El comando conjunto de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (FIAS), de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y Estados Unidos, bajó su pabellón por última vez en Afganistán el 8 de este mes después de 13 años.
La misión de la FIAS terminará oficialmente el 31 de este mes, y el 1 de enero de 2015 la reemplazará “Resolute Support” (“Apoyo Decidido”), la que tendrá un mandato más reducido para entrenar, asesorar y asistir a las Fuerzas de Seguridad Nacional Afganas.[pullquote]3[/pullquote]
El secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, prometió continuar con la asistencia en los próximos años, pero en Kabul muchos temen que el interés de los donantes en este país comience a menguar y que Afganistán probablemente salga del foco porque la historia ya ha mostrado que cuando las tropas salen de un estado, los fondos suelen llegar.
“Nos preocupa mucho la salida económica de Occidente. El país aún es frágil, por lo que creemos que la comunidad internacional debe estar comprometida con la ‘Década de la Transformación’, de 2015 a 2024, hasta que el país pueda sostenerse por sí mismo”, remarcó Mir Ahmad Joyenda, subdirector de la Unidad de Evaluación e Investigación de Afganistán (AREU), en diálogo con IPS.
El producto interno bruto (PIB) de Afganistán se multiplicó por poco más de cuatro entre 2003 y 2012, pero en gran parte el crecimiento económico se vio impulsado por la asistencia y las inversiones internacionales.
Desde la intervención encabezada por Estados Unidos en 2001, Afganistán fue el centro de importantes inversiones en seguridad y de ayuda internacional, convirtiéndolo en el principal beneficiario de la asistencia al desarrollo desde 2007, señaló Lydia Poole en “Afghanistan Beyond 2014. Aid and the Transformation Decade” “(Afganistán más allá de 2014. La asistencia y la Década de la Transformación”), un informe preparado para Global Humanitarian Assistance.
Según datos reunidos por la autora, “este país recibió 50.700 millones de dólares de asistencia oficial al desarrollo (ODA) entre 2002 y 2012, incluidos 6.700 millones de dólares de ayuda humanitaria”. La ODA “aumentó de forma sostenida de 1.100 millones de dólares, en 2002, a 6.200 millones de dólares, en 2012”.
El 4 de este mes, delegaciones de 59 países y representantes de varias organizaciones internacionales se reunieron en la Conferencia de Londres sobre Afganistán, convocada por los gobiernos de Gran Bretaña y el de Afganistán, para reafirmar los compromisos humanitarios y con el desarrollo de este país desgarrado por la guerra.
La Conferencia de Londres fue una continuación de la de Tokio, realizada en 2012, cuando la comunidad internacional prometió 16.000 millones de dólares para cubrir las necesidades económicas para el desarrollo civil hasta 2015, sobre la base de un acuerdo conocido como Marco de Responsabilidad Mutua de Tokio.
En Londres, la comunidad internacional reafirmó el compromiso de Tokio y la vaga disposición de “apoyar hasta 2017 con, o cerca de, los niveles de la década pasada”.
Pero la Conferencia de Londres “no generó nuevos compromisos de aumentar la ayuda, por lo que la caída de la renta nacional a 8,7 por ciento del PIB, por debajo del máximo de 11,6 por ciento en 2011, deja a Afganistán con una severa y creciente brecha fiscal”, remarcó John F.Sopko, inspector general especial para la Reconstrucción de Afganistán, en una reunión de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional.
Con el inminente retiro de los efectivos de la OTAN, la economía afgana ya está bajo presión. “Estimamos que el crecimiento se desplomó a 1,5 por ciento en 2014, respecto del nueve por ciento promedio de la década anterior”, indicó Sri Mulyani Indrawati, director del Banco Mundial, el 4 de este mes en Londres.
Además, muchos indicadores del Informe de Perspectiva sobre las Necesidades Humanitarias de Afganistán, de la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios, muestra que todavía hay una situación de emergencia: “1,2 millones de niñas y niños sufren malnutrición aguda; unos 2,2 millones de afganos están en situación de grave inseguridad alimentaria.
También señala que la inseguridad alimentaria afecta a casi ocho millones de personas, con otras 2,4 millones más consideradas en situación grave y 3,1 millones, moderada”.
A pesar de los muchos riesgos asociados al retiro de Occidente, Joyenda prefiere remarcar las oportunidades y abogar por un cambio fundamental de actitud: “La comunidad internacional debe aprovechar esta oportunidad para reequilibrar las prioridades: ‘menos dinero para seguridad y armas, más dinero para la reconstrucción y la cooperación civil’”, según dijo a IPS.
Desde 2011, el principal foco del gasto internacional en Afganistán se concentró casi por completo en la seguridad.[related_articles]
Cuando se alcanzó el máximo de efectivos, unos 132.000 soldados en 2011, “el gasto de las dos principales operaciones militares internacionales, –la ISAF, de la OTAN, y la Operación Libertad Duradera, encabezada por Estados Unidos– ascendió a 129.000 millones de dólares, comparados con los 6.800 millones para la ODA, y de los cuales 768 millones fueron asistencia humanitaria”, escribió Poole.
“También necesitamos alinear los fondos con la planificación económica del Estado”, indicó Nargis Nehan, director ejecutivo y fundador de Igualdad para la Paz y la Democracia, que defiende la equidad de derechos para la ciudadanía afgana, dijo a IPS.
Estos consistieron en una mezcla de componentes militares, desarrollo y civiles, combinando asistencia humanitaria y para el desarrollo con las agendas de los actores de seguridad y de política exterior.
“El marco político nunca fue el adecuado”, indicó Thomas Rutting, uno de los directores y fundadores de la Red de Analistas de Afganistán, con sede en Kabul, en diálogo con IPS.
“En los últimos años, la comunidad internacional estuvo más ocupada, al menos el gobierno, con la preparación de la salida y el diseño de una narrativa positiva, en vez de con los afganos que quedaron atrás”, apuntó.
“Afganistán ha sido un Estado rentista desde hace 150 años, y dependerá todavía un tiempo de la ayuda externa. En esta etapa tenemos que disminuir la dependencia del país en los donantes, no podemos simplemente irnos. Tenemos la responsabilidad política de cumplir con nuestros compromisos”, subrayó.
Editado por Phil Harris / Traducido por Verónica Firme