Mientras el mundo se dirige hacia un catastrófico aumento de las temperaturas de entre 3,6 y 5,3 grados, las negociaciones sobre un nuevo tratado climático se encuentran en punto muerto y los países ricos no cumplen con el financiamiento prometido para ayudar a los más vulnerables.
“El cambio climático se ha deslizado de un modo bastante franco hacia el segundo plano de las prioridades políticas”, dijo la directora ejecutiva de la Agencia Internacional de Energía (AIE), Maria van der Hoeven, en el lanzamiento de un reporte el 10 de este mes.
El nuevo informe especial de las Perspectivas de la Energía en el Mundo, “Redrawing the Energy-Climate Map” (Redibujando el mapa de energía-clima), señala que la humanidad se encamina hacia un aumento de las temperaturas mundiales de tres grados para 2100 (en comparación con los niveles preindustriales) y de entre 3,6 y 5,3 grados a más largo plazo.
Este incremento será, probablemente, de dos a tres veces más alto en los polos, liderando la pérdida de buena parte de los hielos del planeta y aumentando un metro el nivel del mar para 2100 o, incluso, mucho más en las décadas siguientes.
Todos los países han acordado trabajar para mantener las temperaturas mundiales debajo de dos grados en el contexto de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.
Hallar maneras de lograr esto ha implicado las negociaciones más complejas jamás intentadas por la humanidad, dijo la secretaria ejecutiva de la Convención, Cristiana Figueres.
En una declaración en la que comentó el informe de la AIE, Figueres señaló: “Una vez más nos recuerdan que hay una brecha entre los esfuerzos actuales y el compromiso necesario” para que las temperaturas mundiales no aumenten más de dos grados.
Esa brecha quedó dolorosamente en evidencia en la conferencia sobre el cambio climático que la Convención organizó en Bonn. Aunque este es el año 19 de negociaciones, una disputa técnica por parte de Belarús, Rusia y Ucrania en torno a la agenda estancó uno de los temas clave, que incluye la asistencia financiera para ayudar a los países a hacer frente a los impactos del cambio climático.
Finalmente las negociaciones se suspendieron el 11 de este mes, según un comunicado de la Convención.
La mayoría de las emisiones de carbono que recalientan la atmósfera proceden del mundo industrializado.
[related_articles]Reconociendo ese hecho, los países ricos acordaron en la 15 Conferencia de las Partes (COP 15) de la Convención Marco, realizada en 2009 en Copenhague, brindar ayuda financiera a los pobres, cuya responsabilidad en el cambio climático es menor pero que experimentarán muchos de sus impactos. Se supone que esos fondos serán “nuevos y adicionales” para evitar desviar los que entregan para los muy necesarios programas de asistencia o desarrollo.
Entre 2010 y 2012, los países industrializados dijeron haber aportado más de 38.900 millones de dólares en lo que se llama “Financiamiento de Inicio Rápido”.
Sin embargo, no está claro si eso son nuevos fondos o simplemente ayuda al desarrollo re-etiquetada como finanzas climáticas, dijo Laetitia de Marez, analista de políticas en la organización no gubernamental alemana Climate Analytics.
“No hay una definición acordada de qué significa ‘nuevas y adicionales’. Cada país decide por sí mismo”, dijo De Marez a Tierramérica desde Bonn.
La gran mayoría de estas finanzas climáticas se usaron para que los proyectos redujeran sus emisiones contaminantes (mitigación), como plantaciones de árboles o en energías renovables en países en desarrollo.
Esto hace poco por ayudar a las naciones más vulnerables, que carecen del dinero necesario para afrontar los impactos del cambio climático que ya están experimentando, planteó De Marez. “Debería haber una división 50-50 entre mitigación y adaptación”, sostuvo.
Todo ello importa poco si no hay financiamiento climático que dividir. En Copenhague, los países industrializados prometieron aumentar a 100.000 millones de dólares anuales para 2020 el dinero que alimentara el Fondo Verde para el Clima. Ese gradual incremento tenía que empezar este año.
Felix Fallasch, de Climate Analytics, dijo a Tierramérica que “hasta ahora hay compromisos por apenas 10.800 millones de dólares, y parte de eso cubre el período 2013-2015”.
Japón y Estados Unidos no han asumido compromisos para 2013 y dicen no estar en posición de hacerlo, agregó.
Para De Marez, “esto no es muy útil que digamos” y “les da a otros países como India y China una excusa conveniente para evitar tomar medidas fuertes en relación al clima”, apuntó.
Está previsto que el Fondo Verde sea un organismo independiente que administre el financiamiento climático, pero todavía no está operativo. Sin esos recursos, que sumen miles de millones de dólares, es muy improbable que haya un nuevo tratado climático, como se esperaba para 2015, sostuvo.
La coalición Climate Action Network, que reúne a más de 700 organizaciones de la sociedad civil, insta a los países industrializados a comprometer 20.000 millones de dólares anuales este año y los próximos dos en la 19 Conferencia de las Partes (COP 19) de la Convención Marco, que tendrá lugar en noviembre en Varsovia.
Los países donantes esperan que la mayor parte de este dinero proceda del sector privado. Eso será difícil, con los muy bajos precios que dominan los mercados de carbono y las pocas perspectivas de ir más allá de 10 o 15 dólares la tonelada, según la Asociación Internacional de Comercio de Emisiones.
El Fondo Verde ayudará a reducir el riesgo de las inversiones privadas, pero es probable que los retornos sean mucho mayores en la vieja “economía marrón” que en la nueva “economía verde”, sostuvo De Marez.
Algunos países en desarrollo y buena parte de la sociedad civil se oponen a las inversiones privadas y a aplicar enfoques de mercado a la crisis climática.
“No estamos hablando de ganar dinero para cualquiera. Estamos intentando abordar el cambio climático”, dijo Bernarditas Muller, negociadora del gobierno de Filipinas.
El dinero del Fondo Verde debería dispensarse para los estados que más los necesiten y no usarlos con la mira puesta en los retornos de las inversiones, señaló Muller en el marco de la reunión de Bonn.
Dado que actualmente las condiciones económicas en los países industrializados son deficientes, en términos generales, sus gobiernos tienen poca avidez por asumir nuevos compromisos financieros, advirtió Sivan Kartha, de la división estadounidense del Instituto de Estocolmo para el Medio Ambiente.
“Eso no va a cambiar hasta que el público se alarme más e impulse a sus gobiernos a apoyar a países que necesitan asistencia y así aportar para volver verdes sus economías”, puntualizó Kartha en una conferencia de prensa en Bonn.
“Necesitaremos mucho más compromiso público”, sentenció.