Tras su primera experiencia en una sala de maternidad, Nasrin Mohamadi se prometió a sí misma no volver a pisar un hospital público en Afganistán.
«Los médicos dijeron que no había dilatado completamente todavía, así que me dijeron que esperara en el pasillo”, recuerda esta mujer que ahora es madre de cuatro hijos.
“Tuve que sentarme en el suelo con algunas otras ya que no había una sola silla», revive Mohamadi para IPS su experiencia en el centro de salud de Mazar-e Sharif, a 425 kilometros al noroeste de Kabul.
«Finalmente me llevaron a la habitación donde esperaban otras tres mujeres con las piernas abiertas mientras la gente entraba y salía. Me tuvieron así durante una hora hasta que di a luz, sin anestesia y sin ni siquiera una toalla para limpiar mi bebé”, sigue contando.
Con el disgusto aún intacto, esta mujer afgana de 32 años, recuerda que “inmediatamente después los médicos me dijeron que me fuera, ya que había más mujeres que hacen cola en el pasillo».[pullquote]3[/pullquote]
Pero la pesadilla de Mohamadi no acabó al abandonar el hospital. Los médicos le dijeron que no se lavase durante los 10 días siguientes al parto, lo que le provocó una infección en sus puntos de sutura.
«Pagué entre 600 y 800 dólares para dar a luz a mis otros tres hijos después de eso, pero fue dinero bien invertido, no tengo la menor duda», asegura Mohamadi, tajante.
Se trata de una suma muy elevada en un país donde el ingreso diario promedio no alcanza los tres dólares y 75 por ciento de la población vive en zonas rurales, sin acceso a los servicios de salud.
Por el momento, los servicios públicos siguen siendo la única opción para muchas mujeres.
Y los datos son reveladores sobre el compromiso de Afganistán para la salud materna: 460 muertes por cada 100.000 nacidos vivos, en uno de los cuatro países con las mayores tasas de mortalidad materna, con excepción de África subsahariana.
La cifra, en todo caso, representa un importante descenso frente las 1.600 muertes por cada 100.000 nacimientos que hubo en 2002.
Pero siguen siendo demasiadas las afganas que mueren durante el embarazo, el parto y el postparto. Fueron 4.200 mujeres en 2013, según la Organización Mundial de la Salud.
La falta de atención médica especializada durante el embarazo o el parto es en parte responsable de ello. Pocas afganas acuden a centros de salud porque solo son accesibles en zonas urbanas. La falta de seguridad y de carreteras adecuadas obliga a muchas mujeres a dar a luz en casa.
Son malas noticias para los 6,5 millones de mujeres en edad reproductiva en este país de 31,2 millones de habitantes, sobre todo porque Afganistán cuenta únicamente con 3.500 parteras, según el Estado de las Parteras en el Mundo, presentado en junio por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA).
Esto representa una cobertura de 23 por ciento de las necesidades de las afganas, y la situación tiende a empeorar. El UNFPA estima que los servicios de partería en el país «tendrán que responder a 1,6 millones de embarazos anuales hasta 2030, de ellos 73 por ciento en zonas rurales».
Pese a todo, avances
Ni siquiera las mujeres que cuentan con pleno acceso a las instalaciones urbanas de alto nivel, como el Hospital de Maternidad Malalai en Kabul, tienen garantías.
Nilofar Sultani, ginecóloga en Malalai y madre de cuatro hijos, aseguró a IPS que no está en absoluto satisfecha con su experiencia.
«Di a luz por cesárea a mis cuatro hijos en este hospital, pero los médicos que me atendieron no estaban cualificados», observa sin rodeos. «La mayoría de ellos sólo había completado tres años de medicina. En una escala del uno a 10, solo puedo dar un cuatro a este centro», concluye.
La opinión de Sultani nace de su experiencia personal, tanto de madre como de profesional, pero es corroborada por diversos informes y estudios sobre el sistema de salud del país.
El informe de actividad de 2013 de Médicos Sin Fronteras (MSF) considera Afganistán cómo «uno de los lugares más peligrosos para ser una mujer embarazada o un niño pequeño», debido a la falta de personal médico femenino especializado.
«Las clínicas privadas son inasequibles para la mayoría de los afganos y muchos hospitales públicos están saturados y carecen de personal suficiente», informa la organización humanitaria, con cuatro hospitales en el país.
«Muchas clínicas de salud rurales son disfuncionales. El personal de salud cualificado han huido de las zonas inseguras, y el suministro de medicamentos y equipamiento médico es irregular o inexistente», continúa el informe.
Se trata de un análisis sombrío para un país que tendrá que adecuar su sistema de salud para atender «al menos 117.8 millones de visitas prenatales, 20,3 millones de nacimientos y 81,3 millones de visitas postnatales entre 2012 y 2030», según el UNFPA.
En un país donde solo 22 por ciento de las mujeres en edad reproductiva usa anticonceptivos, las familias numerosas siguen siendo la norma.[related_articles]
Las afganas tienen en promedio seis hijos, una dinámica impulsada por una obsesión cultural de tener al menos un hijo varón, quien será el que atienda a sus padres durante la vejez. Las hijas vivirán con su familia política.
Las madres afganas apenas tienen tiempo para recuperarse entre los embarazos, lo que causa problemas de salud para la madre, pero también para su bebe por la falta de leche.
Casi 60 por ciento de los niños y niñas menores de seis años son alimentados exclusivamente con leche materna, según una encuesta realizada en 2013 por el afganoMinisterio de Salud Pública.
Pero en ese marco, ha habido avances esperanzadores en la última década. La misma encuesta ministerial detectó que el retraso del crecimiento entre los niños y niñas había disminuido en casi 20 por ciento, desde 60,5 por ciento en 2004 a 40,9 por ciento en 2013.
La misma ginecóloga Sultani aseguró a IPS que, pese a las persistencia de circunstancias adversas, la asistencia médica en Afganistán ha mejorado «significativamente» en la última década.
«Hay más centros de salud y mucho mejor equipados. Además, el número de médicos calificados también ha crecido», explica.
Pero el cambio más importante, subraya, ha sido el de la actitud de las mujeres hacia la atención médica.
«Antes, muy pocas mujeres se acercaban a los hospitales, pero hoy en día la mayoría de ellas viene por iniciativa propia. Están perdiendo lentamente su temor a los médicos», señala Sultani
Y no olvida otro factor determinante: ahora, los centros de salud son uno de los pocos lugares donde las mujeres afganas pueden relajarse sin la presencia masculina alrededor.
Editado por Estrella Gutiérrez