La mina de oro de Kumtor es la única joya de la economía de Kirguistán y, sin embargo, el gobierno considera ponerle fin a su explotación, dirigida por la empresa canadiense Centerra Gold.
Las autoridades de Bishkek y los ejecutivos de la firma con sede en Toronto se esfuerzan por llegar a un nuevo arreglo sobre las operaciones en la mina. Pero altos funcionarios del gobierno kirguiso admiten que no ven la manera de resolver el atasco político luego de que el Parlamento votó el mes pasado por bloquear la reestructura del acuerdo.
La modificación del contrato habría llevado la participación de Kirguistán en la mina de su tercio actual al 50 por ciento, pero el Parlamento exigía una participación del 67 por ciento, lo cual no sería aceptable para los accionistas, según Centerra.
«No hay luz al final del túnel», expresó un alto funcionario del gobierno a EurasiaNet.org, en referencia a las negociaciones.
Los legisladores fijaron el 23 de diciembre como fecha máxima para que las partes alcancen un acuerdo.
Fuentes empresariales describen las consecuencias de la crisis de Kumtor como un accidente de tren en cámara lenta destinado a acabar con el gobierno y socavar la fe en la experiencia de Kirguistán con la democracia parlamentaria.
Las actuales negociaciones comenzaron después de que el Parlamento anuló en febrero un convenio de 2009 porque, según los legisladores, no respondía a los intereses del país.
Centerra respondió que invirtió cerca de 1.000 millones de dólares en la mina desde que firmó el contrato, la segunda reestructuración en cinco años. Pocos creen que el gobierno de Kirguistán tenga el conocimiento técnico para operar el proyecto por su cuenta.
«Lo que está sucediendo con Kumtor envía el mensaje al mundo de que no podemos garantizar los derechos de propiedad y tener relaciones normales con los países occidentales», dijo el empresario Emil Umetaliev.
Del lado kirguís se acumula la presión para que se tomen medidas unilaterales. Manifestantes que exigen la nacionalización de la mina causaron problemas en varias ocasiones este año.
Numerosos funcionarios de gobierno, líderes de la sociedad civil y empresarios sospechan que las protestas son encabezadas por agitadores a sueldo que trabajan para legisladores o a pedido de Rusia o China. Las constantes acusaciones sin fundamento de corrupción del Parlamento contra Centerra agitan estas pasiones.
«El Parlamento y el público presionan para que se cierre este proyecto», dijo el alto funcionario, con la condición de guardar el anonimato debido a lo delicado de las negociaciones.[related_articles]
El presidente de este país de Asia central, que se opuso a la nacionalización en el pasado, parecería estar reconsiderando su postura. “Aunque sea muy complicado y dañino para Kirguistán, tal vez, con el fin de apaciguar a la gente, podríamos tomar una acción dañina… como la nacionalización», declaró Almazbek Atambayev a la cadena BBC el 7 de este mes.
El día 12, Omurbek Tekebayev, líder del partido Ata-Meken, apoyó la “iniciativa” presidencial y expresó su intención de proponerle al Parlamento que apruebe la nacionalización de la mina.
Como Kirguistán no podría comprar sus acciones de nuevo, cualquier decisión del gobierno a favor de declarar su propiedad sobre la mina equivaldría a una expropiación y no a una nacionalización, señalaron fuentes de Centerra.
No queda claro si el Parlamento entiende el daño que la expropiación puede provocarle a la economía de Kirguistán.»Somos un país pobre. Ellos [Centerra] nos pueden llevar a los tribunales, pero nosotros no tenemos nada que pueda confiscarse en el extranjero. No disponemos de activos «, explicó a EurasiaNet.org un diputado que manifestó no tenerle miedo al arbitraje.
Ese no es el punto, según empresarios que condenan la falta de capacidad o de voluntad del gobierno para detener atentados violentos contra otras minas.
Una de las mayores empresas mineras del mundo, Gold Fields, de Sudáfrica, se está retirando de Kirguistán y pretende vender su filial Talas Copper Gold. Un portavoz de la compañía dijo que la decisión no está relacionada con el «riesgo político», aunque sus propiedades han sido atacadas en varias ocasiones por jinetes a caballo armados con cócteles molotov.
En octubre, habitantes del sur de Kirguistán atacaron y saquearon el sitio de exploración de la minera australiana Manas Resources.
Dos proyectos más se encuentran en proceso de arbitraje internacional. Jerooy, el segundo yacimiento de oro del país, se enfrenta a una demanda de 400 millones de dólares presentada en Washington por Visor Holding de Kazajistán, que perdió su licencia a finales de 2010 cuando las autoridades argumentaron que la empresa no había comenzado su producción a tiempo.
El 31 de octubre, la canadiense Stans Energy, con sede en Toronto, presentó una demanda de 118 millones de dólares en Moscú porque Bishkek le retiró la licencia para Kutessay II, un depósito de tierras raras.
Según el gobierno, la mina estaba ociosa, pero un ejecutivo de Stans sostuvo que aquél cedió a la presión de China, que prácticamente posee el monopolio de las tierras raras.
Las autoridades sostienen que licencias anteriores fueron otorgadas de manera ilegal por otros gobiernos, o a cambio de sobornos. A fines de octubre, la Fiscalía General anunció 10 casos penales relacionados con la primera reestructuración de Kumtor, en 2004.
Las investigaciones en curso apuntan principalmente a miembros del régimen de Askar Akayev, quien fuera derrocado en 2005. Las acusaciones contra su hijo se esperan en las próximas semanas. Pero uno de los acusados es un diputado opositor, lo que lleva a algunos a sospechar que los procesos tienen una motivación política.
«Ahora todos los inversores, especialmente en la minería, observan el caso de cerca», dijo el alto funcionario del gobierno. «Espero que entiendan que no estamos chantajeando a Centerra. Este caso no se hizo bien. Ellos negociaban con las familias de los presidentes, que no es la forma en que una empresa canadiense debería trabajar.»
Una delegación parlamentaria viajará a Canadá este mes para pedir la ayuda de Ottawa en la investigación sobre los acuerdos de 2004 y 2009.
En 2011, los impuestos de Kumtor sumaron siete por ciento del presupuesto estatal y la mina generaba 12 por ciento del producto interno bruto (PIB) kirguiso.
Sin embargo, durante una huelga de trabajadores en 2012 se acumuló hielo en la mina a cielo abierto, lo cual provocó una disminución en su producción y la caída del PIB de Kirguistán al 0,9 por ciento negativo. Bishkek tomó un préstamo de 30 millones de dólares de Centerra para ayudar a cubrir el déficit presupuestario.
Este año se perfila como bueno para la mina, pero Bishkek se enfrenta a un déficit enorme y solo podrá financiar 53 por ciento de su plan de desarrollo de cuatro años, de acuerdo con la Unión Europea. Kirguistán perderá otro tres por ciento de su PIB cuando clausure la base aérea estadounidense de Manas en 2014.
«Seremos un gobierno muy popular si revocamos el acuerdo de 2009. El efecto sobre la economía será un desastre, pero seremos muy populares «, dijo el alto funcionario.
Pero es probable que toda popularidad a expensas de la mina de Kumtor sea efímera, una vez que las consecuencias económicas salgan a la luz.
Nota del editor: David Trilling es el editor de EurasiaNet en Asia central. Este artículo apareció por primera vez en EurasiaNet.org.