En el mercado de Hamarweyne, el mayor de la capital de Somalia, Maryama Yunis, de 24 años, tiene éxito con su puesto de venta de cosméticos.
Hace dos años que esta joven somalí está en el negocio, vendiendo toda clase de productos, como jabones, champús, lápices labiales y delineadores. Ahora está empezando a generar ingresos decentes.
«Conforme más mujeres jóvenes somalíes se preocupan por su apariencia y les gusta cuidarse, el negocio de la cosmética crece naturalmente y yo aprovecho esa demanda», explicó Yunis a IPS en Mogadiscio.
Yunis integra el creciente número de mujeres en este país, tradicionalmente musulmán conservador, que abren su propio comercio para adquirir independencia financiera y crecer en estatus socioeconómico.
En esta nación del Cuerno de África, incluso las mujeres con educación están relegadas a criar a sus hijos, pero las actitudes de la población se están transformando, destacó la activista social Hawa Dahir.
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«Los tiempos están cambiando en Somalia, y ahora la gente es más consciente del potencial empresarial que tienen las mujeres, y se acepta más que puedan jugar un papel en la economía familiar y nacional», explicó a IPS.
La propia Yunis tiene un título universitario. Estudió enfermería pero optó por seguir su sueño de abrir su propia empresa.
«Con la ayuda de mi madre pude convencer a mi padre de que me permitiera seguir mi sueño y abrir el negocio. Con el dinero que estoy ganando me hice más independiente y me convertí en una inspiración para muchas otras jóvenes», dijo Yunis.
Pero, para muchas somalíes, entrar al mundo de los negocios no es una opción, si una obligación debido al fallecimiento o el desempleo de sus esposos, según Dahir, quien realizó estudios sobre el papel de las mujeres en el sector empresarial.
Faduma Maow tiene un negocio en el mercado de Bakara, en Mogadiscio, donde vende ropa desde que murió su esposo hace tres años. Esta mujer contó a IPS que tiene que llevar a la escuela a sus cuatro hijos, de entre siete y 15 años, antes de ir a trabajar.
«Es difícil ser una madre que trabaja, pero también puede ser provechoso. Soy financieramente independiente y estoy orgullosa de decir que avanzo hacia mi meta de criar a una familia y construir un futuro estable para mí y para mis hijos», indicó Maow.
Dahir señaló que, aunque no hay estadísticas confiables sobre el número de emprendedoras somalíes, su creciente presencia en el sector de negocios del país es «palpable».
«Muchas mujeres comenzaron sus negocios aquí en (el mercado de) Sinaí y en otros de Mogadiscio», indicó Rahmo Yarey, propietaria de un salón de té.
«También escuché que lo mismo sucede en mercados de otras regiones. Las mujeres se están convirtiendo en las personas que llevan el pan a los hogares de nuestro país», dijo a IPS.
Las somalíes participan de una amplia gama de pequeños negocios, como venta de ropa, cosméticos, frutas, verduras y hojas de árbol de khat, que en este país se mastican como estimulante.
Hay mujeres vendiendo tanto en mercados como en las esquinas de Mogadiscio, y lo hacen todo ellas mismas con muy poca asistencia.
Las empresarias admiten que deben afrontar muchos desafíos. El primero de ellos es conseguir el capital inicial para su negocio.
Muchas instituciones de crédito locales e internacionales cerraron sus sucursales en Somalia tras el colapso del gobierno central en 1991, que marcó el comienzo de dos décadas de guerra civil.
Ahora existen un par de bancos, pero uno de ellos solo se dedica a administrar ahorros y remesas de somalíes en el exterior. El otro sí ofrece préstamos, pero solamente con la contrapartida de una garantía, y muy pocas mujeres en este país cuentan con una.
«No es fácil obtener dinero para comenzar un negocio, mucho menos si eres mujer», se lamentó Aisha Guled, comerciante de khat, en diálogo con IPS.
Ella solo pudo abrir su negocio gracias al apoyo de un pariente, y desde entonces ha tenido que trabajar duro para mantenerlo.
«La mayoría de nosotras comenzamos con lo poco que pudimos obtener y luego luchamos por ascender. Algunas no lo logran, otras siguen estancadas en el comienzo, pero algunas tienen suerte de lograr ganancias pronto y expandirse», indicó.
Aunque las autoridades somalíes aseguran hacer todo lo posible para ayudar a las pequeñas empresarias, un funcionario del gobierno admitió a IPS que este no se encontraba en condiciones de ofrecerles apoyo financiero.
«La creación de un ambiente seguro para que operen las mujeres es una prioridad», dijo el funcionario, quien pidió preservar el anonimato.
«A pesar de los desafíos que afrontan las emprendedoras en Somalia, estas demuestran estar a la altura del desafío de ser hábiles negociantes y a la vez mantener sus roles como madres y esposas», dijo Dahir.
La activista exhortó a los académicos del país a estudiar el ascenso de las mujeres en el sector empresarial y en la política.
«Es solo cuestión de tiempo para que veamos a muchas mujeres unirse a los hombres de forma igualitaria para la reconstrucción de nuestro país», dijo Yunis. «Nuestra sociedad se está transformando gracias, en parte, a que los tiempos están cambiando. Las mujeres estarán en un mismo plano con los hombres en cada área», auguró.