Cuba exporta carbón vegetal de plantas invasoras

Los hornos de tierra son el método más usado para hacer carbón vegetal en Cuba, como el elaborado en la Ciénaga de Zapata, en las cercanías de la oriental localidad de Playa Girón. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS
Los hornos de tierra son el método más usado para hacer carbón vegetal en Cuba, como el elaborado en la Ciénaga de Zapata, en las cercanías de la oriental localidad de Playa Girón. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

Plantas exóticas invasoras como el marabú y cítricos con plagas son la nueva materia prima en Cuba para hacer carbón vegetal, un producto artesanal muy demandado en Europa por su llama azul con poco humo y ceniza. 

En 2013, el país exportó 70.200 toneladas de biocarbón a Alemania, Bélgica, Canadá, España, Francia, Grecia, Italia, Israel, Portugal y Turquía, a unos 300 dólares por tonelada. Representó un gran salto con respecto a las más de 40.000 toneladas producidas en 2012 para el mercado interno y externo.

Este combustible renovable, muy usado en las barbacoas familiares y en la restauración, es después del tabaco el rubro que más ganancias reporta al Ministerio de la Agricultura.

“El marabú y la (también invasora) aroma son casi los únicos árboles que se permiten cortar en los montes de aquí”, explicó a IPS el leñador Guillermo López, de la provincia de Mayabeque, que colinda con La Habana.

Muchas especies locales están protegidas, como el mangle, que ocupa 4,8 por ciento del territorio y sirvió durante siglos para fabricar tizones. Desde 2012, el país vedó la explotación de los manglares con el fin, entre otros, de fortalecer esta barrera costera ante las marejadas y eventos climáticos extremos.

Se estima que los impenetrables marabusales, de hasta cinco metros de altura y ramas espinosas, infecta el millón 46.100 hectáreas de tierras ociosas cubanas, lo que dificulta recuperarlas para mejorar la deprimida agricultura local.

El área infectada representa 10 por ciento del territorio cubano y 18 por ciento de las tierras agropecuarias.

Por ello, el boom carbonero de la última década en Cuba, uno de los principales exportadores del mundo, se debe al aprovechamiento de este arbusto (Dichrostachys cinerea). Originaria de África es la más extendida de las 323 plantas exóticas invasoras identificadas por los científicos en el país.

Estas especies vegetales, que llegaron a este país caribeño sobre todo por la actividad humana, desplazan la flora autóctona y traen desequilibrios de alto costo ambiental y económico.

Durante los últimos 15 años, López ha cortado arbustos invasores en los montes al concluir su jornada como operario de una papelera estatal. Cuenta  que vende la carreta de leña a 500 pesos cubanos (20 dólares) a dulcerías, panaderías y granjas avícolas, todas en manos del Estado.

El salario promedio mensual de un trabajador equivale a 19 dólares en el sector público, el mayor empleador local.

“También produzco carbón de marabú con un amigo. Es una tarea muy dura porque hay que cortar dos carretas de leña durante una semana, y armar, tapar y cocinar el horno durante otra semana más. Velamos noche y día la cocción”, detalló López, descendiente de familia campesina.

Este combustible artesanal se logra mediante un proceso de quema, en ausencia de aire, de maderas duras y semiduras seleccionadas como el júcaro (Bucida bruceras), yana (Conocarpus erectus), soplillo (Lysiloma latisiliqua), cítrico, casuarina, eucalipto y marabú.

Incluso la estatal Empresa Agroindustrial Cítricos Ceballos, en la ciudad de Ciego de Ávila, a 434 kilómetros al este de La Habana, líder de la exportación carbonera, aprovecha los árboles de cítricos que tala por envejecimiento o el azote de plagas.

El maderero Enrique Rodríguez se ha dedicado toda la vida a la explotación de biocarbón y lamenta que no haya generación de recambio para su oficio. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS
El maderero Enrique Rodríguez se ha dedicado toda la vida a la explotación de biocarbón y lamenta que no haya generación de recambio para su oficio. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

En Cuba se obtiene biocarbón mayormente en hornos de tierra, que se estructuran con grandes pilas de madera cubiertas de hierbas, tierra y troncos secos con aberturas para prenderle fuego.

Si bien este método resulta barato, rinde solo un kilogramo de carbón vegetal por entre ocho y 12 kilogramos de leña, según el artículo “Nuevas tecnologías de producción de carbón vegetal”, del investigador holandés Hubert E. Stassen.

Además implica riesgos para la salud del productor, no logra una carbonización uniforme y contamina el ambiente con la emisión de alquitranes y gases venenosos.

El experto propone facilitar el acceso en los países productores a recipientes de acero o retortas que se llenan con leña presecada y se colocan en un horno de carbonización de ladrillo. Esta tecnología aprovecha más los gases contaminantes y el calor, reduce las emisiones y obtiene un kilogramo de carbón vegetal por cuatro de leña.

Del último horno, López y su amigo obtuvieron unos 45 sacos de carbón. “Vendimos cada saco a 50 pesos cubanos (dos dólares). Da buenas ganancias porque la materia prima está a la mano. Pero nos faltan recursos como limas y sacos”, especificó el productor.

La mayoría de los carboneros y leñadores en Cuba son independientes, algunos laboran por temporada y otros integran cooperativas agropecuarias o empresas agrícolas estatales. Entre las provincias con más auge de la actividad figuran las centrales Cienfuegos, Sancti Spíritus, Ciego de Ávila y Camagüey, y la oriental Holguín.

Un productor que mantenga un contrato con empresas estatales puede ganar más de 2.000 pesos cubanos al mes (80 dólares), además de una remuneración en pesos cubanos convertibles, equivalente al dólar. Antes del auge de la exportación a Europa, percibía alrededor de 16 dólares mensuales.

Otros retos inmediatos son modernizar el sector del biocarbón, mejorar los centros de beneficio (mejora) del producto primario, garantizar más insumos y medios de protección a los productores, evitar atrasos en los pagos y atraer la fuerza joven.

“Hoy se paga mejor el carbón, pero quedamos pocos carboneros en comparación con años atrás cuando éramos mayoría en todos los pueblitos de por aquí”, dijo a IPS el jubilado Enrique Rodríguez, que vive solo en la periferia del poblado de Girón, en el Área Protegida Ciénaga de Zapata, a 200 kilómetros al sureste de La Habana.

Rodríguez, de 64 años, cuenta que todavía hace trabajos informales en el rubro del carbón o “lo que aparezca” para completar su magra pensión, que frisa los ocho dólares. “Mi oficio de toda la vida fue el monte”, acotó este cortador de madera, que sabe hacer hornos de tierra.

“Los jóvenes actuales prefieren trabajar en el turismo o donde no suden la camisa”, valoró, sentado en el portal de su humilde casa de madera, contigua al único sitio del pueblo donde está permitido hacer carbón.

“Las regulaciones del área protegida organizan el trabajo, no lo limitan”, opinó. De hecho, la tala de plantas exóticas invasoras para hacer biocarbón ayuda a conservar la Ciénaga de Zapata, el mayor humedal del Caribe.

De indeseable, el marabú comienza a ser valorado como especie energética en Cuba.

Incluso se incluyeron  proyectos para aprovechar esta biomasa  en la Cartera de Oportunidades de Inversión Extranjera, presentada este mes por las autoridades cubanas a los más de 2.000 empresarios de 60 países que participaron en la Feria Internacional de La Habana 2014.

La reforma económica que desde 2008 impulsa el gobierno de Raúl Castro apunta ahora al capital foráneo para su despegue.

Entre las 246 oportunidades, figuran inversiones de 4,1 millones de dólares para producir anualmente de forma industrial y a partir de marabú 3.000 toneladas métricas de carbón vegetal, 2.600 toneladas métricas de carbón activado y 1.050 toneladas métricas de briquetas (bloque sólido combustible, totalmente ecológico).

Se le llama carbón activado a un subproducto absorbente, empleado en la extracción de metales, purificación de agua potable, tratamiento de aguas residuales, máscaras antigás y en controladores de emisiones de automóviles, entre otros muchos usos.

Con vistas al mercado europeo y la venta de energía eléctrica excedente al Sistema Electroenergético Nacional, los negocios comprenden la edificación de la industria y plantaciones forestales en Granma, Holguín, Camagüey y Ciego de Ávila.

Editado por Estrella Gutiérrez

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