Costa de Marfil, una isla en un mar de ébola

En Gueyede, una aldea sudoccidental de Costa de Marfil, Serge Tian traduce el mensaje del subprefecto Kouassi Koffi para que la gente pueda reconocer el virus del ébola y evitar su infección. Crédito: Marc-Andre Boisvert/IPS

Todos los habitantes de Gueyede, una aldea sudoccidental de Costa de Marfil, se reunieron para escuchar con atención al subprefecto Kouassi Koffi. «No podemos permitirnos la autocomplacencia. Es posible que no sepan acerca del ébola. Y es mejor que sea así”, les dijo este subprefecto y máxima autoridad de la zona.

Koffi explicó a los pobladores cómo se contrae el virus y cómo se reconocen los síntomas básicos de la fiebre hemorrágica del ébola, con el apoyo de Serge Tian como traductor.[pullquote]3[/pullquote]

El funcionario mantuvo cientos de reuniones de este tipo desde que en marzo aparecieron los primeros casos de ébola en Guinea. Viaja de pueblo en pueblo en la zona de Tiobli a su cargo, y a menudo visita la misma localidad tres o cuatro veces, para dar el mismo mensaje.

«Es mucho trabajo. Pero creo que la población lo capta”, comentó Koffi a IPS, mientras conducía su camioneta.

Otros funcionarios tienen las mismas reuniones en otras zonas de Costa de Marfil. Este país de África Occidental de 22 millones de habitantes aún no tuvo casos de ébola, pero la frontera con Liberia se encuentra a pocos kilómetros y el epicentro del brote actual está a unos 100 kilómetros en Sierra Leona, Liberia y Guinea.

«No debemos esperar hasta tener el primer caso de la enfermedad para tomar medidas. La movilización pública es importante porque el Estado no puede estar en todas partes”, dijo la ministra de Salud, Raymonde Goudou Coffie, en conferencia de prensa el 14 de agosto.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró fuera de control la epidemia en los cuatro países de África Occidental donde se propaga: Guinea, Liberia, Nigeria y Sierra Leona. Costa de Marfil tiene fronteras con los dos primeros.

Muchos temen que Costa de Marfil sea el próximo país a donde llegue el brote más grave de la enfermedad desde su descubrimiento en 1976. En los últimos cinco meses se registraron más de 1.000 muertes, con un total de infectados muy próximo a las 2.000 personas. Sin embargo, la OMS advirtió el 15 de agosto que la cifra está muy por debajo del número real.[pullquote]1[/pullquote]

Cuando aparecieron los primeros casos en Guinea, el gobierno de Costa de Marfil tomó varias medidas preventivas, como la creación de centros avanzados de detección y la prohibición al consumo de carne de animales silvestres, que se cree son un vector de contaminación del virus del ébola.

Gran parte de la proteína que se consume en Gueyede procede de esa carne. No es poca cosa cambiar un hábito de alimentación, pero el gobierno clausuró todos los mercados que vendían carne silvestre en la zona.

“Podemos comer pescado, pero no carne de animales silvestres. ¿Podemos comer cocodrilo?”, preguntó el jefe de Gueyede, Bernard Gole Koehiwon.

Desconcertado, el subprefecto desvía la pregunta al enfermero de la zona, Drissa Soro. “No tengo certeza. Pero creo que es seguro. Voy a comprobarlo”, respondió Soro.

La dieta no alcanza para detener la propagación de una enfermedad que ya mató a casi 60 por ciento de las personas infectadas y que se transmite principalmente a través de los fluidos corporales.

En las reuniones públicas los aldeanos aprenden qué pueden hacer si alguien parece enfermo de ébola, pero también intercambian opiniones, averiguan cómo se propaga el virus y aprenden a discernir entre hechos y rumores.

El subprefecto tiene una ardua tarea para explicar el peligro que implica albergar a un familiar que viene de Liberia. Los grupos étnicos de Costa de Marfil están separados por la frontera liberiana y las familias están divididas entre ambos países.

Además, 50.000 marfileños siguen refugiados en campamentos de Liberia, donde huyeron a raíz de la violencia que se desencadenó tras las elecciones de 2010-2011 entre fuerzas del mandatario en ejercicio y del presidente electo.

Involucrar a las comunidades

No es fácil modificar los hábitos alimenticios ni distanciarse de los familiares. Pero las autoridades de Costa de Marfil apuestan a que el cambio será posible mediante la educación entre iguales.

Cuando el subprefecto se va, los dirigentes de la comunidad continúan con la difusión de su mensaje. Cada pueblo crea un comité de coordinación que incorpora a varios miembros de todas las edades y géneros para seguir la discusión.

“Esas aldeas están muy aisladas. A algunas no se puede acceder en coche”, explicó el subprefecto Koffi. No sería posible contener una pandemia sin el apoyo de la comunidad, sostuvo.

El enfermero Soro concuerda con esa opinión. “Estoy en estado de alerta desde marzo. Cada vez que veo a alguien, le hablo sobre el ébola. Intento confirmar si hay posibles casos”, dijo a IPS.[related_articles]

Como no hay médicos en la zona, Soro es la fuente más calificada de unos 6.000 habitantes. Aunque se traslada entre los pueblos con su pequeña motocicleta, no tiene tiempo para ver a todos.

«Los auxiliares de salud comunitarios son necesarios. Saben cómo hablarle a su comunidad”, aseguró.

Albertina Beh Kbenon forma parte del comité de coordinación en Gueyede. “Al principio, pensamos que el ébola era una broma, un rumor inventado», dijo a IPS.

Sin embargo, ahora toma la amenaza tan en serio que va de puerta en puerta para hablarles acerca de la enfermedad a sus vecinos. Ella misma desconfiaba de lo que decían las autoridades. Pero se dio cuenta de la gravedad del problema cuando los medios de comunicación locales e internacionales, en especial la radio, transmitieron la información.

«En Liberia lo tomaron como una broma. Creían que el gobierno mentía. Eso les mató. No queremos que eso suceda aquí”, concluyó Kbenon.

Editado por Nalisha Adams / Traducido por Álvaro Queiruga

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