Cada ser viviente, desde las bacterias hasta el presidente Barack Obama, está hecho de carbono procedente de la explosión de las estrellas.
Miles de millones de años atrás, las partículas de carbono y otros polvos estelares formaron la Tierra. El carbono es la base de la vida, pero la mayor parte de este elemento desapareció en las profundidades del planeta, estiman ahora los científicos. Y, aunque parezca increíble, la vida prospera en las capas rocosas ubicadas varios kilómetros bajo nuestros pies.
"Los microbios sobreviven comiendo roca en esas profundidades", dijo Robert Hazen, director ejecutivo del Deep Carbon Observatory (observatorio del carbono profundo), un proyecto internacional de investigación sobre el funcionamiento interno del planeta.
"La vida es muy diferente bajo esas tremendas presiones y temperaturas", dijo Hazen a Tierramérica.
La variedad de vida bacteriana en profundidades donde la presión es extremadamente alta constituye una suerte de "Galápagos" subterráneo, sostuvo.
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"Haga un hoyo de uno o dos kilómetros de profundidad en cualquier parte y hallará una comunidad microbiana escasa pero resistente", dijo Isabelle Daniel, de la Université Claude Bernard en Lyon, Francia.
"Estos microbios que viven en las grietas y fisuras más diminutas de las rocas sobreviven gracias a la energía química de los minerales", señaló Daniel, una de cientos de científicos que participan en Deep Carbon Observatory.
Los análisis genéticos revelan una diversidad de microorganismos, la mayoría unicelulares, aunque muy por debajo del suelo oceánico viven organismos con estructuras celulares más complejas, similares a los hongos. Los investigadores estiman que se trata de seres extraordinariamente longevos, que posiblemente vivan millones de años.
"También hay una enorme cantidad de virus", con su información genética "cuidadosamente alojada en células vivientes", dijo Hazen.
Pero estos virus no matan a los organismos en los que se alojan, sino que permanecen dormidos durante cientos o miles de años, a la espera de que una célula tenga suficiente alimento para reproducirse y entonces se vuelven activos.
Los científicos incluso especulan con que la vida pueda haberse iniciado varios kilómetros bajo tierra.
"Las profundidades subterráneas pueden haber sido el laboratorio natural para el origen de la vida, con múltiples 'experimentos' simultáneos", dijo John Baross, de la University of Washington, con sede en Seattle, coeditor del libro "Carbon in Earth" (El carbono en la Tierra), que resume los primeros tres años de trabajos del observatorio.
La obra se presentó en una reunión científica internacional celebrada entre el 3 y el 5 de este mes en la sede de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, en Washington.
"El observatorio puede hallar formas de vida totalmente nuevas a medida que lleguemos a mayores profundidades y temperaturas y a presiones más altas. Y es bastante posible que la vida más profunda de la Tierra no utilice el ADN (ácido desoxirribonucleico) y las proteínas del modo en que lo hacen las células normales", señaló Baross en un comunicado.
El carbono es el elemento más importante de la Tierra. No solo está presente en todas las formas de vida, sino prácticamente en todos los materiales de los que depende la humanidad: plásticos, petróleo, medicamentos, tinturas y materiales de construcción, dijo Hazen.
"Ningún otro elemento contribuye de modo tan crucial al bienestar y a la sustentabilidad de la vida en la Tierra, incluida la especie humana", agregó.
El ciclo del carbono superficial es bien conocido: los animales inhalan oxígeno y exhalan dióxido de carbono, mientras que las plantas hacen el proceso inverso.
Pero hay otro ciclo del carbono, de muy largo plazo, que implica la salida de enormes volúmenes de este elemento de las profundidades del planeta hacia la superficie a través de volcanes y afloramientos en las crestas oceánicas.
A su vez, el carbono es eliminado de la superficie de la Tierra en las zonas de subducción donde el suelo oceánico se hunde y las placas continentales se deslizan unas sobre otras, dijo Rajdeep Dasgupta, de la Rice University en Houston, Texas.
A su vez, en las zonas donde hay movimientos tectónicos (terremotos), "el carbono de la superficie vuelve a sumergirse en el manto terrestre", explicó a Tierramérica.
Esta forma de secuestro de este elemento reviste un particular interés ante el enorme aumento de las emisiones humanas de carbono en forma de gas a la atmósfera, que está causando el cambio climático, señaló.
El petróleo, el carbón y el gas son carbono de materia vegetal hundido en las profundidades durante millones de años. La quema de estos combustibles libera ese antiguo carbono.
A través de las eras geológicas (millones de años), el planeta regula la cantidad de carbono que hay en la atmósfera, enterrándolo en lo profundo del suelo, dijo Dasgupta. Uno de los objetivos del observatorio, que completará su trabajo en 2020, es determinar cuánto carbono se "exhala" y se entierra en ese largo ciclo.
"El carbono es asombroso, fascinante y fundamental para nuestro bienestar. Necesitamos saber todo lo que podamos sobre él", concluyó Hazen.
* Este artículo fue publicado originalmente el 9 de marzo por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.