La presidenta de Malawi, Joyce Banda, sabe bastante del empoderamiento de las mujeres. Después de todo, es la primera jefa de Estado en África austral.
Pero no le ha resultado fácil. Banda tuvo que llevar adelante un duro trabajo para recuperar la debilitada economía malauí, heredada de su predecesor, Bingu wa Mutharika, quien murió el 5 de abril de 2012 sin haber concluido su mandato.
En 2011, este país fue escenario de grandes protestas contra Mutharika y el deterioro económico. Gran Bretaña, el mayor donante de Malawi, suspendió su ayuda por 550 millones de dólares luego de que el entonces presidente expulsó a su embajador por haberlo calificado de autócrata.
Pero Banda tuvo éxito. Desde que asumió el cargo implementó varias medidas de austeridad, incluyendo la venta del avión presidencial por 15 millones de dólares y el recorte de 30 por ciento de su propio salario.
También se embarcó en una serie de políticas con las que no todos estuvieron de acuerdo. La más polémica fue su acercamiento a instituciones financieras como el Fondo Monetario Internacional (FMI).
En junio, el Banco Mundial anunció que la economía malauí se estaba recuperando, y pronosticó que su industria crecería seis por ciento y su agricultura 5,7 por ciento.
Además, en septiembre de 2012 el Instituto de Derechos Humanos de la Asociación Internacional de Abogados informó que el respeto a la democracia y a las libertades individuales mejoró con la administración de Banda.
En entrevista exclusiva con IPS, la presidenta subrayó que el empoderamiento de las mujeres sigue siendo una prioridad en su agenda.
IPS: Muchos académicos y activistas dicen que existe un vínculo directo entre igualdad de género, buena gobernanza, empoderamiento de las mujeres y desarrollo sostenible. ¿Usted está de acuerdo?
JOYCE BANDA: La igualdad de género desbloquea el potencial de las mujeres y de los hombres, al permitir un espacio para ambos. Y el empoderamiento fortalece la capacidad de las mujeres para participar en la toma de decisiones sobre asuntos que las afectan.
IPS: Desde que usted llegó al poder en abril de 2012 designó a varias mujeres en puestos muy influyentes. Dos ejemplos son Anastasia Msosa como jefa de Justicia y Hawa Ndilowe como jefa de Servicios Públicos. ¿Cuál es su agenda?
JB: Es importante que las necesidades, aspiraciones y realidades de las mujeres se conviertan en motores centrales de las políticas y de los programas para incrementar el acceso y el uso de la atención a la salud materna.[related_articles]
Las mujeres deben ser empoderadas e involucrarse activamente en todas las decisiones relacionadas con la salud y con el bienestar. He dicho esto varias veces en diferentes foros. No podemos hablar de empoderar a un grupo en particular sin involucrarlo. No se debe tomar ninguna decisión sobre las mujeres sin que ellas participen de esa decisión.
IPS: Antes de integrarse a la política, usted formó la Asociación Nacional de Mujeres Empresarias, una organización que presta dinero a mujeres para que inicien pequeños negocios. También ayudó a instalar una escuela para niñas. ¿Qué es lo que le genera tanta pasión por estos temas?
JB: Las mujeres constituyen la mayor parte de nuestra población en África. Por tanto, cuando hablamos de pobreza, sufrimiento y subdesarrollo, estamos hablando en su mayoría de mujeres. Es por eso que creo que el empoderamiento, la salud materna y la educación para las niñas forman parte de una estrategia de transformación para alcanzar el desarrollo.
IPS: La posición subordinada que sufren las mujeres en muchas sociedades africanas restringe su capacidad de tomar control sobre sus vidas, de combatir el VIH/Sida, de abandonar una relación que las pone en situación de riesgo o de tener acceso adecuado a la salud o a la educación. ¿Qué se puede hacer al respecto?
JB: En Malawi, las mujeres y las niñas de entre 15 y 30 años presentan tasas muy altas de infecciones de VIH/Sida. La prevalencia es seis veces más alta entre las mujeres y niñas que entre los hombres y niños, y la razón de esto es el bajo estatus socioeconómico de las primeras, además de las varias prácticas culturales que les impiden a ellas negociar sexo seguro.
Necesitamos leyes para proteger a las mujeres. Mi gobierno presentó el proyecto de Ley de Igualdad de Género, que fue aprobado por el parlamento. También necesitamos políticas deliberadas para colocar a mujeres capaces en puestos de toma de decisiones en cada sector para que puedan liderar y potenciar a otras.
IPS: Finalmente, ¿qué más nos puede decir sobre el empoderamiento de las mujeres?
JB: En la mayoría de los países africanos, las mujeres sufren desde hace tiempo una variedad de dificultades legales, económicas y sociales. Estas desventajas las colocan al margen de la sociedad.
Las niñas carecen de oportunidades de acceso a la educación. Es típico que en la mayoría de las familias africanas, cuando los recursos son pocos, se priorice la educación de los niños sobre la de las niñas.
Los estereotipos sexuales perpetuados por los padres, los educadores, la religión, los medios y la sociedad en general mantienen la tradición de que ciertos trabajos sean exclusivamente para hombres, y como resultado la mayoría de las mujeres terminan en empleos “feminizados”.
En algunas sociedades africanas, las leyes consuetudinarias colocan a las mujeres en el mismo nivel que a los menores de edad, aunque sean adultas, y por eso en muchos casos no gozan de derechos de propiedad ni de herencia. Esto hace que sean más dependientes de los hombres.
Hay disposiciones que les impiden abrir sus propias cuentas bancarias o solicitar crédito por sí solas. Las mujeres no tienen acceso a insumos de producción como sus pares hombres.
Sin embargo, estoy contenta de que ellas no se hayan cruzado de brazos y dejado empujar a los márgenes de la sociedad. Se han puesto de pie para reclamar su legítimo lugar en la sociedad y están impulsando la agenda para su empoderamiento.