeta, en un tema tan discutido.
Sin embargo, «no hay un solo ciudadano de Islas Marshall que no se haya encontrado con una u otra consecuencia del período de ensayos… como hemos experimentado directamente los efectos de las armas nucleares sentimos que teníamos la autoridad para hacerlo”, agregó.
La Conferencia de Viena sobre el Impacto Humanitario de las Armas Nucleares es la tercera de su tipo. La primera se celebró en Oslo, Noruega en marzo de 2013, y la segunda en Nayarit, México, en febrero de 2014.
Editado por Phil Harris / Traducido por Álvaro Queiruga