Joba Hemron, una mujer de 50 años, rezó mucho tiempo para que su tos se fuera. En 2011 se le diagnosticó tuberculosis e inició un tratamiento breve bajo observación directa en una clínica pública del distrito de Bongaigaon, en el nororiental estado indio de Assam.
Sin embargo, pronto se le hizo imposible tomar todas las dosis de medicamentos que necesitaba. “Mis hijos trabajan en el campo, y yo estaba demasiado débil para ir por mi cuenta a buscar las pastillas”, dijo.
Entonces acudió a una clínica privada, esperando que allí le dieran todas las medicinas de una sola vez. Pero eran muy caras, y por tanto no pudo concluir el tratamiento.
Tres años después, y luego de haber sido atendida por cinco médicos diferentes, sigue perdiendo peso. “Tomé todas las medicinas que consideraba convenientes, pero solo empeoraba”, señaló. Su familia vendió una cabra y con el dinero ella pudo viajar a la capital estadual, Guwahati.
Entonces se le diagnosticó tuberculosis polifarmacorresistente (MDR-TB). “No sé lo que significa, nadie me explica nada. ¿Llegaré a sentirme bien?”, preguntó mientras su cuerpo se sacudía con la tos.
Como Hemron, muchos indios se vuelven cada vez más resistentes a las medicinas debido a la imprecisión de los diagnósticos médicos y a las interrupciones de los tratamientos.
Expertos señalan que las resistencia a los fármacos es una enfermedad iatrogénica, es decir, una alteración del estado del paciente por una mala administración médica.
La resistencia a los fármacos contra la tuberculosis se puede desarrollar apenas se contrae la enfermedad como en el curso del tratamiento. India registró el mayor aumento de MDR-TB mundial en 2012, con unos 64.000 casos estimados.
El Estado indio brinda tratamiento gratuito a través del Programa Revisado Nacional de Control de la Tuberculosis, que beneficia a 1,5 millones de pacientes.
La tuberculosis sigue siendo la infección con mayor mortalidad en el país, con dos fallecimientos cada tres minutos. Más de una cuarta parte de todos los casos mundiales de la enfermedad ocurren aquí.
Pero Ramanan Laxminarayan, vicepresidente de la Fundación de Salud Pública de India, cree que el programa se encuentra “estancado en los años 90”. Todavía no emplea todas las herramientas disponibles contra la enfermedad y no logra involucrar al sector privado, criticó.
“Cada caso de MDR-TB puede ser 20 veces más caro de tratar que cualquier cepa sensible y causar muchos más inconvenientes, dolor y sufrimiento para el paciente”, advirtió.
A pesar de tomar medicinas con regularidad, algunos pacientes se vuelven resistentes a fármacos de primera línea. En Mumbai, los médicos del Hospital Hinduja dijeron haber identificado personas “totalmente resistentes a los medicamentos” y que no respondían a ninguno de ellos. Pero el gobierno indio negó esta información.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), unas 450.000 personas contrajeron tuberculosis resistente a los medicamentos en 2012. Cerca de la mitad se encuentran en India, China y Rusia. Ese año hubo 170.000 muertes a causa de la enfermedad en todo el mundo.
Madhukar Pai, director adjunto del McGill International TB Centre, organización de investigación ubicada en el Centro de Salud de Montreal, Canadá, explicó que los servicios indios de salud públicos o privados no ofrecen una atención de calidad contra la tuberculosis.
El experto señaló que son comunes los regímenes de medicamentos errados, los fármacos de mala calidad, la escasa vigilancia al cumplimiento del tratamiento y el uso inadecuado de los exámenes de sensibilidad a las drogas. Todo esto puede causar MDR-TB o incluso tuberculosis extremadamente farmacorresistente (XDR-TB).[related_articles]
El tratamiento de la MDR-TB es muy caro, y por lo general dura hasta dos años. El acceso a los dos nuevos fármacos para combatirlo, el bedaquiline y el delamanid, sigue siendo limitado. En India solo están disponibles a través de programas de asistencia.
La mayoría de los pacientes acuden al sector privado, pero algunos abandonan el tratamiento debido a su alto costo. Cuando llegan a los hospitales públicos, infectan a muchos más, y eso también desarrolla formas graves de resistencia a los medicamentos, explicó Pai.
“En el sector privado son muy comunes las recetas irracionales. Los médicos hacen sus propias combinaciones de medicamentos”, señaló.
“Esto es desastroso. Y cada vez que el paciente va de un médico a otro, estos prueban diferentes combinaciones de medicinas, agravando la resistencia a los fármacos”, dijo.
Por otra parte, se estima que alrededor de 10 por ciento de los medicamentos en India son falsificados, lo que complica aun más el tratamiento. Los exámenes de resistencia a los fármacos son muy limitados en el sector público.
“Se utiliza un tratamiento empírico”, dijo Pai, y no basado en un perfil del paciente sobre su susceptibilidad a las drogas.
La solución no es “meramente tecnológica”, apuntó por su parte Mike Frick, del Treatment Action Group, centro de investigación con sede en Estados Unidos.
Nuevas máquinas de diagnósticos, como GeneXpert, pueden descubrir más casos de resistencia a los fármacos pero “no resuelve las fallas del sistema de salud para dar a los pacientes el más alto nivel de atención que merecen”, dijo Frick.
India tampoco ofrece apoyo psicosocial y económico a sus pacientes, señaló.
En todo el mundo, la financiación a las investigaciones sobre la tuberculosis ha disminuido.
Los gobiernos recortaron sus presupuestos y las empresas farmacéuticas Pfizer y AstraZeneca abandonaron sus investigaciones para el desarrollo de antiinfecciosos, lo que dificulta el acceso a mejores medicamentos, diagnósticos y vacunas.
Esto “reduce nuestras posibilidades de reemplazar los medicamentos tóxicos en el actual régimen contra la MDR-TB con fármacos nuevos y más seguros, que pueden ser mejor tolerados por los pacientes”, dijo Frick a IPS.
En 2013 hubo numerosos informes de que se estaban agotando las medicinas en India. Pese a que el gobierno lo desmintió, muchos pacientes debieron suspender sus tratamientos y otros fueron rechazados de las clínicas. Cuando un tratamiento queda inconcluso, se abre la puerta al desarrollo de la resistencia.
“La cruel ironía es que, aun cuando los fabricantes indios de genéricos continuaron produciendo muchos de los fármacos contra la tuberculosis de los que dependen pacientes en otros países, el gobierno no pudo asegurar la disponibilidad para su propio pueblo”, añadió Frick.
La tuberculosis es una enfermedad oportunista, y aquellos que viven con VIH (virus de inmunodeficiencia humana, causante del sida) son más vulnerables.
Daniel, quien pidió solo usar su nombre de pila para este artículo, es VIH positivo. Hace seis meses le diagnosticaron MDR-TB. “Las medicinas son muy fuertes, me quitan todas las fuerzas”, dijo.
Se vio obligado a acudir a un hospital público debido al costo exorbitante de los medicamentos. “Pero allí hay largas esperas, y todos terminan conociendo tu caso. Eso solo contribuye al estigma”, lamentó.