En Costa de Marfil faltan antirretrovirales y sobra estigma

Una trabajadora de la salud explica la transmisión sexual de infecciones en la clínica de planificación familiar de Yopougon, Costa de Marfil. Crédito: Kristin Palitza/IPS.

En el centro de salud de la comunidad de Cocody-Anono, en el sudeste de la capital económica de Costa de Marfil, Abiyán, Bertine Bahi* asiste a un curso para prevenir la transmisión de VIH de madre a hijo.

Un análisis de VIH (virus de inmunodeficiencia humana, causante del sida) le dio positivo a Bahi cuando llevaba tres meses de embarazo. En octubre, esta mujer de 32 años ya estaba en el quinto mes de gestación y todavía no había revelado su situación a su esposo.

“Pese a los consejos de la partera, es difícil decírselo a mi marido. Si lo hago, me echará de casa. Por ahora, cuando puedo conseguir medicamentos antirretrovirales los tomo en secreto”, dijo.

A Suzanne Asseman*, una trabajadora del hogar de 37 años que vive en Agboville, en el sur del país, le dijeron que tenía VIH en junio de 2012. Tiene que viajar 80 kilómetros para llegar a Abiyán, donde recibe los medicamentos que la mantienen saludable.

Esto no es fácil, porque Asseman está embarazada de siete meses. Cuando obtuvo las píldoras antirretrovirales en octubre, había perdido cinco semanas de tratamiento. Esos fármacos deben tomarse todos los días, porque de lo contrario no resultan efectivos.

Asseman siempre tuvo que aguardar una o dos semanas para recibir su medicación, pero esta vez la espera fue más larga. Ahora tiene dudas sobre el tratamiento.

“Yo era reticente a recibir antirretrovirales. Como vivo lejos, la medicación ha expirado cuando llega allí. Pienso que es mejor dejar de tomar los fármacos que dar todas esas vueltas”, dijo a IPS.

Rolande Yao, trabajador social del centro de Prevención de Transmisión Madre-Hijo de la central localidad de Attécoubé, cree que la estigmatización está aumentando y que las frecuentes alteraciones en el suministro de antirretrovirales crean aún más dificultades a las pacientes.

[pullquote]1[/pullquote]Tres de cada 10 embarazadas que viven con el virus en Costa de Marfil no hacen el curso preventivo, señala el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida (Onusida) en su Informe de Progreso Global sobre el Sida 2013.

Los análisis de VIH a embarazadas tienen repercusiones en las relaciones de pareja. “Cuando a un hombre le dicen que su esposa es VIH positiva, suele sospechar que le es infiel. Puede negarse a que le hagan el estudio o rechazar a la mujer”, dijo Yao.

Siete de cada 10 mujeres son rechazadas, estima Yao. Pese a la intervención de personal médico, hay muchos esposos que se niegan a que regresen.

El temor al rechazo empuja a las embarazadas seropositivas a cambiar de centro de salud o a guardar silencio. Otras se pierden para el sistema médico, simplemente obviando los cuidados prenatales y arriesgándose a transmitir el virus a sus bebés.

Según Cyriaque Ako, coordinador del proyecto M2C (siglas que aluden a la expresión «madre a hijo» en inglés), en muchos de estos casos, las mujeres acuden a curanderos tradicionales.

M2C trabaja en Yopougon, la comunidad más poblada del país, cerca de Abiyán, donde las mujeres prefieren a los curanderos y muchas no oyeron hablar de los programas de prevención de transmisión madre-hijo, explicó Ako.

El proyecto, que ya va por su segundo año, aspira a vincular a las mujeres de 15.000 hogares pobres a centros de salud y de análisis de VIH.

La prevalencia del virus es de 3,2 por ciento en este país de África occidental con 20 millones de habitantes, que se esfuerza por contener la epidemia y por brindar atención a las 450.000 personas que, estima Onusida, viven con VIH.

Ya son visibles algunos avances modestos. Onusida destaca una reducción de la cantidad de niños que se infectan cada año: eran 6.700 en 2009 y 5.000 en 2012. “Está bajando, pero no con la velocidad requerida”, según el Informe de Progreso Global.

Sin embargo, organizaciones no gubernamentales que se dedican a combatir el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) se quejan de que, desde el fin de la crisis postelectoral entre 2011 y 2012, las personas con VIH parecen haber sido abandonadas, lo cual se nota en las reiteradas alteraciones en el suministro de antirretrovirales.

Una de las principales causas de la escasez es el colapso que sufrió el sistema de salud durante la crisis política de una década, que empezó con una rebelión armada en el norte y oeste del país y que luego derivó en el conflicto postelectoral.

[related_articles]En ese período, la comunidad internacional impuso embargos de armas y al comercio en puertos marfileños –Abiyán y San Pedro– a fin de obligar al entonces presidente Laurent Gbagbo a abandonar el poder tras su derrota electoral.

Las medicinas importadas de Europa ya no pudieron entregarse. Además, muchos centros de salud fueron saqueados y cerrados durante los combates, según organizaciones no gubernamentales.

Yaya Coulibaly, presidente de la Red Marfileña de Personas que Viven con VIH (RIP+, por su acrónimo francés), dijo que “los consejeros comunitarios y los médicos tienen que mentir a los pacientes porque no hay suficientes antirretrovirales en las farmacias del gobierno”.

Falta incluso el nevirapine, que se receta para prevenir la transmisión madre-hijo, dijo.

Coulibaly explicó que a veces lo antirretrovirales abundan en ciertos centros de salud, pero hay pocos en otros, lo que señala un problema de distribución.

En el Ministerio de Salud está en marcha una modernización de la farmacia, a fin de mejorar el sistema de entrega de estos medicamentos, dijo. Esto ayudará a madres como Asseman y Bahi a continuar con el tratamiento y mantenerse saludables.

 

* Nombres ficticios para proteger las identidades de las entrevistadas.

 

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