En el Valle del Río Jordán, las exuberantes huertas y los invernaderos rodeados de cercas son de los asentamientos israelíes y se benefician del agua abundante. En cambio los palestinos, sin acceso a sus tierras y a otros recursos, luchan para obtener los cultivos más básicos.
“Para los agricultores es una lucha”, dice Ahmad Said Moahri a IPS en su casa en Jiftlick, una aldea palestina del Valle del Jordán.
“A veces perdemos dinero trabajando la tierra, pero no podemos irnos, porque si lo hacemos Israel se la quedará”, explica.
Este hombre de 46 años posee casi cinco hectáreas en Jiftlick. En una parte del predio planta verduras –berenjenas, tomates, zapallitos zucchini— y el resto lo alquila a otro agricultor lugareño.
La agricultura le deja unos ingresos anuales de entre 4.200 y 5.600 dólares, y para mantener a su familia, entre septiembre y enero empaca dátiles israelíes en una fábrica en Massu’a, un asentamiento ilegal cercano a su aldea.
“Desde que se creó esa colonia, Israel le dio todo. (Para nosotros) no hay ningún apoyo gubernamental, pero en el asentamiento sí», dice Moahri. Su salario es de 2,8 dólares por hora y gana entre 3.400 y 4.000 dólares por año empacando dátiles.
Según un informe del Centro MA’AN de Desarrollo, en Massu’a se destinan 180 hectáreas a la agricultura y se producen berenjenas, pimientos, zapallitos zucchini, pepinos, sandías, melones y dátiles.
[pullquote]3[/pullquote]“La ubicación geográfica de los asentamientos en el Valle del Jordán ha estado determinada por el importante potencial agrícola de la región. Además, estas colonias se establecieron y mantuvieron su producción para exportar», señala el informe.
El Valle del Jordán constituye casi 30 por ciento de Cisjordania; 87,5 por ciento de esta zona corresponde al Área C, bajo total control militar de Israel. En esta llanura viven unos 9.300 colonos israelíes y 65.000 palestinos.
Estos últimos tienen prohibido el acceso a casi 95 por ciento del valle, porque la mitad de la tierra la usan los asentamientos judíos y el ejército israelí declaró el otro 45 por ciento como zona militar cerrada, vedada para los palestinos.
El Valle del Jordán es conocido como el granero de Palestina, pues la mayor parte de las tierras arables de Cisjordania se encuentran aquí. En un informe de 2010, el Banco Mundial indicaba que si los palestinos lograban acceder a 5.000 hectáreas más de tierras y a más recursos hídricos en el área podían obtener ingresos de unos 1.000 millones de dólares anuales.
Ese potencial económico no pasa desapercibido para los dirigentes palestinos ni israelíes.
Mientras las conversaciones de paz entre las dos partes continúan, la Autoridad Nacional Palestina (ANP) volvió a insistir en que la creación de un Estado palestino es imposible si no se le asegura el control de Jericó y del Valle del Jordán.
“Estamos comprometidos a lograrlo. Lo hemos dicho más de una vez”, declaró el 16 de agosto el presidente de la ANP, Mahmoud Abbas.
El gobierno israelí, por su lado, ve el Valle del Jordán como una zona de seguridad importante que lo separa de Jordania, y brinda un generoso apoyo económico a los asentamientos y a sus industrias en el área.
En contraste, el gobierno de la ANP ha hecho muy poco para apoyar a los palestinos del Valle del Jordán. Nunca asignó más de uno por ciento de su presupuesto al sector agrícola, y entre 2001 y 2005, más de 85 por ciento del presupuesto fue para pagar sueldos a funcionarios públicos.
La contribución de la agricultura al producto interno bruto (PIB) palestino cayó de 13,3 por ciento en 1994 a 5,7 por ciento en 2008, según un informe divulgado por la organización no gubernamental Al Shabaka.
[related_articles]“El apoyo que recibimos como agricultores es menor del que necesitamos. Al gobierno no le importa la situación agrícola. La actividad se vio perjudicada porque la (ANP) la desatendió. Y no ha cambiado de estrategia”, dice Moahri.
Moayyad Bsharat dirige la Unión de Comités de Trabajo Agrícola en Jericó, que apoya a los agricultores palestinos en Cisjordania y Gaza. Según lo que estipulan los Acuerdos de Oslo de 1993, la ANP no puede apoyar a los campesinos marginados que trabajan en el Área C, dice a IPS.
“La primera (solución es) poner fin a los Acuerdos de Oslo. La solución en el Valle del Jordán es 100 por ciento política. Estamos hablando de derechos. Los agricultores quieren acceder a sus recursos naturales: la tierra, el agua, los cultivos, y esto no se logrará sin una gran solución política”, señala Bsharat.
Mientras, Israel intenta forzar a los palestinos a abandonar el área, y explota los recursos y el potencial económico de la llanura, agrega Bsharat.
“Las colonias israelíes del valle tienen tres millones de palmeras (datileras), que dan anualmente millones de dólares al gobierno israelí. Tienen las uvas, las flores… Todas esas cosas se exportan y dan a Israel grandes ingresos», dice.
Con todo, el agricultor Moahri ve su trabajo como una forma de resistencia. “Amo la tierra y nuestro hogar está aquí. Por eso no puedo abandonarla. No hay un día que no visite, o mire o me ocupe de mi tierra».