Aldeas de Ghana erradican mortalidad infantil

La voluntaria Zainab Abubakar administra la primera dosis de amodiaquina a Inusa, de un año, sentado en la falda de su madre, Ayishetu Hamdellah. Crédito: Albert Oppong-Ansah/IPS

Zainab Abubakar se dedica a salvar vidas de niños y niñas. Hace pocos años era una mujer común, sin formación médica, que vivía en la rural localidad de Kpilo, en la Región Norte de Ghana.

Aquí, la clínica médica más cercana, a la que se va caminando, está a 12 kilómetros y presta servicios a entre 20 y 40 comunidades de este distrito.

En toda la Región Norte, menos de 10 por ciento de las comunidades poseen una clínica local. Sin embargo, en Tamale, la capital regional, 19,4 por ciento de las comunidades sí la tienen.

Pero ahora, en vez de caminar hasta el centro de salud, las madres llevan a sus hijos enfermos a Abubakar.

Cuando examina a niños con síntomas como sudor, debilidad y fiebre, puede diferenciar entre un caso de neumonía y uno de malaria. También es capaz de tratar y de brindar medicación para estas enfermedades.

“En una situación como esa, baño al niño y luego disuelvo una pastilla de amodiaquina en una tacita limpia, y se la doy a beber”, explicó Abubakar a IPS.

Después le da los fármacos a la madre. “Para que la medicación sea administrada en el momento correcto, hago seguimiento”, agregó.

Abubakar es una de las 16.500 voluntarias comunitarias que se han capacitado en el Servicio de Salud de Ghana para manejar enfermedades infantiles comunes, cuando los lugares donde viven no tienen centros de salud cercanos.

El Servicio de Salud de Ghana también les suministra medicación para tratar estas enfermedades. Aunque los fármacos son gratuitos, la mayoría de la gente paga unos 20 centavos simbólicos por cada uno.

Esta iniciativa de salud rural, conocida como Manejo Integrado de Casos Comunitarios, tiene apoyo del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y fondos de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid).

Desde 2007, voluntarios de las cuatro provincias que tienen pocos centros de salud —las regiones Norte, Este Superior, Oeste Superior y Central— reciben entrenamiento para abatir la mortalidad infantil. Neumonía, diarrea y malaria son las infecciones responsables de dos de cada cinco muertes de niños y niñas.

Alhassan Abukari, coordinador adjunto del Manejo Integrado de Casos Comunitarios en la Región Norte, explica que el Estado no puede brindar atención médica a la mayoría de las comunidades por falta de recursos y de personal.

En la Región Norte es más difícil prestar servicios, dijo Abukari, porque las comunidades son de difícil acceso y suelen estar aisladas por las inundaciones durante la temporada lluviosa.

“Una considerable cantidad de personas en comunidades periurbanas de la región no tienen acceso a instalaciones de salud, así que estos voluntarios realmente están ayudando a superar la muy amplia brecha que existía”, señaló a IPS.

[related_articles]“Carecemos de personal; por ejemplo, en el caso del distrito de Saboba, en la Región Norte, hay una sola enfermera comunitaria para 20 comunidades, y debe visitarlas”, agregó.

Los voluntarios que viven en cada lugar promueven la educación sobre salud y las conductas sanas durante las visitas casa por casa.

En esas ocasiones, Abubakar explica la importancia de amamantar, de dormir bajo un mosquitero y de lavarse las manos con agua y jabón. Y envía todos los casos graves o complicados al centro de salud más cercano.

Abubakar y las demás voluntarias y voluntarios no cobran por su trabajo. Pero ella dice sentirse feliz salvando vidas y la motiva su pasión por servir a la comunidad.

Según Unicef, el manejo comunitario de la neumonía infantil puede reducir hasta en 70 por ciento la mortalidad de menores de cinco años.

La iniciativa de Manejo Integrado de Casos Comunitarios también aspira a abatir la malaria. Se estima que la mortalidad de menores de cinco años específicamente por esa enfermedad puede bajar entre 40 y 60 por ciento, y la morbilidad severa en 53 por ciento.

Abukari dijo que la oportuna intervención de estos voluntarios, que se desempeñan como “médicos” en sus comunidades, ha ayudado a prevenir muertes infantiles.

Ayishetu Hamdellah, viuda y madre de cuatro hijos que vive en Kpilo, sostiene que contar con Abubakar es una ayuda enorme. Ya no tiene que caminar largas distancias para que atiendan a su hijo de un año, Inusa, quien contrae malaria con frecuencia.

Ahora, Inusa puede atenderse de inmediato.

El jefe comunitario de Kpilo, Mahama Abdulah, dijo a IPS que la iniciativa es tan exitosa que le gustaría extenderla también a los adultos.

“Desde que estos voluntarios empezaron a trabajar en esta comunidad, la salud de los niños y las niñas mejoró”, señaló. “Ya no tenemos más muertes”.

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