Luego de trabajar legalmente en Tailandia durante cuatro años, cientos de miles de inmigrantes birmanos se enfrentan a la caducidad de sus visas y a la incertidumbre. Cansados de la inseguridad, quieren que el gobierno de su país perfeccione el acuerdo laboral con Bangkok.
La muerte del padre de Soe Moe Kyaw, de 27 años, puso en situación desesperada la pequeña empresa de siembra de arroz que la familia tenía en Mandalay. Necesitada de dinero, su madre pidió prestado a una hermana el equivalente a 266 dólares para que un traficante de personas ayudara a Soe a cruzar la frontera con Tailandia.
Unos meses después de su llegada, el muchacho encontró empleo enlatando atún por 10 dólares diarios en la fábrica Unicord, en Mahachai. El mayor de tres hermanos, soñaba con ganar dinero en Tailandia para mejorar la vida de su familia.
“Al principio pensaba que podía ganar lo suficiente para invertir en una tienda de venta de arroz en Birmania, pero los primeros meses mi salario fue para devolver el dinero que mi madre había pedido a mi tía. Aunque trabajo ocho horas al día y a veces tiempo extra, solo me alcanza para pagar la educación a mi hermana”, dijo Soe Moe Kyaw a IPS.
“Como ingresé al país ilegalmente, no tenía documentos, así que a menudo me ocultaba en una habitación por temor a que la policía tailandesa me arrestara. Como inmigrantes, enfrentamos muchas incertidumbres porque nuestros empleos no están garantizados, e incluso luego de pagar mucho dinero para legalizarnos, siempre nos amenazan con quitarnos nuestras visas”, relató.
Casi 80 por ciento de los tres millones de trabajadores inmigrantes que viven en Tailandia proceden de Birmania.
Para frenar la migración de indocumentados, los gobiernos de Birmania y Tailandia firmaron en 2003 un memorando de entendimiento que permite a los trabajadores migrantes postularse a visas de trabajo por dos años, con la posibilidad de prorrogarlas una sola vez.
En el marco de ese acuerdo, transcurridos los cuatro años, los trabajadores deben volver a Birmania por un período de por lo menos tres años antes de poder postularse para regresar.
En las próximas semanas, cientos de miles de inmigrantes que pasaron por ese proceso en julio de 2009, tendrán que elegir entre irse o quedarse en Tailandia, ilegalmente.[pullquote]3[/pullquote]
La economía de Birmania no está en condiciones de absorber semejante retorno masivo.
Se estima que los inmigrantes birmanos enviaron el año pasado remesas por 566 millones de dólares a su país. Si este flujo de recursos se altera, las familias se verán muy perjudicadas. Birmania tiene un desempleo de 37 por ciento, y más de 26 por ciento de sus 60 millones de habitantes viven en la pobreza.
Ma Cho, de 32 años, es oriunda de la ciudad de Myeik, en la región birmana de Tanintharyi. En 2003 pagó a un traficante de personas 110 dólares para llegar a Tailandia. Ahora pela camarones por un salario que oscila entre 10 y 15 dólares diarios.
Su familia depende del dinero que ella envía.
“Luego de cubrir mis costos de vida aquí, en Tailandia, puedo enviar unos 200.000 kyat o 7.000 baht (233 dólares) cada dos o tres meses. Esto permite que haya alimentos en la mesa, paga la educación de mi hermana y contribuye con la nueva casa que mi familia está construyendo para mi hija y para mí, cuando regrese”, explicó Ma Cho a IPS.
“Me gustaría decirle al gobierno de Myanmar (nombre oficial de Birmania) que más de tres millones de trabajadores contribuyen con la economía del país. La actual política laboral con Tailandia tiene que garantizar nuestros derechos y protegernos de la explotación”, agregó.
Sue Soe Nwe, de 33 años, relató a IPS: “Muchos preferiríamos volver a Birmania porque extrañamos a nuestras familias, pero la vida allí es muy dura».[related_articles]
“Yo trabajaba como maestra voluntaria en mi aldea de Dawei, pero el salario de 700 kyat (un dólar) por mes no alcanzaba ni para comprar un zapato. En esa zona no hay electricidad ni agua corriente, y si no tenemos dinero no se puede ir a la escuela”, continuó.
“Si pudiera hablarle al gobierno de Myanmar le diría que no debería haber discriminación entre quienes tiene mucha o poca educación. Solo quienes están en la cima sienten los cambios democráticos, pero para la gente común no ha cambiado nada”, añadió en referencia a la apertura que ha iniciado la añeja dictadura birmana.
Es necesario crear mejores empleos en Birmania, sostuvo. “El gobierno debería definir claramente el salario mínimo y brindar más seguridad a las familias trabajadoras. Actualmente, el sueldo mínimo es de 1.500 kyat (1,50 dólares) por día. Eso tendría que aumentar mucho para lograr un estándar justo y que la gente realmente pueda quedarse y sobrevivir en nuestro propio país”, subrayó.