Las urbes de México con más de 500.000 habitantes afrontan importantes barreras para medir la calidad del aire y frenar su contaminación. Sin embargo, las autoridades locales deberán hacerlo y emitir los consiguientes reportes obligatoriamente a partir de julio.
Expertos consultados consideran que los obstáculos principales que deberán superar para hacer esta tarea, según lo dispuesto el año pasado por el gobierno federal de México, son financieros y de recursos humanos que sepan manejar adecuadamente los aparatos de medición, frente a la urgente tarea de reducir los niveles de polución atmosférica.
Las redes de seguimiento existentes “no funcionan como uno desearía”, según Ricardo Torres, investigador del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la estatal Universidad Nacional Autónoma de México.
“No ha habido apoyo de los gobiernos estaduales, para los cuales no son prioridad la salud ambiental y la contaminación del aire”, aseguró a Tierramérica.
La mitad de los 118 millones de mexicanos se distribuyen en 32 ciudades que congregan 500.000 habitantes o más, varias de las cuales carecen de sistemas de seguimiento ambiental.
En las grandes urbes de este país son problemas crecientes la presencia de ozono, dióxido de azufre, monóxido de carbono, dióxido de nitrógeno y el material particulado (PM10), generado por el consumo de combustibles de origen fósil y actividades industriales, como el procesamiento de hidrocarburos y la fabricación de cemento, que implican graves efectos para el ambiente y la salud humana.
“No se puede mejorar lo que no se ha medido. La única forma es conociendo las condiciones de cada ciudad. Pero no está regulado el sistema de monitoreo y las barreras económicas son las principales”, indicó a Tierramérica el experto Gerardo Moncada, de la organización no gubernamental El Poder del Consumidor.
México cuenta con 28 redes para medir la calidad del aire, de las cuales solo 18 entregan información válida y confiable, opinó.
El Sistema Nacional de Información de la Calidad del Aire está dotado de más de 80 estaciones de seguimiento y contralor atmosférico, pero sus datos deben ser validados para cumplir con las regulaciones.
[related_articles]“Es primordial monitorear la calidad del aire, pero falta voluntad para hacerlo bien debido a las carencias de equipos y de gente capacitada”, señaló a Tierramérica el activista Agustín Martínez, integrante de Bicitekas, una agrupación social dedicada a promover la movilidad no motorizada.
La Organización Mundial de la Salud indica que más de 14.700 personas mueren anualmente en México por enfermedades ocasionadas por la contaminación atmosférica.
Desde 2009, el gobierno nacional ha erogado unos 15 millones de dólares en la instalación de centros de seguimiento y medición, que emplean para este fin equipos valuados en unos 38.000 dólares, aunque el lado más costoso es la operación y mantenimiento de esos aparatos.
Propuesta para avanzar
Frente a este problema, ocho organizaciones de la sociedad civil, entre las que se cuentan El Poder del Consumidor y Bicitekas, proponen en el plan denominado “Hacia ciudades saludables y competitivas: Moviéndose por un aire limpio” una serie de medidas para mejorar la calidad del aire en este país latinoamericano.
Entre ellas se destacan la actualización de regulaciones para combustibles limpios, emisiones contaminantes y demás componentes de la polución, la eliminación de los subsidios a los combustibles, reducir el uso del automóvil en las zonas metropolitanas, mejorar el transporte urbano y fortalecer los programas de seguimiento atmosférico.
El estatal Instituto Nacional de Estadística y Geografía estima en más de 40.500 millones de dólares los costos ambientales por la contaminación atmosférica.
“Se requiere una coordinación intermunicipal, porque hay un flujo importante de tráfico en las zonas metropolitanas. Es un problema macro. Las estrategias de control no deben ser locales”, sugirió Torres.
Este especialista prepara la publicación de los resultados de una investigación sobre el flujo de contaminantes provenientes de fuentes como la industria y el transporte a través de la zona que agrupa al Distrito Federal capitalino y los vecinos estados de México, Morelos, Hidalgo y Puebla. Además, lleva a cabo otra similar sobre los efectos de esa polución en la vegetación de la región.
Este año, la Ciudad de México ha emitido al menos seis alertas ambientales debido a los altos niveles de contaminación, por lo cual se desaconseja practicar actividades físicas al aire libre. Empero, esa figura no es común en el resto de grandes urbes del país.
“Los reportes tienen que ser en tiempo real, por hora, por contaminante y construir un registro histórico. Además, queda claro que las acciones de medición y disminución deben ser simultáneas”, recalcó Moncada.
Los gobiernos de los estados de la zona centro ya crearon la Comisión Ambiental Metropolitana para que aborde asuntos como los citados y trabaje en soluciones compartidas, instancia que se debe replicar en otras grandes localidades, al decir de los expertos.
El reporte “La calidad del aire en América Latina: Una visión panorámica”, publicado en marzo y actualizado en mayo por el estadounidense Clean Air Institute, pone énfasis en la necesidad de medir los niveles atmosféricos.
“No hay técnicas de monitoreo, de recolección de datos o protocolos de cálculo de promedios estandarizados a través de la región. Asimismo, hay evidencia limitada de control de la calidad o actividades de aseguramiento de la misma”, cita este documento, que analiza 42 grandes ciudades latinoamericanas sobre cinco contaminantes.
Por ello, la institución sugiere definir metas de calidad del aire basadas en estándares nacionales, asegurar un seguimiento de la calidad del aire robusto y establecer inventarios detallados de emisiones.
“Necesitamos que el tema esté en la agenda pública y debatirlo. Las autoridades ya tienen nuestra propuesta, así que puede ser un punto de partida”, declaró Martínez.