Cambio climático abruma a agricultores de Trinidad y Tobago

Restos de casas de sombra que un agricultor intentó construir para proteger a sus cultivos de los efectos del cambio climático. Él abandonó el proyecto después de que el gobierno de Trinidad y Tobago no extendió el subsidio prometido para completarlas. Crédito: Jewel Fraser/IPS.

Dalchan Singh, cultivador de tubérculos y directivo de la Sociedad Agrícola de Trinidad y Tobago, dice que el año pasado vio cambios drásticos en la meteorología de esta nación insular caribeña.

Normalmente, la temporada lluviosa empieza en junio y continúa durante julio y agosto, explica. Luego se interrumpe hasta noviembre, cuando vuelven las precipitaciones.

“Pero este año no fue así. Durante dos meses tuvimos mucho sol y muy pocas lluvias. Fue apenas por agosto que empezó a llover. Este año, cuando cae lluvia, es muy poderosa, y cuando hay sol es muy seco y caliente. Este año es muy diferente” a los anteriores, dice Singh a IPS.

Los cultivos crecen más lentamente cuando no reciben suficientes lluvias en el momento correcto, señala. Por el contrario, las fuertes y poderosas precipitaciones que el país experimentó este año mataron a algunos de los cultivos, como el guandú, e hicieron que algunos de los tubérculos se echaran a perder.

Los agricultores locales dicen que este tiempo impredecible hace que les resulte casi imposible determinar qué cultivos pueden plantarse de modo seguro y cuándo.

El cambio climático también está creando un desafío adicional en cuanto a las pestes que tienen que afrontar los agricultores. Jemraj Singh, presidente de la Asociación de Agricultores de Felicity, en el distrito de Chaguanas, explica que cuando hay dos o tres semanas de lluvias constantes, cualquier intento de erradicar las plagas usando productos químicos resulta inútil, dado que las precipitaciones disuelven los pesticidas.

[pullquote]3[/pullquote]Al mismo tiempo, según el agricultor Hudson Mahabir, el cambio climático también tiene algún efecto positivo sobre el control de las pestes, dado que “las lluvias fuertes reducen los trips”, insectos alados que se alimentan de los cultivos.

Sin embargo, cuando se combinan las lluvias fuertes con el sol intenso, “se crea la situación ideal para que hongos y bacterias se multipliquen”, agrega.

En todo el Caribe, los agricultores ven cambios en los patrones meteorológicos de las estaciones en los últimos ocho años, y ahora combaten inundaciones más severas por un lado y un tiempo seco y caliente por el otro.

Pero existen estrategias para minimizar estos efectos del recalentamiento planetario. Cuando Ramgopaul Roop empezó a trabajar su pequeño establecimiento rural en Freeport Norte, Trinidad, el suelo era muy ácido, estéril y compacto. Durante la temporada lluviosa tenía que lidiar con las inundaciones, y luego con las sequías.

Roop decidió abonar con cal el suelo de su finca y aumentó la cantidad de materia orgánica en él para mejorar su fertilidad. También adaptó la topografía de su establecimiento de tal modo que durante la estación lluviosa el exceso de agua fluyera suavemente hacia un estanque que creó especialmente, previniendo así las inundaciones. Durante el período seco, empezó a usar esa misma agua para irrigar.

Gracias a esas medidas, ahora Roop es un agricultor próspero.

Aunque el trabajo de Roop en la agricultura sostenible empezó antes de que los impactos del cambio climático se volvieran notorios, Humberto Gómez, especialista en innovación tecnológica del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), lo cita como un ejemplo de lo que puede lograrse cuando los agricultores adoptan una actitud proactiva ante el problema.

Se pueden adoptar “mejores prácticas de manejo del suelo y del agua, como la irrigación y el drenaje”, dice a IPS. “También se pueden plantar variedades de cultivos que requieran menos agua, que completen su ciclo más rápida o lentamente, y que tengan tolerancia a las pestes y a las enfermedades”.

“También pueden cultivarse plantas que usen espacios más pequeños, que absorban y metabolicen los nutrientes de modo más eficiente, etcétera”, plantea Gómez.

El informe “Farming’s Climate-Smart Future: Placing Agriculture at the Heart of Climate-Change Policy”  (El futuro de la agricultura inteligente con el clima: Situando a la agricultura en el centro de la política sobre cambio climático), del Grupo Consultivo para la Investigación Agrícola Internacional (CGIAR), también sugiere cubrir los cultivos como método útil específicamente para los productores rurales del Caribe.

El gobierno de Trinidad y Tobago ofreció subsidiar esa tecnología, conocida como “casas de sombra”, prometiendo pagar la mitad del costo de su construcción, según Jemraj Singh.

[related_articles]Sin embargo, según Singh, esas promesas no se cumplieron. Él inició el proyecto de construir casas de sombra para proteger sus cultivos, resalta. Sin embargo, la construcción es muy cara: una hectárea requirió 10 de esas estructuras, a un costo total de unos 340.000 dólares.

Como el gobierno finalmente no subsidió su construcción, las casas de sombra se volvieron insostenibles. Cada una de ellas “es una inversión a largo plazo”, explica Singh. “Yo no puedo tomar dos millones de dólares de Trinidad y Tobago y decir que las casas de sombra generarán suficiente dinero para pagarse a sí mismas”.

Desde entonces, Singh abandonó sus esfuerzos por implementar esta tecnología.

Los agricultores locales también ven el valor de la irrigación por goteo y de cubrir los cultivos con plástico para ayudar a afrontar las condiciones climáticas.

Entre las estrategias de las que se valen para combatir las inundaciones intensas figura la construcción de muchos más canales de agua, a fin de garantizar que sus cultivos se drenen adecuadamente luego de lluvias fuertes.

Los agricultores también están creando lechos de plantas de menor tamaño y más altos, a fin de permitir un drenado más rápido, explica Singh.

Gómez plantea que los gobiernos pueden llevar alivio a los cultivadores “educando a nuestros industriales, mercaderes y personas en general para que mejoren el manejo de residuos, primero generando menos y luego reciclándolos en gran proporción a fin de poder minimizar la cantidad de basura que termina en los cursos de agua”.

El IICA y otras organizaciones regionales de investigación ayudan introduciendo un germoplasma mejorado que se somete a pruebas antes de ser liberado al uso comercial. El germoplasma incluye semillas y material genético para variedades de cultivos más resilientes que pueden afrontar mejor las condiciones meteorológicas extremas.

Lamentablemente, según Gómez, apenas una fracción del germoplasma introducido llega a los establecimientos agrícolas.

“Como región hacemos poco por recolectar, preservar y mejorar nuestro germoplasma local”, dice.

“Un programa bien elaborado para el cultivo de plantas… será un bien estratégico y valioso, actualmente ausente para algunos cultivos. Esta es un área con mucho espacio para las mejoras”, agrega.

 

 

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