El sueño de elegir una presidenta negra, amazónica y ambientalista duró solo 40 días y se frustró en las urnas el domingo 5. Disputarán la segunda vuelta el 26 de octubre los dos partidos que dominan la política en Brasil hace 20 años.
Marina Silva, exministra de Medio Ambiente y durante un tiempo la favorita en las encuestas, luego de su designación como candidata a la Presidencia por el Partido Socialista Brasileño (PSB) el 16 de agosto, perdió fuerza en las tres últimas semanas y cayó al tercer lugar, con 21,32 por ciento del total de 104 millones de votos válidos.
Aecio Neves, del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB), que gobernó Brasil de 1995 a 2003, con Fernando Henrique Cardoso, y la presidenta Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT), alcanzaron respectivamente 33,55 y 41,59 por ciento de los sufragios. [pullquote]3[/pullquote]
Si se cumplen los pronósticos, la economía será el tema central de la nueva campaña, que repetirá la sexta confrontación entre esas dos corrientes de vocación socialdemócrata desde 1994.
Pero en unas elecciones marcadas por vuelcos espectaculares, como el ascenso y caída de Silva, una nueva sorpresa podrá venir de un escándalo en la empresa estatal Petrobrás, desde donde presuntamente se desviaron centenares o miles de millones de dólares, en los 10 últimos años.
En parte de ese período, Rousseff presidió el Consejo de Administración de la empresa.
Las investigaciones del caso están en manos de la policía y la justicia y bajo secreto, pero ya trascendieron en los medios de comunicación algunos nombres de políticos y empresas involucradas. El temor, especialmente en el lado gubernamental, es que otros datos salgan a la luz.
La oposición acusa el gobierno actual de haber cometido errores de gestión que llevaron al actual estancamiento económico, con alta inflación, deterioro fiscal y desequilibrios en las cuentas externas.
Rousseff, por su parte, podrá esgrimir en desmedro del PSDB la baja desocupación, de cinco por ciento en agosto, producto de la generación de muchos empleos durante los casi 12 años de gobierno petista, además de avances en la distribución del ingreso y la reducción de la pobreza.
Los resultados del domingo dejan también un escenario polarizado geográfico y social. En el sur industrial y en particular en el estado de São Paulo el predominante deseo de desalojar del poder al PT generó un “voto útil” que al percibir la caída de Silva en los sondeos se canalizó hacia Neves. En el estado paulista el candidato opositor recibió 44 por ciento de los sufragios contra 22 por ciento de Rousseff.
Por el contrario, en el pobre Nordeste brasileño, con pocos más electores que en São Paulo, es donde el PT tiene su mayor granero de votos. Allí la presidenta obtuvo cerca de 60 por ciento de los votos, en lo que consolida un país electoralmente dividido, desde el primer triunfo de Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2011).
Los dos rivales codician ahora el apoyo de Silva y de la coalición que la postuló, encabezada por los socialistas, porque puede ser decisivo. La diferencia entre la izquierdista moderada Rousseff y el centrista Neves en la primera vuelta fue de 8,37 millones de votos, que serían sobradamente cubiertos por los 22,17 millones de votos que obtuvo Silva.
La incógnita son los rumbos de la heterogénea coalición encabezada por el PSB. En 2010, cuando la lideresa ambientalista fue postulada a la Presidencia por el Partido Verde (PV), ella obtuvo 19,3 por ciento de los votos y se mantuvo neutral en la segunda vuelta entre candidatos de los mismos partidos que ahora
Pero la situación era muy distinta entonces. Silva se presentó como una tercera alternativa, criticando la polarización PT-PSDB, con propuestas propias. Insatisfecha con el PV, lo abandonó para crear la Red Sustentabilidad, una organización política de nuevo formato, volcado a promover una “nueva política” y la sostenibilidad socioambiental.
Su grupo no logró fundar legalmente la Red, porque la Justicia Electoral invalidó 95.000 firmas de respaldo a la organización, con lo que no alcanzó las 492.000 necesarias. Silva decidió entonces adherir al PSB, que la nombró candidata a vicepresidenta en la fórmula encabezada porel líder socialista Eduardo Campos.
Campos murió en un accidente aéreo el 13 de agosto y Silva lo sustituyó. Apuntada como la lideresa que mejor representa el descontento de las multitudes que ocuparon las calles brasileñas en junio de 2013 y se convirtió en un fenómeno de popularidad, superando a Rousseff en las encuestas electorales.
Al lograr ahora solo dos puntos porcentuales más que en 2010, el futuro de Silva quedó nebuloso. Sus debilidades políticas y personales se desnudaron ante el acoso que practicaron sus oponentes, especialmente la campaña de Rousseff, de gran agresividad contra la otra mujer en liza.[related_articles]
El PT acusó a la candidata socialista,entre otras cosas, de que eliminaría la Beca Familia, un programa de ayuda del gobierno que llega a casi 14 millones de hogares pobres, sometiéndolos al hambre, que abandonaría la explotación del petróleo descubierto baja la capa de sal en la profundidad del océano Atlántico y que entregaría el poder a los banqueros.
Ocupada en contestar a las difamaciones, al disponer de solo dos minutos diarios en el horario electoral que garantiza la ley en cadena de radio y televisión, Silva no logró introducir sus propios temas ambientales que le dieron renombre internacional, y otros que resultaban atractivos de su programa de gobierno, como la regeneración democrática.
El tiempo gratuito de propaganda electoral es proporcional a la representación parlamentaria de cada coalición. Por eso, Rousseff dispuso de 11 minutos diarios.
Para la segunda vuelta, el espacio es paritario para los dos aspirantes: 10 minutos cada uno.
Pero las ambigüedades y rectificaciones que marcaron la actuación de Silva dañaron también su imagen. Empezó por sacar de su programa, nada más divulgarlo, la defensa del matrimonio y otros derechos de los homosexuales. Luego cayó en otras contradicciones sobre su actuación como senadora.
En los debates organizados por emisoras de televisión, en condiciones equilibradas, Silva tampoco tuvo buen desempeño.
La improvisación, producto de su repentina postulación, y la confusa coalición que la respaldó, encabezada por el partido que le dio hospedaje, pudo contribuir a su fracaso y vuelve incierto el futuro político de la lideresa amazónica y afrodescendiente.
No se sabe si se mantendrá solo con la Red de Sustentabilidad en formación o si se mantendrá dentro del PSB, que quedó sin un liderazgo unificador y tiende a fragmentarse. Algunos de sus dirigentes ya se manifestaron a favor del opositor Neves, mientras otros son cercanos al gobernante PT.
En materia económica, los asesores de Silva son próximos a sus pares en el PSDB, lo que propiciaría el apoyo a su candidato en la segunda vuelta. A eso se suman las acusaciones del PT, que incluyen la de “neoliberal”, por su orientación económica.
Adherir a cualquiera de los dos aspirantes que quedaron en liza, afectaría su propuesta central, de encabezar una vía para superar la polarización entre PT y PSDB y así renovar y adecentar la política brasileña.
Editado por Estrella Gutiérrez