La maliense Aminata Diarra vio por última vez con vida a su hermano Malamine hace casi dos años, en la televisión nacional. Era miembro de los Boinas Rojas de Malí, fuerzas especiales leales al derrocado presidente Amadou Toumani Touré.
Fue en mayo de 2012, no mucho después de que el general Amadou Haya Sanogo, entonces capitán, tomó el control de Bamako.
Sectores de las Fuerzas Armadas, que sufrieron varias derrotas humillantes frente a los rebeldes tuaregs en el norte del país, iniciaron un motín contra el gobierno en su apuesta por más recursos para combatir el levantamiento.
Cinco días después del golpe, los malienses conocieron al líder de la nueva junta militar. Sanogo cobró popularidad instantánea entre una población que veía al gobierno democráticamente electo como corrupto. Pequeños motociclos chinos, un medio de transporte muy popular en Bamako, fueron decorados con adhesivos de propaganda del nuevo líder.
“Nos ofrecía esperanzas. Pero ahora sabemos que estaba allí para enriquecerse a sí mismo”, dijo Oumar, un residente de Bamako que dialogó con IPS mientras bebía té con amigos en una esquina, a la sombra de un puesto de venta de periódicos.
Sanogo fue jefe de Estado solo durante unas semanas, hasta que la presión internacional lo obligó a renunciar. Entonces volvió el orden constitucional y se estableció un gobierno de transición, liderado por el presidente de la Asamblea Nacional, Dioncounda Traoré.
Pero esto no ocurrió antes de que los Boinas Rojas, leales al mandatario derrocado, lanzaran un a la postre frustrado “contragolpe” contra Sanogo y sus Boinas Verdes, en abril de 2012.
Los 21 Boinas Rojas desaparecidos
Los relatos sobre quién inició las hostilidades no están claros. Varios Boinas Rojas fueron asesinados y arrestados. El hermano de Diarra fue uno de los 21 que desaparecieron luego de fracasar el contragolpe.
La última vez que las familias de estos 21 Boinas Rojas los vieron con vida fue en la televisión nacional, poco después de su arresto en el centro de operaciones de Sanogo, la base militar de Kati, en los suburbios de Bamako.
“El 2 de mayo (de 2012) fui a Kati a ver si mi hermano estaba vivo. Volví cada día. Me amenazaron. Seguí yendo. Pero nunca tuvimos noticias”, narró Diarra a IPS.
Ella explicó que, aunque algunos lograron hallar a sus familiares desaparecidos después del contragolpe, toda comunicación sobre los soldados se interrumpió alrededor de abril de ese año.
Aunque esta nación del occidente africano se recupera lentamente del golpe militar de 2012, y la ocupación del norte de su territorio por parte de extremistas islámicos –se celebraron elecciones en julio de 2013–, las familias de las víctimas militares todavía esperan que se haga justicia.
[related_articles]A Sanogo lo arrestaron y acusaron de asesinato y secuestro en noviembre de 2013. Poco después de su arresto se descubrió una fosa común que contenía 21 cadáveres a pocos kilómetros de su base militar de Kati. Muchos creen que se trata de los cuerpos de los 21 Boinas Rojas desaparecidos.
Se espera que a la brevedad se hagan públicos los resultados del análisis genético de los cadáveres.
“Esperamos pacientemente los resultados. Entonces, la justicia podrá actuar”, dijo Diarra, quien también es magistrado.
Bintou Maiga Sagara también observa la situación de cerca. Su hijo Dokale está entre los desaparecidos.
“Me alivia que hayan descubierto” los cadáveres, dijo a IPS, mostrando una fotografía de su hijo uniformado.
Ella tiene fe en que se hará justicia.
“Malí no es un país violento. Sabemos que han torturado y matado a nuestros familiares”, dijo, y aseguró: “Lucharemos por la justicia”.
Aunque todavía no se investigaron las violaciones a los derechos humanos y los hechos violentos cometidos por el ejército en el norte, el Grupo Internacional de Crisis señaló en un informe divulgado en enero que es necesaria una reforma de las Fuerzas Armadas.
También instó a “garantizar el carácter republicano de un ejército que no se comprometerá en la política”.
Sin embargo, Moctar Mariko, presidente de la Asociación Maliense de Derechos Humanos, cree que antes que nada hay que arrojar luz sobre los varios episodios de violencia.
“Malí tiene una larga tradición de impunidad, especialmente dentro del ejército. Es tiempo de apartarse de ella”, dijo a IPS.
Justicia para todos
Pero Sanogo y sus seguidores no solo están acusados de matar a Boinas Rojas. En septiembre de 2012, el líder golpista sofocó un motín también dentro de los Boinas Verdes. Treinta miembros de ese grupo fueron arrestados y luego liberados, pero por lo menos ocho hombres desaparecieron.
Un mes después, en octubre de 2012, se encontraron tres cadáveres. Pero los otros cinco hombres todavía están desaparecidos, y sus familias aún esperan saber si están vivos.
El hermano de Nantoume Fatoumata Doumbia, Lassine Keita, desapareció mientras bebía en un bar de Kati en septiembre de 2012. Pocos días después se halló su cadáver.
“Yo sabía lo que había ocurrido. El día después del motín, Sanogo dijo que mataría a todo aquel que se levantara (contra él)”, dijo la mujer a IPS.
Fanta Keita todavía no sabe qué le ocurrió a su esposo, Ibrahim Doumbia.
“Queremos saber la verdad. Queremos saber si están vivos o no. Es imposible seguir viviendo de esta manera”, dijo a IPS.