Pescadores de El Salvador en disputa por recursos menguantes

De pie junto a su lancha, el salvadoreño Víctor Flores, recién llegado del mar, miraba decepcionado el resultado de la faena de dos días: 10 pescados amontonados en el centro de su embarcación.

«Uno se mete al mar contento de que va a traer la comida, pero hoy no quiero llegar a casa, de vergüenza y tristeza», dijo Flores, oriundo del Puerto de la Libertad, en el sudoeste de El Salvador y sobre la costa del océano Pacífico.

En el muelle recalaban las lanchas y bullía la actividad: vendedoras ofreciendo mariscos a potenciales compradores y jóvenes, cuchillo en mano, fileteando corvinas y pargos. Mientras, en el malecón, músicos octogenarios tocaban cumbias y boleros de antaño a los comensales de los restaurantes.

Flores, de 44 años y piel tostada, recordó a IPS que años atrás la mesa familiar siempre tenía bagres, pargos, corvinas o macarelas (caballas).

Pero la pequeña pesca ya no rinde los mismos frutos, dijeron a IPS pescadores artesanales de Puerto de la Libertad y de otras zonas costeras.
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Para ellos, la escasez tiene un responsable: la pesca de arrastre practicada durante décadas por grandes barcos camaroneros, que «dragan» el fondo marino y se llevan de paso otras especies y ejemplares muy jóvenes que no han terminado su ciclo de maduración.

Detener la pesca de arrastre es vital para conservar las especies marinas en este pequeño país centroamericano, sostienen especialistas. Pero en la reducción de las pesquerías también influyen otros factores, como la contaminación y el cambio climático, agregan.

«Es una mezcla de razones, no se puede decir con certeza que es solo por efecto de sobrepesca», explicó Enrique Patiño, presidente de la Fundación ProPesca, que busca el aprovechamiento sustentable de los recursos acuáticos de América Central y el Caribe.

Pero lo urgente es detener la técnica de arrastre, pues tiene un impacto inmediato, dijo Patiño a IPS.

Tampoco el camarón abunda como antes. La captura del crustáceo cayó 35 por ciento entre 2005 y 2011, señala el «Análisis de la situación de la pesca de camarón, la camaronicultura y las especies relacionadas a las mismas en El Salvador», publicado en mayo del 2012 por la Organización del Sector Pesquero y Acuícola del Istmo Centroamericano y la FAO.

Más preocupante aún, «desde el año 2005 ha sido imposible calcular la biomasa pescable del camarón», afirma el estudio, escrito por Lilián Orellana. «La falta de monitoreos de investigación y de estimación de los reservorios de la especie dificultan la determinación de los stocks existentes».


La mengua de las capturas pone en duda la capacidad de alimentarse de unas 128 comunidades costeras, desparramadas en un litoral de 321 kilómetros.

El pescado es parte esencial de la dieta de unos 28.000 pescadores artesanales y de sus familias, y también de quienes se dedican a actividades vinculadas, como el pequeño comercio de este alimento.

La gente de la costa es feliz cuando se sienta frente a un plato de pescado frito, frijoles salcochados (hervidos) y un tomate en rodajas, describió el pescador Fredy Pérez, de 47 años.

«En El Salvador, 95 por ciento de la pesca artesanal es consumida en el país», afirmó Patiño, así que «claro que es importante para la seguridad alimentaria».

El consumo anual de pescado en América Latina y el Caribe es el segundo más bajo en el mundo, después del de África, con apenas 9,9 kilogramos por persona, indica «El estado mundial de la pesca y la acuicultura 2012» publicado por la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura).

En América del Norte, por ejemplo, la ingesta anual es de 24,6 kilogramos por habitante.

Y si la pesca de arrastre no se detiene, el acceso a esas proteínas de gran calidad seguirá cayendo.

Luego de una década de cabildeos, en abril de 2011 dos federaciones de pescadores artesanales lograron que el Poder Legislativo estableciera una zona de exclusión de tres millas marinas para los barcos camaroneros industriales que aplican pesca de arrastre.

En respuesta, las empresas aglutinadas en la Cámara Salvadoreña de Pesca y Acuicultura (Campac) interpusieron en febrero de 2012 un recurso de inconstitucionalidad contra la reforma legal ante la Corte Suprema de Justicia.

Es que esa ley «está obligando a las empresas a cerrar sus operaciones, porque no es viable que subsistan fuera de esa zona», comentó a IPS el presidente de la Campac, Waldemar Arnecke.

Las capturas menguantes también se hacen sentir en el sector camaronero industrial. Y esa franja de tres millas representa 61 por ciento del área productiva. Actualmente solo faenan 30 barcos de la Campac, mientras se estima que hay unas 5.800 pequeñas embarcaciones de pescadores artesanales.

Los camaroneros argumentan que la norma violenta el principio de igualdad. «No se puede dar exclusividad en el uso del mar, dejar a unos dentro y a otros fuera», señaló Arnecke.

La importancia económica del camarón como producto de exportación también viene decayendo desde la década de 1990 –en favor de la nueva estrella, el atún– y con ella el peso de la Campac. El estudio de Orellana estima que el sector genera 175 empleos directos y 210 indirectos.

Según Arnecke, las entidades que promovieron la reforma no representan a todo el espectro de la pequeña pesca. De hecho, la Campac se alió a la recién creada Federación de Cooperativas de Pescadores Artesanales de la Bahía de Jiquilisco, Puerto El Triunfo, que aglutina a 12 asociaciones, para trabajar en proyectos ambientales en esa zona del sudeste del país.

Mientras, afiliados a la Federación de Asociaciones Cooperativas de Pescadores Artesanales de El Salvador y a la Federación de Cooperativas de Productos y Servicios Pesqueros de La Paz (Fecoopaz) viajaron a la capital el 23 de enero para presentar sus alegatos en favor de la ley ante los magistrados de la Corte Suprema.

«Estamos defendiendo la seguridad alimentaria y para ello necesitamos defender las tres millas», dijo en conferencia de prensa el pescador Armando Erazo, presidente de la junta de vigilancia de Fecoopaz.

Los pequeños pescadores denunciaron que la industria camaronera viola constantemente la ley, que sigue vigente.

Arnecke reconoció que algunos barcos pueden haber incursionado en la zona restringida y que las autoridades tienen ya registrados varios casos. IPS no pudo confirmar este dato, pues no obtuvo respuesta de los funcionarios del Centro de Desarrollo de la Pesca y la Acuicultura, que regula el sector.

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