Niñas y niños malienses refugiados en Senegal sin educación

Dos niñas tuaregs juegan en el campamento de refugiados de Goudebo, en Burkina Faso. Crédito: Marc-André Boisvert/IPS.
Dos niñas tuaregs juegan en el campamento de refugiados de Goudebo, en Burkina Faso. Crédito: Marc-André Boisvert/IPS.

Mariama Sow, viuda de 30 años, trata de llevar lo más parecido a una vida normal junto a sus tres hijos en la capital de Senegal, tras abandonar en junio la histórica ciudad de Tombuctú, en el norte de Malí, que el año pasado cayó bajo control de grupos rebeldes islamistas.La familia ahora goza de una seguridad relativa en casa de la hermana mayor de Mariama, a la que ayuda a mantener sus dos tanganas (restaurantes informales).

"La ocupación (islamista) no tuvo nada bueno, perjudicó a mucha gente y seguirá afectando a muchas personas en los próximos años", dijo Sow a IPS, aunque no quiso profundizar y solo agregó que fue un "infierno".

"Aunque nunca olvidaré lo que pasó, decidí dejarlo atrás y concentrarme en el futuro de mis tres hijos que ahora pueden comer bien gracias al apoyo de mi hermana mayor", dijo visiblemente emocionada.

La imposición de la shariá (ley islámica) en el norte de Malí, añadió, perjudicó no solo a las mujeres, sino a toda la población en las zonas tomadas por los rebeldes.
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A Sow le preocupa su hijo mayor, de ocho años, que no va a la escuela desde abril de 2012, cuando los grupos islamistas aliados a la red extremista Al Qaeda tomaron control del norte de Malí. Sus hijas, de cuatro y dos años, todavía son muy pequeñas.

"El primer año de escuela de mi hijo quedó interrumpido por la ocupación. Es un problema porque hace un año que tiene clases y el año que viene cumplirá nueve. No sé cuándo se instalará la paz definitiva para que pueda reintegrarse", indicó.

Pese a que la operación militar encabezada por Francia, a solicitud del gobierno interino de Dioncunda Traoré, logró en enero expulsar a los rebeldes, todavía falta mucho para pueda instalarse la paz definitiva. Los islamistas recurren ahora a ataques suicidas y a otras estrategias de guerrilla.

El informe "Malí tras la operación militar francesa", divulgado en febrero por el Instituto de Estudios sobre Seguridad, con sede en Sudáfrica, pide estabilizar y garantizar rápidamente la seguridad del norte tras su liberación.

"Para consolidar los logros militares y dado que Francia expresó su deseo de reducir su presencia, o por lo menos de que el compromiso sea multilateral, la idea es que ahora se despliegue una operación de la Organización de las Naciones Unidas que reemplace a la Afisma (Misión Internacional de Apoyo a Malí liderada por África)", reza el informe elaborado por Lori Anne Théroux-Bénoni.

El conflicto en el norte de Malí obligó a miles de hombres, mujeres, niños y niñas a abandonar sus hogares. La oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) tiene registrados 167.370 malienses en los cinco países vecinos.

Mauritania alberga a la mayor cantidad de refugiados, con 68.385 personas, seguida de Níger, con 50.000, y de Burkina Faso, con 48.939. Además, se registraron 26 en Guinea y 20 en Togo.

El funcionario responsable de la situación en Malí de la oficina de Acnur para África occidental, Awo Cromwell, dijo a IPS que hay 31 solicitantes de asilo malienses en Senegal, cuya situación todavía debe ser analizada por la Comisión Nacional de Elegibilidad del Ministerio del Interior de este país.

"Son siete mujeres, 24 hombres y tres menores", apuntó.

Sow está refugiada en Senegal, pero no está registrada por Acnur, pues tuvo suerte de tener familia aquí. En cambio, la mayoría de los malienses que huyeron están obligados a vivir en campamentos en Níger, Mauritania y Burkina Faso.

Pero el problema de escolarización de los menores es el mismo para todos.

"Muchos niños y niñas malienses de los campamentos de refugiados ya se perdieron varias semanas y meses de clases. Si no comienzan pronto se perderán todo el año y corren el riesgo de no reintegrarse a la escuela cuando regresen a Malí", dijo Laurent Duvillier, especialista en comunicaciones de la oficina del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia para África central y occidental, en entrevista con IPS.

"El futuro de los escolares malienses no debería estar en juego por ser refugiados. ¿Cómo podrá reconstruirse Malí si miles de niños y niñas no tienen acceso a la educación?", preguntó.

Duvillier dijo que los menores que escaparon de la violencia en Malí han sufrido mucho, y que regresar a la escuela es una forma de recuperar una "vida normal", pues juegan con otros niños, aprenden y ríen.

Los padres refugiados no tienen mucho tiempo para cuidar a sus hijos, apuntó.

"Si no se les presta atención, los menores quedan expuestos a todo tipo de abusos y violencia. Es un gran alivio para los padres saber que están seguros en un lugar donde puedan aprender y jugar sin peligro", explicó Duvillier.

También dijo que, junto con Acnur, Unicef trabajaba para capacitar a maestros voluntarios, distribuir materiales y montar tiendas de campaña donde se puedan dar clases tanto en Níger como en Mauritania y Burkina Faso, además del propio Malí.

"Pero lamentablemente, todavía hay muchos niños malienses que no tienen acceso a la educación. Tenemos que tener más alumnos, más personal capacitado y equipado, y asegurarnos de que lo que aprenden les sirva cuando regresen a Malí", puntualizó.

"Se necesitan más recursos pues las necesidades en materia educativa aun carecen de fondos", añadió.

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