Entre mayo y noviembre, cada año suelen abatirse los ciclones más despiadados sobre el archipiélago indio de las Islas Andamán y Nicobar, ubicado en la bahía de Bengala, en Asia sudoriental.
Los gobiernos locales deben esforzarse por tomar medidas para mitigar los desastres, como el acopio de alimentos, la limpieza de los refugios, el almacenamiento de agua, la infraestructura de saneamiento y la evacuación de personas en toda la región que bordea la bahía.
Los ciclones anuncian los monzones que se desarrollan con diferentes intensidades durante meses y suelen ser un riesgo para los seres humanos y los animales.
Pero las autoridades pueden encontrarse con que los evacuados rechacen la ayuda alimentaria, porque no se adapta a sus costumbres al distribuir raciones no perecederas e ignorar los conocimientos nativos respecto del equilibrio nutricional.
Por ejemplo, en la época de los ciclones o de clima hostil, “los andamaneses recurren a la caza y a la recolección”, indicó Anvita Abbi, profesor del Centro Lingüístico, de la Facultad de Lenguas, Literatura y Estudios Culturales de la Universidad Jawaharlal Nehru, en Nueva Delhi.
El especialista descifró la lengua de los indígenas de las Islas Andamán y Nicobar.
“Cuando un ave en particular canta una canción, ya saben que tienen que cazar tortugas sobre la playa, en vez de ir a pescar al mar”, contó Abbi a IPS.
Los aborígenes se adaptan a las condiciones geomorfológicas y respetan la benevolencia de la naturaleza para resistir a los desastres. El pánico del gobierno les parece inútil, y no sorprende que no se adapten a sociedad india y rehuyan el contacto con un sistema corrupto que favorece a unos pocos. La sabiduría tradicional les ayuda literalmente a mantenerse a salvo.
“Los nicobareses y los jarawa recurren al arpón para pescar en aguas poco profundas ante a las inclemencias del tiempo. Tienen barcos para alta mar, además de canoas con balancín y/o cayucos y catamaranes para la pesca costera”, señaló A. Justin, antropólogo del Centro Regional de Estudios Antropológicos de India en Port Blair, capital de las Islas Andamán y Nicobar.
Los cayucos y las canoas con balancín son ecológicos pues no dañan los arrecifes de coral en aguas poco profundas. “Los habitantes de la isla de Chowra son reconocidos por fabricar barcos de pesca. A cambio intercambian otros bienes y servicios que el dinero no puede comprar en el distrito de Nicobar”, explicó Justin en entrevista con IPS.
“Los andamaneses se van a pescar a los arroyos y los ríos cuando el mar está bravo”, apuntó Abbi.
En el estado indio de Orissa, sobre la misma bahía de Bengala, la gente recurre a cinco variedades diferentes de arroz para complementar los cambios estacionales que ocurren en esta región, propensa a los desastres ambientales.
Otra tradición es la de los soligas, en las colinas del estado de Karnataka, de recurrir a cultivos alternativos, junto a otros complementarios que actúan como pesticidas. A esta comunidad también se la conoce por el arte de refrigerar alimentos en cañas de bambú.
Los pueblos originarios de Ladakh refrigeran yogur elaborado con leche de yak para hacer té con mantequilla. “Para hacer frente al frío desierto de Ladakh, la población local consume alimentos grasosos y bebe mucho té con mantequilla”, dijo a IPS el trabajador social Chewang Norphel, en Leh.
“Las casas están hechas con ladrillos de barro secados al sol, cubiertas con el mismo material y techos bajos. Otra característica de su arquitectura ecológica son las ventanas y las pequeñas puertas orientadas al norte”, añadió.[related_articles]
El subdirector de la división de estudios comunitarios de la Oficina Nacional de Control Nutricional, del Instituto Nacional de Nutrición, Avula Laxman, coincidió: “Sí, los pueblos autóctonos adaptan sus estrategias de cultivo, en especial cuando ocurren desastres naturales como sequías e inundaciones”.
“Adoptan diferentes medidas como el consumo de alimentos de bajo costo, reducen la ingesta, piden prestado dinero o alimentos, según su situación socioeconómica, buscan ayuda del gobierno, usan granos acopiados o reservas de alimentos o recurren a ahorros, e incluso pueden emigrar en busca de empleo o vender bienes para comprar comida”, de acuerdo a una encuesta realizada por el Instituto Nacional de Nutrición, en la central ciudad de Hyderabad, explicó Laxman.
La práctica de cocinar y comer en comunidad se basa en la costumbre de compartir recursos; el individualismo es odioso para los pueblos originarios de este país.
Otra práctica que “transfirieron como tecnología de bajo costo” para modernizar a la humanidad son los bancos de leche materna.
La sabiduría ancestral indica que si una madre muere durante el parto y su hijo sobrevive, otra mujer de la comunidad que esté amamantando, o incluso en el hospital, asume esa responsabilidad.
Incluso cuando una mujer no tiene suficiente leche para su bebé, otra la reemplaza y le ofrecer ese alimento fundamental y le crea resiliencia.
En la sociedad jarawa, de hecho, todas las madres que están amamantando, alimentan a todos los bebés para crear un lazo con las nuevas generaciones, según el libro “Andaman and Nicobar Islands in the 20th Century” (“Islas Andamán y Nicobar en el siglo XX”), de Kiran Dhingra.
“Los lazos de parentesco evolucionaron. No sorprende que las mujeres lactantes que se quedan en una de las islas tengan que cuidar a los niños de las que se fueron a trabajar a Port Blair. Por ello no llama la atención que amamanten a otros bebés”, explicó Abbi.
La tradición permea a diversos sectores de la sociedad india, trasciende barreras de casta y credos. Allí se origina la idea de que no hay huérfanos en los pueblos autóctonos, aun si tienen “expresiones precisas para la pérdida de hermanos y parientes políticos”, indicó.
“Los aborígenes tratan de adaptar culturas urbanas y rurales debido a la usurpación y migración de pobladores del campo a sus tierras. La cultura autóctona única cambió totalmente”, observó Laxman.
“Debido a los programas del Sistema de Distribución Pública, los pueblos autóctonos están obligados a comer arroz de forma permanente, pues es de fácil acceso en tiendas con precios fijos”, explicó el funcionario de nutrición.De esta manera, “los indígenas cambian un estilo de vida saludable por otro de mayor estrés. Esto se observó especialmente entre los indígenas de Kerala, a quienes les generó estrés, inseguridad y les causó hipertensión y hasta diabetes”, concluyó.
“Basándonos en la ley de oferta y demanda del mercado que usan los economistas, los jarawas viven en opulencia porque la oferta y la demanda de sus necesidades les son favorables”, observó Abbi.
“El bosque les ofrece más que suficiente en relación con lo que necesitan para vivir en opulencia. Los economistas sostienen que llegar a un equilibrio entre la oferta y la demanda es el sello distintivo del desarrollo. Eso se los da el bosque. No necesitan, y no quieren, nuestro sistema que crea sumisión”, añadió.