Cuando Borsha, una bebé de nueve meses, fue admitida en enero en el Centro Internacional para la Investigación sobre la Diarrea en Bangladesh, estaba al borde de la muerte. Padecía una enfermedad llamada desnutrición aguda severa, muy conocida para demasiados de los 150 millones de habitantes de este país de Asia meridional.
Su peso era peligrosamente inferior al normal.
A su madre, de 26 años, que había viajado 30 kilómetros desde su pueblo natal de Dhamrai para que la niña recibiera el mejor tratamiento posible en Dhaka, la capital, le preocupaba que los médicos no pudieran salvarla.
Pero gracias a una intervención oportuna, ahora Borsha tiene una nueva oportunidad de vivir, y no será una más de los miles de niños y niñas que perecen por falta de acceso a una nutrición adecuada.
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Borsha es beneficiaria de varios intentos de frenar la desnutrición severa, responsable de la muerte de un millón de niños al año. Solamente en Bangladesh, unos 600.000 niños sufren esa enfermedad, y una cantidad sustancial de ellos fallecen sin haber recibido el tratamiento necesario.
El mal se caracteriza por una deficiencia severa de micronutrientes vitales como el cinc, el hierro y el yodo, así como de vitaminas cruciales. Estos niños corren serio riesgo de contraer una serie de otras infecciones.
Un peso muy bajo en relación a la altura, brazos delgados, un cuerpo con señales de emaciación, pies hinchados y depresión de los globos oculares son síntomas comunes de la desnutrición aguda.
Los niños afectados por esta enfermedad corren nueve veces más riesgo de muerte que los que tienen una nutrición normal.
Hasta hace poco, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) recomendaban que los niños desnutridos fueran remitidos a un hospital para recibir dietas terapéuticas junto con el tratamiento médico requerido.
Pero lo que salvó la vida de Borsha, y lo que los expertos esperan que salve las de millones de otros menores de cinco años que padecen desnutrición en Bangladesh, no fue el haber ingresado al hospital.
Luego de una década de pesquisas, los expertos del Centro Internacional para la Investigación sobre la Diarrea concluyeron que los niños con desnutrición aguda severa pueden ser tratados en sus hogares con alimentos terapéuticos listos para usar, elaborados en base a ingredientes disponibles localmente.
Excepto en casos de complicaciones médicas imprevistas, esta práctica casi elimina la necesidad de un viaje potencialmente mortal desde la casa al hospital.
De hecho, los científicos descubrieron que tratar a los niños en sus hogares o dentro de la comunidad con alimentos terapéuticos listos para usar reduce hasta 55 por ciento los casos fatales, y es efectivo en todos los bebés que rondan los seis meses de edad.
"El protocolo previo de manejo estandarizado para tratar la desnutrición aguda severa consistía en (administrar la nutrición) a un ritmo lento, de a intervalos infrecuentes, con duraciones más breves de fluido intravenoso. El nuevo protocolo que desarrollamos ahora es exactamente lo contrario: una dieta de emergencia con una terapia más prolongada de rehidratación que se brinda con más frecuencia y a un ritmo más rápido", dijo a IPS el médico Iqbal Hossain, investigador clave del Centro.
"La investigación que desarrollamos desde 1997 muestra que la mortalidad cayó de 17 por ciento a menos de cinco por ciento de los casos reportados" como resultado directo de este nuevo protocolo, agregó.
Otro "secreto del éxito", según Iqbal, es el "halwa" o "khichuri", mezcla de pasta de arroz y lentejas con aceite de soja, melaza, finos granos de cereales, garbanzos y algunas verduras hervidas, que constituyen el complemento alimentario terapéutico listo para usar.
"El halwa y el kuchuri son social y culturalmente aceptables y baratos, y están disponibles para las personas que padecen inseguridad alimentaria", dijo a IPS Nuzhat Choudhury, científico adjunto al Centro.
Un gran logro
Por lo general, el tratamiento de la desnutrición aguda severa tiene tres etapas: estabilización, rehabilitación nutricional y seguimiento.
Hasta hace muy poco, en Bangladesh, la enfermedad se trataba en el ámbito hospitalario, requiriéndose internación.
El aumento de peso es un aspecto crucial del tratamiento, y la terapia intensiva con micronutrientes continúa durante tres meses, con miras a incrementar 10 gramos por kilogramo cada día.
Pero la mayoría de los casos en los entornos rurales no podían recibir atención clínica, en buena medida porque no suele haber una búsqueda activa de casos de la enfermedad en las aldeas.
Además, pocas familias en el país donde alrededor de 40 millones de personas viven bajo la línea de pobreza- pueden pagar la atención hospitalaria, a lo que se suma que la mayoría de los hospitales carecen de las instalaciones necesarias para manejar la enorme cantidad de casos de desnutrición severa.
"Alrededor de 85 por ciento de quienes sufren desnutrición aguda severa no pueden pagar la atención hospitalaria o prevenir la mortal enfermedad en sus comunidades", dijo a IPS el médico Tahmeed Ahmed, líder del equipo investigador del Centro.
"Para afrontar esto hemos capacitado a trabajadores comunitarios de la salud, madres y otros (miembros de las aldeas), a fin de que difundan las técnicas de manejo de la enfermedad", añadió.
Según Ahmed, esto es similar a la solución de rehidratación oral que se da a los niños que padecen diarrea, que ahora también se administra en el hogar.
Ahmed es un pediatra de prestigio internacional y director del Centro para la Nutrición y la Seguridad Alimentaria en el Centro, y ayudó a diseñar los cursos de capacitación sobre el manejo de la desnutrición aguda severa para países como Afganistán, Tanzania, Uganda, Papúa Nueva Guinea y otros, con el apoyo de la OMS, Unicef y la sección dedicada a la nutrición en la Agencia Internacional de Energía Atómica.
Mariam, cuyo hijo Tanvir, de un año, fue admitido en el Centro en enero, cree que la capacitación de madres y miembros de la comunidad es invalorable.
"Sin el conocimiento sobre cómo manejar la enfermedad morirían miles de niños. Todas las madres deberían aprender cómo preparar la dieta local; es simple, fácil y, sobre todo, salva vidas", dijo Mariam a IPS.
Médicos y enfermeros en hospitales y clínicas de todo el país también fueron capacitados y ahora promueven mejores prácticas en áreas rurales, particularmente en las regiones agrícolas del noroccidente, en Rajshahi y Rangpur, donde es común la escasez de alimentos y a menudo los niños padecen raquitismo y bajo peso.
Aunque la mortalidad en los hospitales que tratan el mal todavía es de entre 20 y 30 por ciento, las comunidades que tienen conocimiento de cómo manejar el problema lo han reducido a cinco por ciento.
El Centro tiene planes de brindar a las familias rurales bolsitas higiénicamente empacadas de alimentos terapéuticos listos para usar que no requieren refrigeración o cocción y que pueden ser almacenadas a temperatura ambiente durante meses.
La OMS cita a la desnutrición como la mayor amenaza a la salud pública mundial. Esfuerzos como los que se desarrollan en Bangladesh están haciendo que el planeta esté más cerca de lograr el cuarto Objetivo de Desarrollo de las Naciones Unidas para el Milenio, que busca reducir dos tercios la mortalidad de los menores de cinco años para 2015.