SALUD-ZIMBABWE: El alivio sale caro

Las hijas de Gily Ncube, en Zimbabwe, tuvieron que vender pollos durante dos semanas para poder reunir los 18 dólares necesarios para comprar las pastillas de morfina que toma su madre cada cuatro horas.

En un país donde el desempleo afecta a 70 por ciento de la población económicamente activa, 18 dólares por una botella de 60 pastillas de 10 miligramos cada una es un alto precio, equivalente al de unos 18 panes.

Pero esta pequeña familia rural no tiene otra opción: la morfina es lo único que alivia el dolor de Ncube y le permite dormir por las noches.

Ncube (no es su nombre real) tiene un cáncer en etapa cuatro en las vértebras cervicales, y está prácticamente postrada. Más que un tratamiento, lo que desea es librarse del dolor que sufre por su enfermedad.

La morfina, una droga controlada derivada del opio, le provee a Ncube y a otros pacientes como ella un poco de alivio. Una dosis diaria de unos 40 miligramos le permite sentarse erguida e incluso hacer algunas tareas en la casa.
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Pero, a los precios actuales, pocos pueden comprar la droga cuando la necesitan.

El dolor es patente en el rostro de Ncube cuando cuenta su historia: desde hace seis meses está en una lista de espera para recibir radioterapia en el Hospital Mpilo de Bulawayo, la segunda ciudad más grande de Zimbabwe, ubicada a unos 430 kilómetros al sudoeste de Harare.

La máquina de radioterapia estuvo rota mucho tiempo, y solo hace poco instalaron una nueva.

"El dolor es inimaginable", dijo Ncube a IPS en su casa. Señalando una botella de plástico llena de paracetamol, un analgésico suave, añadió: "Eso es todo lo que puedo obtener en el hospital".

Sin embargo, de los aproximadamente 7.000 pacientes de cáncer en el país, Ncube es una de las pocas afortunadas en recibir ayuda y a veces morfina del Hospicio "Island" de Bulawayo, que funciona desde 1982.

Autoridades del hospicio dijeron a IPS que el sistema de salud es tan inadecuado que muchos pacientes han muerto esperando sin haber logrado concretar una cita con el oncólogo, muchas veces sufriendo dolor severo a pesar de tener receta para recibir morfina.

La monja Adelaide Nyathi, quien trabaja en el hospicio, tiene más de 90 pacientes de cáncer a su cargo. Realiza visitas semanales para ver cómo se encuentran, y les lleva todos los analgésicos y alimentos posibles, pero sobre todo apoyo emocional.

Nyathi dijo que el hospicio depende de las donaciones de morfina para asistir a los pacientes.

"La mayoría de nuestros pacientes se encuentran en una etapa avanzada de cáncer, en la que las drogas que no son opiáceas ya no pueden hacer nada con el dolor", explicó a IPS.

"Los pacientes me dicen que intentan acostumbrarse al dolor, pero nunca es fácil", añadió.

Aunque el gobierno de Zimbabwe estimó en 7.000 los pacientes de cáncer, trabajadores de la salud señalan que el número real es mucho mayor, pues muchos mueren mucho antes de que se les pueda diagnosticar la enfermedad.

Los servicios son muy limitados, y una de las pocas alternativas que les quedan a los pobres, el Hospicio de Bulawayo, está en riesgo de clausura debido a los altos costos para operar y las escasas donaciones.

El hospicio tiene apenas cinco enfermeras que cuidan a casi 200 pacientes de cáncer en toda la ciudad, a los que visitan cada semana.

A Sekesai Dziva (no es su nombre real) se le diagnosticó cáncer de garganta en 2010, y desde entonces atravesó grandes dificultades. Sus hijos trabajaron contrarreloj para reunir 84 dólares con el fin de comprar las pastillas para la quimioterapia, que apenas la mantenían con vida.

Pero, muchas veces, el dinero se acababa, y entonces ella no tenía otra opción que resistir el dolor. Murió hace seis meses, dejando detrás a tres hijos adolescentes.

Aunque las pastillas y las inyecciones de morfina son fabricadas en Zimbabwe, el costo es aún prohibitivo para muchos, una situación que un experto en salud cree que podría ser rectificada con el uso de morfina liquida.

Se podría capacitar a técnicos farmacéuticos e incluso a enfermeras a prepararla en instituciones de salud, dijo a IPS el director del Hospicio "Island" de Harare, Dickson Chifamba.

"Sabemos que muchos pacientes no pueden comprar las pastillas de morfina porque 18 dólares es mucho dinero", señaló. "Esos 18 dólares pueden transformarse en 54 dólares al mes, incluso para alguien que toma una dosis baja, de una pastilla cada cuatro horas", añadió.

"La morfina líquida es una buena opción si podemos tener a trabajadores de la salud capacitados en su preparación con morfina en polvo", dijo Chifamba. "Los farmacéuticos lo pueden hacer, pero por lo general se lamentan de que les saca mucho tiempo".

Hay esfuerzos en marcha para involucrar a socios locales y extranjeros en la capacitación del personal médico para la preparación de la morfina líquida.

"La forma líquida hará que (la droga) sea más barata. También es más conveniente distribuirla a través de los hospitales del gobierno", sostuvo.

Según la Autoridad de Control de Medicamentos de Zimbabwe, los hospitales y las farmacias están habilitadas a almacenar morfina en polvo para hacer preparaciones líquidas, lo cual es más barato y conveniente para los pacientes demasiado enfermos como para ingerir pastillas.

En colaboración con la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes, la Autoridad realiza estadísticas a nivel nacional para decidir la cantidad de morfina que se debe distribuir en todo el país cada año.

En 2012, según el director general de la Autoridad, Gugu Mahlangu, Zimbabwe utilizó un total de 3,6 kilogramos de morfina, a pesar de que había destinado 11,25.

Mahlangu añadió que el uso de drogas analgésicas como la morfina es muy bajo en África, con la excepción de Sudáfrica, en comparación con el resto del mundo.

"Quizás deba cambiar la actitud del personal médico hacia la administración del dolor" en los pacientes, sostuvo.

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