“¿Sabes quién capturó tus mariscos?”. Carteles con esta inscripción comenzaron a aparecer en autobuses, trenes y otros medios de transporte en la nororiental ciudad estadounidense de Boston.
Son parte de una campaña organizada por una coalición de organizaciones ambientalistas de ese país llamada Whales Need Us (Las ballenas nos necesitan), destinada a llamar la atención sobre los vínculos entre los balleneros islandeses y los productos del mar vendidos en Estados Unidos.
El cartel incluye la fotografía de una ballena y el nombre del sitio web donde los interesados pueden solicitar más información.
Las organizaciones ambientalistas decidieron concentrarse en Boston debido a que el lanzamiento de la campaña a mediados de marzo coincidió con la inauguración de la Exposición Norteamericana de Productos del Mar, en el Centro de Convenciones de esa ciudad.
Activistas realizaron una protesta frente a la caseta de HB Grandi, una de las mayores compañías pesqueras de Islandia, pidiendo a los presentes que no comercien con la firma debido a sus vínculos con la caza de ballenas.
La exposición es el mayor encuentro comercial en América del Norte sobre productos del mar.
Los activistas también exhortaron a los consumidores a que exijan a restaurantes y comerciantes locales comprobantes de que los productos marítimos que ofrecen no están relacionados con la industria ballenera islandesa.
“La campaña contactó a minoristas, mayoristas y a la industria alimenticia en todo Estados Unidos para hacerles saber que los consumidores no quieren comprar productos del mar de los balleneros, y pidiendo su ayuda”, dijo Susan Millward, directora ejecutiva de Animal Welfare Institute, una de las organizaciones detrás de la campaña.
El 18 de marzo, el último día de la exposición de tres días, la compañía canadiense-estadounidense High Liner Foods (HLF) anunció que suspendería el comercio con HB Grandi debido a sus conexiones con la industria ballenera. La firma mantenía contactos con su par islandesa desde octubre de 2013.
Desde que concluyó la exposición, las firmas estadounidenses Trader Joe’s y Whole Foods Market rompieron relaciones con Legacy Seafoods, otra empresa que importaba grandes cantidades de productos del mar de HB Grandi.
HLF aseguró que no tenía ningún contrato en curso con HB Grandi, y que se había comprometido a no firmar uno nuevo hasta comprobar que la firma islandesa no estuviera vinculada con la caza de ballenas.
“Aun cuando la política de HLF es estricta en no hacer negocios con proveedores directamente involucrados en la caza de ballenas, no se aplica a individuos o a dueños de acciones de HB Grandi. No tenemos forma de control sobre la propiedad pública o anónima de compañías en la base de proveedores de HLF”, dijo Elvar Einarsson, de la División de Compras de la firma, en diálogo con IPS.
A fines de 2011, HLF adquirió las operaciones en Estados Unidos y Asia del Icelandic Group, con el que también firmó un acuerdo que le permite usar la marca Icelandic Seafood (producto del mar islandés) en América del Norte hasta 2018.
“Para HLF, la comercialización y venta de productos del mar de Islandia bajo la marca Icelandic Seafood es una parte importante de nuestro negocio”, dijo Einarsson.
“No habrá cambios en las adquisiciones que hace HLF de sus proveedores islandeses, y esperamos que las circunstancias de HG Grandi cambien para que puedan convertirse en proveedores de HLF otra vez”, añadió.[related_articles]
En septiembre pasado, Kristjan Loftsson, de la compañía ballenera Hvalur, incrementó las acciones de su familia en HB Grandi, pasando de 10,2 por ciento a 14,9 por ciento. En el sitio web de HB Grandi, Loftsson aparece como presidente de la junta directiva.
Al principio hubo preocupación por las repercusiones que esto podría tener. El sitio web sobre pesca Undercurrent citó a “un actor de la industria islandesa” diciendo: “Hvalur «es la única compañía ballenera de Islandia, y sus actividades son cada vez más polémicas”.
“Es obviamente riesgoso para una compañía que vende pescado salvaje tener propietarios estrechamente vinculados a la caza de ballenas”, añadió.
El director ejecutivo de HB Grandi, Vilhjalmur Vilhjalmsson, señaló en un breve comunicado de prensa: “Coincidimos con la política del gobierno sobre la utilización de recursos naturales sensibles, y no tenemos nada que ver con las operaciones que los accionistas individuales deciden o no practicar”.
Millward aclaró que su intención no es afectar toda la industria pesquera islandesa. “La campaña de ninguna manera procura atacar a la economía de Islandia, sino que está solo dirigida a aquellas compañías vinculadas con la ballenera Hvalur”, afirmó.
En 2011, el presidente Barack Obama adoptó sanciones diplomáticas contra Islandia como parte de la Enmienda Pelly. La coalición Whales Need Us volvió a apelar a este recurso.
La enmienda autoriza al mandatario estadounidense a adoptar sanciones comerciales contra un país que no respete acuerdos de conservación como los de la Comisión Ballenera Internacional (CBI), que prohíben la cacería comercial de los cetáceos.
“La campaña también instó al público a contactarse con el presidente Obama y a pedir que tome acciones contra firmas islandesas relacionadas con la caza de ballenas invocando la Enmienda Pelly”, dijo Millward a IPS.
Se trata de “una herramienta promulgada por el Congreso de Estados Unidos como forma de obligar el cumplimiento de los tratados internacionales de conservación”, añadió.
Hasta cierto grado, esta política funcionó. Obama dijo que invocaría la Enmienda Pelly para presionar a Islandia. Pero una vez más esas medidas parecen ser más diplomáticas que efectivas sanciones comerciales.
Coincidentemente, el parlamentario socialdemócrata islandés Sigridur Ingibjorg Ingadottir presentó una propuesta para investigar las repercusiones económicas y comerciales de la caza de ballenas de su país.
“La investigación tendrá en cuenta tanto a las ballenas minke como a las de aleta”, dijo a IPS. “¿Estamos preparados para sacrificar más por menos, cuando hay una creciente oposición a la caza de ballenas e Islandia captura más ballenas de lo considerado sostenible por la CBI?”, preguntó.
La CBI calcula que la captura anual de ballenas de aleta en el Atlántico norte no debe superar las 46, pero Islandia tiene una cuota fija de 154.
Mientras, Loftsson y otros empleados de Hvalur parecen volverse cada vez más sensibles a las críticas, y eliminaron sus teléfonos en la compañía de la guía telefónica cibernética islandesa Ja.is.