En la actual coyuntura de Rusia, de duras sanciones y un creciente aislamiento internacional por la anexión de Crimea y su apoyo a los separatistas del este de Ucrania, numerosos economistas y sociólogos alertan sobre la posibilidad de que la política exterior del Kremlin propicie una devastadora fuga de cerebros.
Muchos jóvenes y gente perteneciente a la creciente clase media rusa, en especial en las grandes ciudades, quedaron consternados por la invasión de Crimea y la agresiva política del presidente ruso, Vladimir Putin, contra Ucrania.
Además, temen que las sanciones impuestas por Occidente, aunque todavía no tienen un gran efecto en la vida cotidiana, podrían causar estragos en una economía que ya está al borde de la recesión, así como poner en riesgo sus carreras y sus perspectivas laborales.
Ese panorama ya hizo que un nutrido grupo de profesionales comenzara a evaluar la posibilidad de irse.[pullquote]3[/pullquote]
Roman Kramskoy, médico en Novorosíisk, en el suroeste de Rusia, dijo a IPS que se mudaría pronto a Alemania, donde consiguió un nuevo empleo, pues quería “irse a Occidente en busca de un clima más pacífico”.
“No diría que mi decisión estuvo directamente vinculada a los últimos acontecimientos políticos ni a las sanciones contra Rusia, pero fue la gota que desbordó el vaso y que me empujó a dar el paso”, explicó.
Y está muy acompañado en su planteamiento. La prensa local informó que empresas dedicadas a ayudar a emigrantes rusos a reubicarse en el exterior, registraron un drástico aumento de las consultas para irse del país en el primer trimestre de este año.
Por su parte, empresarios con compañías dedicadas al comercio internacional se mostraron temerosos del perjuicio que puedan causarles las sanciones económicas. Aquellos con empresas y bienes en el exterior dijeron a la prensa local que es más fácil trasladarse y seguir operando afuera que quedarse en Rusia y correr el riesgo de perder sus negocios.
En los foros en línea en Internet, la emigración es un tema recurrente de discusión, en especial entre los jóvenes.
Zhenyia Morozova, una estudiante de 18 años residente de Moscú, dijo a IPS que había pensado estudiar arte en Londres dentro de unos años. Pero las sanciones hicieron que acelerara las averiguaciones para irse.
“La noticia de las sanciones me preocupó y comencé a reunir información sobre los requisitos para estudiar en Londres, y también hablé con mis padres sobre las posibilidades de financiar los estudios. No quiero que mi sueño de estudiar allí se rompa por esto”, relató.
La fuga de cerebros sería un gran problema para Rusia, un país que ya sufre una disminución y un envejecimiento de la población. Según estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas, la población rusa disminuirá 40 por ciento de ahora a 2050.
Las consecuencias sobre la economía serían devastadores pues los más dispuestos a marcharse son las personas más brillantes y creativas y aquellas con un enorme potencial para generar riqueza y crecimiento económico.
De acuerdo con un sondeo realizado en 2013 por la empresa encuestadora independiente Levada, casi uno de cada cuatro consultados consideraba mudarse al exterior. Pero el número aumentó entre los jóvenes. Casi la mitad de los entrevistados que ya habían emigrado o estaban intentándolo tenían ente 20 y 35 años.[related_articles]
El profesor Andrey Korotayev, especialista en políticas sociales de la estatal Universidad de Humanidades de Moscú, dijo a IPS: “Para el desarrollo de cualquier economía moderna, la transferencia de mano de obra altamente calificada es esencial”.
“Lo que Rusia necesita es que los trabajadores de los sectores económicos y empresas que requieren mayor capacitación profesional vayan a Occidente, se capaciten y ganen experiencia en las grandes corporaciones y luego regresen, transfieran su conocimiento y beneficien a la economía rusa”, apuntó.
Pero tras la anexión de Crimea, los especialistas opinan que quienes ahora planean irse lo harán de forma definitiva y aquellos que ya están en el exterior, repensarán la posibilidad de regresar.
Andrei Kortunov, director del Consejo Ruso de Asuntos Internacionales, con sede en Moscú, coincidió: “Sí, están quienes piensan irse debido a los últimos acontecimientos, pero también están los que se fueron y no regresarán a causa del actual clima político de Rusia”.
El Kremlin es consciente de los posibles problemas que acarrearía a Rusia la fuga de cerebros, y varios dirigentes políticos, entre ellos el primer ministro Dimitri Medvédev, mencionaron la necesidad de implementar reformas y tomar medidas para que los estudiantes y los profesionales talentosos se queden en el país.
Pero los especialistas sostienen que, independientemente de lo que haga Rusia en Ucrania, habrá un enorme cambio social y político en el país, ya sea para atraer a los expatriados o directamente para evitar que se vayan más.
En consonancia con su agresiva política exterior, Putin restringió los derechos civiles en Rusia desde que regresó a la Presidencia en 2012. Esto se intensificó desde el inicio de las manifestaciones de Euromaidán, como se conoce a las protestas que estallaron en noviembre en Kiev, y que provocaron en febrero a un cambio de régimen en la vecina Ucrania.
En los últimos dos meses hubo una serie de proyectos de ley para limitar seriamente las libertades de reunión y de expresión, como la propuesta para prohibir la divulgación de información negativa para el gobierno y el ejército ruso, así como la introducción de prolongadas condenas de cárcel por delitos menores vinculados a manifestaciones no autorizadas.
Hace poco, además, el Kremlin bloqueó el acceso a sitios de información independiente y de grupos opositores y se arrogó el control de Internet mediante leyes draconianas que restringen su uso. Eso ocurrió días después de que el director del llamado Facebook ruso, Pavel Durov, se fuera del país tras un enfrentamiento con los servicios de seguridad por negarse a entregar datos sobre usuarios de la red social.
Habrá que atender ese tipo de situaciones, coinciden numerosos especialistas, para que los emigrantes quieran regresar al país.
“El clima ideológico deberá cambiar para que la gente que se fue se sienta cómoda de regresar a Rusia”, observó Kortunov.