En la guerra por las grandes centrales hidroeléctricas en la Amazonia, pierden todos, inclusive los vencedores que consiguen construirlas, pero con atrasos, costos estériles y daños a su imagen.
“La polarización empobrece el debate” sobre el aprovechamiento y la conservación de los recursos naturales, sostiene en esta entrevista Pedro Bara, líder de Estrategia de Infraestructura en Iniciativa Amazonia Viva del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).
WWF se destaca por buscar salidas negociadas a la disputa entre la lógica económica y la naturaleza. En el caso de las hidroeléctricas, propone un diálogo para resolver enfrentamientos entre los emprendedores, incluido el gobierno, y una variada oposición de afectados, movimientos sociales, indígenas y ambientalistas.
El objetivo sería trazar una estrategia para la Amazonia, o por lo menos para cuencas hidrográficas enteras, superando el enfoque proyecto a proyecto, sin parámetros validados.
Para eso, el capítulo brasileño de WWF desarrolló una herramienta basada en estudios científicos, que permite tener una idea de lo que es necesario preservar de aguas y biodiversidad para mantener vivo el sistema amazónico.
IPS: ¿Cómo proteger la naturaleza amazónica ante el avance de hidroeléctricas, ganado, soja, madereras, minería y carreteras?[pullquote]3[/pullquote]
PEDRO BARA: Hace seis años, decidimos preguntarnos qué necesitaríamos para conservar la Amazonia de aquí en adelante. No es 100 por ciento de lo que queda hoy, pero tampoco puede ser todo para el desarrollo. Si conociésemos toda la biodiversidad, sería fácil definir áreas prioritarias. Pero la información sobre biodiversidad amazónica no ofrece datos suficientes. Como mucho, creo que conocemos 40 por ciento del total.
Nos vimos obligados a inferir la biodiversidad a través de la heterogeneidad del ambiente. Ambientes diferentes van a tener especies diferentes. Se hace una aproximación. Hicimos varias pruebas en Madre de Dios (región del sudeste del Perú) sobre cómo planificar la conservación del agua en áreas pobres de datos.
Concluimos que entrecruzando declive con escurrimiento superficial y flujo de agua, vegetación y origen de agua, se consigue una buena explicación de la heterogeneidad acuática y clasificación de los ríos por segmentos. Expandimos ese modelo a toda la cuenca amazónica.
IPS: ¿Escogieron Madre de Dios porque su ecología es representativa de la Amazonia?
PB: No, sino porque tiene características bastante diversificadas. Si fuese homogénea no serviría. Teníamos que trabajar con bastante diversidad de ambientes, para probar varios modelos y escoger el mejor para aplicar en toda la Amazonia, donde identificamos 299 clases de ecosistemas acuáticos.
Al mismo tiempo, The Nature Conservancy y NatureServe (entidades creadas por científicos estadounidenses) desarrollaron un modelo de heterogeneidad terrestre basado en relieve, tipo de suelo, vegetación y clima. Identificaron 423 ecosistemas terrestres en la Amazonia. Conclusión: este bioma es más diverso desde el punto de vista terrestre que acuático. También es una aproximación, porque hay especies animales que se mueven mucho.
Pero con los dos modelos puedo decidir qué conservar. Si puedo conservar una muestra representativa, funcional y resiliente de las 299 clases acuáticas y 423 terrestres, teóricamente conservo la heterogeneidad y la biodiversidad amazónicas.
IPS: Pero, ¿cómo escoger las áreas prioritarias?
PB: Por la mejor relación costo-beneficio, minimizando el área en una decisión puramente económica.
IPS: ¿Cómo se miden el costo y el beneficio?
PB: Beneficio es oportunidad, por ejemplo las áreas protegidas y tierras indígenas, donde es menor el costo de conservar. Costo es amenaza: deforestación y avance de frontera agrícola y pecuaria son los costos terrestres.
El modelo elige dentro de la misma clase de ecosistema el área más distante de esas amenazas que aumentan los costos de conservación. Se trata de un software ensamblador de rompecabezas de miles de microcuencas, cada una con sus atributos, como pertenecer a esta o aquella clase acuática o terrestre, la cercanía de carreteras o su nivel de degradación actual. Huye del rojo, donde el costo es alto, y escoge la muestra de ecosistema en área protegida. Hace miles de interacciones para señalar una mejor solución.
No inventamos nada, usamos metodologías de trabajos científicos. La Agencia Nacional de Aguas (ANA) hizo un trabajo parecido, el «Plan estratégico de los ríos de la margen derecha del Amazonas», lo que nos dio seguridad.
Pero hay casos donde no tengo opciones. El ecosistema acuático 214, por ejemplo, solo se da en un lugar. Si resulta afectado, estará definitivamente perdido. Es insustituible. Y hay muchas áreas insustituibles.
IPS: Entonces, ¿qué es lo que ustedes proponen conservar?
PB: Establecimos una meta: conservar 30 por ciento de cada clase de ecosistema. Pero es solo un ejercicio, la decisión depende de quién esté en la mesa discutiendo los parámetros. Treinta por ciento de los ecosistemas acuáticos, más 30 de los terrestres, teóricamente suman 60 por ciento, pero como hay un poco de superposición, cae a 55 por ciento. Es razonable, porque hoy ya tenemos 40 por ciento definido en unidades de conservación y tierras indígenas. Es un número arbitrario, pero con un valor técnico.[related_articles]
IPS: ¿Un índice para enmarcar la negociación?
PB: Comienza por ahí, llegamos a la definición de lo que queremos en respuesta al desafío de las hidroeléctricas. Si estamos de acuerdo en que un área debe ser conservada para el futuro, es necesario que tenga una conexión libre con el canal principal, el río Amazonas, ya que la cuenca es única. La conservación depende de la conectividad hídrica. Si el sector eléctrico quiere represar todos los ríos (de una cuenca), el futuro de una Amazonia viva se verá comprometido.
Pero todo es negociable, nuestra herramienta es para facilitar un diálogo, no una solución lista. Es una plataforma de evaluación estratégica para mirar el todo, contextualizar los proyectos y decidir con mejores informaciones. Alguien puede introducir mañana la cuestión de los sitios arqueológicos, de los «quilombolas» *, etcétera.
IPS: ¿Cómo reaccionó el gobierno ante esta propuesta?
PB: La recepción es siempre buena, hasta que se toca un interés específico. Para nosotros lo ideal era discutir la cuenca amazónica entera, pero no conseguíamos organizar un foro. El camino se abrió por un decreto interministerial de diciembre de 2010, que creó un grupo de trabajo para “analizar aspectos ambientales y socioeconómicos” buscando “subsidiar la selección de aprovechamientos hidroenergéticos”. Era lo que queríamos. Por eso la Empresa de Investigación Energética del Ministerio de Minas y Energía quiso conocer nuestra herramienta. Capacitamos gente de los ministerios. Hicieron sus análisis.
Pero ya pasaron dos años. Por eso decidimos divulgar nuestras propuestas antes de que avancen más los proyectos para el río Tapajós.
IPS: Y en el sector privado, ¿hubo alguna reacción interesante?
PB: Dirigentes de un banco internacional elogiaron nuestras ideas, contándonos que se mueren de miedo de entrar en un proyecto y después tener que enfrentar una protesta en la puerta del banco. El BNDES (Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social) no podrá financiar todo solo.
IPS: ¿Puede citar un caso en que esa herramienta haya señalado mejores alternativas?
PB: En el río Teles Pires (afluente del Tapajós) supe que se pensó hacer una sola hidroeléctrica mayor que la actual, la Teles Pires, más grande que la actual y sin las otras dos en preparación, São Manoel y Foz do Apiacás. Podría haber sido mejor, con más potencia y menos impacto acumulativo, además de un embalse plurianual.
El río tiene una barrera natural y el problema de la conectividad no se plantea de forma tan aguda. Existe el mito de que hidroeléctricas pequeñas impactan menos, pero con una sucesión de ellas se fragmenta más el ecosistema acuático.
* Descendientes de africanos cuyos antepasados huyeron en la época de la esclavitud y que siguen viviendo en comunidades.