Osman Faruk Logoglu, vicepresidente de la principal fuerza opositora de Turquía, el Partido Republicano del Pueblo (CHP), cree que el primer ministro Recep Tayyip Erdogan debe disculparse en persona por la respuesta policial lanzada contra una protesta que lleva más de una semana.
Logoglu habló en exclusiva con IPS acerca de la inquietud social que estalló a fines de mayo con una protesta en apariencia espontánea contra el plan de derribar los árboles del parque Gezi de Estambul para construir un centro comercial, y de los pasos que debería dar el gobierno de Erdogan para superarla.
Tres muertos unos 4.000 heridos y decenas de detenidos es el resultado de la represión policial a manifestaciones que se extendieron por otros lugares del país.
En las elecciones generales de 2011, el CHP obtuvo 26 por ciento de los votos y el segundo mayor bloque legislativo, con 134 de los 550 escaños parlamentarios, después del gobernante Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP).
A su llegada de una gira por el Magreb, en la madrugada de este viernes 7, Erdogan se mostró desafiante hacia los manifestantes, negando de plano la posibilidad de suspender el proyecto. Pero en un acto público horas más tarde se manifestó dispuesto a escuchar «exigencias democráticas».[related_articles]
Logoglu, un exdiplomático y exembajador de Turquía en Estados Unidos, es el vicepresidente del Comité de Relaciones Exteriores de la Gran Asamblea Nacional Turca, el parlamento unicameral.
IPS: Al comenzar las manifestaciones en el parque Gezi el primer ministro Erdogan acusó a la oposición y a quienes «perdieron las elecciones» de fomentar los disturbios. ¿Acepta esa acusación?
OSMAN FARUK LOGOGLU: ¡Es ridícula! Los manifestantes se reunieron por su propia iniciativa y sin ninguna preparación ni agenda. Ni el CHP ni otros partidos han participado de ninguna manera oficial. Se trata de manifestaciones espontáneas de descontento con políticas domésticas a internacionales del gobierno.
La población efectuó un alzamiento cívico para decir basta. El pueblo quería expresar que la democracia turca debe permanecer inalterada.
IPS: El primer ministro dijo que sigue adelante el proyecto de reconstruir las antiguas barracas de la artillería otomana, donde se emplazaría un centro comercial. ¿Qué efecto cree que tuvo esta declaración?
OFL: El parque Gezi es un símbolo de una nueva dinámica política ante el partido gobernante: «o cambian y respetan la democracia y los derechos humanos, o continuaremos». El AKP debe entender lo que está pasando antes de que sea tarde. Si da los pasos equivocados, todos pagaremos un alto precio.
Las cosas no van tan bien en la sociedad, la economía o la política exterior. Si el gobierno emplea métodos represivos y totalitarios, preveo que los disturbios continuarán.
Nuestro partido no tiene ningún control sobre los manifestantes. Es cierto que hay miembros de nuestro movimiento en la manifestación, pero en su condición de ciudadanos y sin que lo supiéramos previamente ni bajo los auspicios del CHP.
Muchos manifestantes no tienen filiación partidaria, pero pertenecen a organizaciones laborales, profesionales o intelectuales, como sindicatos, gremios de comerciantes o universidades.
IPS: Comentaristas extranjeros han vinculado las protestas en la plaza Taksim (aledaña al parque Gezi), con los comienzos de la Primavera Árabe. ¿Hay similitudes realmente?
OFL: Lo que está pasando en Estambul y en el resto de Turquía no es la Primavera Árabe ni la Revolución Naranja. La principal diferencia es que nosotros ya vivimos en democracia. El CHP viene subrayando hace meses la existencia de la democracia turca como un sistema, y hemos dicho, incluso antes de estos acontecimientos, que no podemos perderla.
IPS: ¿Esta crisis puede tener alguna influencia en la formulación de una nueva Constitución?
OFL: Si se refiere al proceso constituyente, ese fue un ejercicio desesperado. El AKP ha intentado cambiar nuestro sistema de gobierno parlamentarista por uno presidencialista. Los acontecimientos de estos días han eclipsado ese intento, así como otros asuntos importantes. La cuestión (de la minoría) kurda está ahora tras bastidores.
La economía también se verá afectada, y por tanto sufrirán los intereses nacionales y las expectativas del pueblo. Nadie quiere que esta situación se prolongue.
IPS: ¿Qué soluciones tangibles propone el CHP para remediarla?
OFL: Las manifestaciones comenzaron de forma pacífica y así deben terminar. Los responsables de convertir una sentada en un conflicto social deberían dar el primer paso hacia el apaciguamiento. Lo primero es que Erdogan vaya a la televisión y se disculpe. Por cierto, fue muy extraño que dejara el país cuando este se prendía fuego y que continuara con su viaje mientras el incendio se agrandaba.
Entonces, que el primer ministro pida disculpas por su insistencia en talar un parque de Estambul para construir un centro comercial, que admita que se equivocó, que la policía y el gobierno de Estambul se equivocaron, lo mismo que el ministro del Interior y el jefe de seguridad.
Eso es lo primero que debe hacer. Pero quizás no resulte suficiente para restaurar la paz. Tendrá que cambiar de dirección. Modificar las políticas que están en directa contradicción con los derechos fundamentales del pueblo en materia de libertad de expresión y de prensa, de comunicación, de asamblea y de manifestación.
Son derechos humanos elementales y parte de la realidad en la que el pueblo turco quiere vivir. También esperamos que el Parlamento Europeo preste un claro apoyo a nuestros ciudadanos en este aspecto.
IPS: Quienes apoyan a los manifestantes han dicho que la política exterior y las amenazas a Siria pueden haber creado descontento en sectores medios. ¿Cuál es la postura del CHP en materia de relaciones internacionales?
OFL: Desde que comenzó la crisis siria adoptamos la posición de no interferir con sus asuntos internos, con el fin de alentar un proceso de negociación entre Damasco y la oposición que pudiera alcanzar un acuerdo de paz sin intervención extranjera.
Un año y medio atrás propusimos una conferencia internacional, convocada por Turquía, y que incluyera a los países con asientos permanentes en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el representante permanente del secretario general de la ONU, los gobiernos árabes vecinos y, por supuesto, Irán, la oposición y el gobierno de Siria.
Hicimos esta propuesta tres veces por escrito al primer ministro Erdogan.
Ahora, un año y medio después, el secretario de Estado (canciller) de Estados Unidos, John Kerry, y su par de Rusia, Serguei Lavrov, acordaron un plan similar. Apoyamos esta iniciativa, pero si nuestro primer ministro nos hubiera escuchado, se habrían logrado mejores resultados y evitado muchos problemas y derramamiento de sangre.
Valoramos al pueblo sirio como nuestro vecino y nuestro pariente. No queremos la injerencia extranjera y ciertamente tampoco una intervención militar en Siria. Creemos que la mejor táctica para salir de la crisis debe ser un proceso político. Nunca nos gustaron ni aprobamos las políticas (del presidente Bashar al) Assad.
Si ciertos estados y círculos diplomáticos maduros piensan como el CHP es porque el partido Baaz de Al Assad es todavía el menor de los males. Su ideología secular es la que aporta las mejores garantías para todos los sectores de la sociedad siria, incluyendo a las minorías religiosas.