“Todos los días vivimos con miedo a ser violadas”, dice Thembela*, una de las miles de lesbianas de Sudáfrica que corren peligro de sufrir ataques destinados a “corregir” su orientación sexual.
Por llevar una vida abiertamente homosexual en Gugulethu, localidad de la Provincia Occidental del Cabo, Thembela es una víctima potencial de estas “violaciones correctivas”.
Quienes las cometen, “lo hacen porque odian lo que somos, porque se sienten amenazados por nosotras”, dice esta joven cineasta de 26 años, creadora de la serie documental de televisión local “Street Talk”.
“Vivimos solas con mi pareja. Muchos hombres en mi barrio lo saben y en cualquier momento pueden llegar a golpear a nuestra puerta y violarnos. Por lo general llegan en grupos, así que no podríamos detenerlos”, dice a IPS.
“Muchas de mis amigas han sido violadas por ser lesbianas. No es raro”, añade.
En Sudáfrica hay cada vez más reportes de estas terribles “violaciones correctivas”, pero no existen datos certeros de cuántas mujeres y hombres han sufrido estos ataques o han sido asesinados a causa de su orientación sexual.
El Departamento de Justicia y Desarrollo Constitucional espera abordar esta situación con el nuevo Marco Normativo para Combatir los Crímenes de Odio, los Discursos de Odio y la Discriminación.
La iniciativa, base de una futura ley, tiene como fin “establecer con claridad que los crímenes de odio no serán tolerados en Sudáfrica”, subrayó el viceministro John Jeffery.
La futura ley creará figuras penales específicas para cada uno de estos crímenes, agregó.
Aunque este proyecto fue elaborado en respuesta a los crecientes ataques contra lesbianas, gays, bisexuales, transgénero e intersexuales (LGBTI), abarca todas las formas de crímenes de odio, incluyendo la xenofobia, el racismo y los discursos que incitan al odio.
En una rueda de prensa a fines de enero, Jeffery dijo que el texto estaba “prácticamente terminado” y que sería presentado al público “en breve” para su debate.
Para Cobus Fourie, de la Alianza de Gays y Lesbianas de Sudáfrica contra la Difamación, diferenciar los crímenes de odio permitirá conocer mejor la gravedad del problema.[related_articles]
Por su parte, Ingrid Lynch, investigadora y coordinadora de políticas de ese grupo de presión de la comunidad LGBTI, con sede en Ciudad del Cabo, estima que la nueva legislación atenderá la “desesperada necesidad” de constatar el alcance de esta violencia y los crímenes de odio.
“Si no hay figuras penales que reconozcan la influencia de los prejuicios homofóbicos contra las personas LGBTI, no tenemos esperanza de reunir información sistemática ni de monitorear la evolución del problema”, dice a IPS.
“Lo que sabemos ahora es solo la punta del iceberg”, afirma.
Una ley no puede cambiar actitudes
Aunque el proyecto de marco normativo es elogiable por su contenido “simbólico” y por reconocer la situación de un sector social marginado, una ley por sí sola “no cambiará la actitud de odio de las personas”, estima el experto en derecho constitucional Pierre de Vos.
Sudáfrica ya cuenta con varias leyes de avanzada para proteger a la población LGBTI, incluyendo la legalización del matrimonio homosexual.
Sin embargo, esas leyes hacen poco para proteger a gays y lesbianas, víctimas de una violencia creciente, añade.
También para Lynch, “se necesitará mucho más que una legislación para afrontar los crímenes de odio».
«El mayor desafío de la población LGBTI en Sudáfrica sigue siendo poder gozar de sus derechos” constitucionales, dice a IPS.
Sibusiso Kheswa, coordinador de campañas de Gender Dynamix, la primera organización africana defensora de los derechos de las personas transgénero, considera inútil introducir nuevas leyes si el sistema de justicia penal no las puede hacer efectivas.
El sistema judicial “no es amistoso con la víctima”, comenzando por la policía, cuyos agentes son el primer contacto que tiene alguien que ha sufrido un delito, dice Kheswa a IPS.
Según las investigaciones de Lynch, las personas LGBTI que sobrevivieron a ataques y a violaciones “habitualmente sufren humillación, despidos e incluso victimizaciones directas de la policía debido a su orientación sexual e identidad de género”.
Kheswa apunta que esta realidad disuade a las personas de denunciar los delitos que sufrieron, “por miedo a ser víctimas por segunda vez a manos de la policía y de otros actores del sistema penal”.
“Sería un error pensar que podemos lograr mejores resultados para los sobrevivientes de crímenes en un sistema penal disfuncional”, advierte Lynch.
“Necesitamos una transformación estructural del sistema, acompañada de una atención específica a las preocupaciones de la comunidad LGBTI”, agrega.
La educación es la clave
Fourie y De Vos creen que la educación es fundamental para reducir los crímenes contra los LGBTI a largo plazo.
“Debe haber una enseñanza mucho más vigorosa contra el prejuicio desde los primeros niveles de la escuela hasta los departamentos del gobierno”, dice De Vos. “Pero para que eso ocurra, se necesita voluntad política”.
Johan Meyer, encargado de temas de salud de la organización OUT, defensora de los derechos LGBTI, sí ve una buena cuota de voluntad política detrás del propuesto marco legal.
“Hay temores de que la nueva ley termine como otras normas progresistas que debían proteger a las personas LGBTI”, admite.
“Pero yo sí creo que en este caso es diferente, pues hay un verdadero compromiso del Departamento de Justicia y Desarrollo Constitucional, así como de la policía y de la Fiscalía Nacional”, dice Meyer a IPS.
Mientras, en Gugulethu, Thembela y su pareja pasan tres cerraduras a la puerta y rara vez se animan a salir de noche. Pero la joven cineasta espera que la ley les permita vivir en paz.
“Si tuviéramos una ley que realmente castigue a estos hombres por violarnos, ellos lo pensarían dos veces. Y si lo piensan dos veces, quizás se detengan y dejemos de estar con miedo todo el tiempo”, afirma.
* Su apellido no es divulgado para proteger su identidad.