Indonesia, el país con mayor cantidad de musulmanes del mundo, encontró una forma de disuadir el fundamentalismo: promover el sufismo, cuyos fieles se visten de forma recatada, los hombres usan barba corta y gorro blanco e imitan los modos del profeta Mahoma.
A diferencia de los fundamentalistas que pueden recurrir a la violencia para imponer sus convicciones, los mahometanos sufistas pregonan el amor.
"El conflicto entre las religiones tiene que ver con la política y no nos metemos con eso. El profeta Mahoma predica el amor y mi maestro espiritual me enseñó tolerancia", explicó a IPS el fotógrafo indonesio Mohammad Revaldi, de 35 años. "El gobierno ayuda a los sufistas porque le teme al fundamentalismo", añadió.
Indicó que en las reuniones más importantes del sufismo que hay en Indonesia se pueden ver funcionarios de varios organismos del Estado, de la policía y militares.
Los movimientos fundamentalistas proliferan en Indonesia desde los años 80, en parte es una tendencia global que se arraigó en un creciente malestar popular por la corrupción, el nepotismo y la indiferencia de los gobiernos islamistas frente a la pobreza y la paulatina influencia de Occidente.
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Los atentados terroristas en la localidad turística de Bali de 2002 y 2005, que dejaron más de 200 personas muertas, redoblaron los esfuerzos del gobierno en busca de combatir el fundamentalismo, no solo con medidas severas de las fuerzas de seguridad, sino con armas suaves como el sufismo islámico.
El sufismo es una vertiente mística del Islam que busca el conocimiento y la cercanía de Dios en la vida cotidiana. Los fieles sufís, cuyas raíces se remontan al yerno del profeta Mahoma, Ali, creen en la unidad de la existencia y respetan otras religiones.
Durante un gran encuentro del sufismo en Java oriental en enero de 2012, el presidente de Indonesia, Susilo Bambang Yudhoyono, elogió su enfoque religioso y dijo que era tranquilo y una forma adecuada de lidiar con disputas, conflictos y enfrentamientos entre sociedades y naciones.
La mayor organización musulmana de Indonesia, Nahdlatul Ulama ha sido un pilar para las organizaciones sufí o tariqas. Tiene unos 40 millones de seguidores, goza de una estrecha relación con el gobierno y se opone al extremismo islámico. En julio de 2011 organizó un encuentro internacional que reunió a más de 10.000 fieles.
El gobierno apoya el sufismo como una "alternativa al Islam radical", dijo a IPS el erudito Jalaluddin Rakhmat, profesor universitario y escritor con numerosos seguidores en la clase alta de este país.
"El islamismo político generó conflictos en las comunidades. La gente con educación, abierta a distintas corrientes de pensamiento, necesita un verdadero Islam, su dimensión interna que no solo une a los países musulmanes, sino también a la humanidad sin importar las religiones", arguyó Rakhmat.
"El Islam de Indonesia es moderado gracias al papel del sufismo", apuntó.
El resurgimiento del misticismo islámico en este país coincidió con el renacimiento del misticismo local conocido como Aliran Kebatinan, durante el mandato del presidente Suharto, cuyo régimen de 31 años terminó en 1998.
"Suharto era muy devoto del misticismo javanés. Incluso emitió un decreto reconociendo a Aliran Kebatinan como parte de la religiosidad indonesia, con el mismo estatus que otras grandes religiones del mundo", subrayó.
"La prosperidad económica de entonces, gracias al boom petrolero de los años 80, dio pie al nacimiento de un grupo de nuevos ricos que buscaban serenidad espiritual. En esa época proliferaron grupos de estudios sufís en las grandes ciudades, en especial en Yakarta", añadió.
Los sufistas "están más interesados en la purificación del propio ser que en los rituales", explicó Rakhmat.
Hace 15 años, cuando Revaldi buscaba respuestas a interrogantes sobre su propia fe, conoció al maestro sufí Shaykh Hisham Kabbani, de la orden Naqshbandi Haqqani, que estaba de visita en Indonesia.
"Fui a documentar un acontecimiento religioso en el que mi maestro habló sobre cómo nuestro ego y sentimientos ególatras desaparecen a la luz de la guía de un maestro. En el camino sufí, la gente piensa que tenemos que dejar todo, pero todo es sufismo", manifestó Revaldi.
Al igual que muchos otros sufistas, Revaldi viste como lo hacían los musulmanes en la época del profeta Mahoma, hace unos 1.300 años, y muy parecido al que usan los musulmanes radicales.
Cuando Revaldi viajó a Bali tras el atentado de 2005, los pasajeros y la tripulación se horrorizaron ante su presencia y temieron que llevara una bomba.
Pero a diferencia del Islam radical, él cree en la paciencia y no en la violencia.
"A un estudiante que quiso unirse a nuestro maestro se le pidió que limpiara todas las hojas de los árboles del jardín, solo para dominar la paciencia", contó a esta agencia Ibu Yati, una mujer de la misma orden de Revaldi.
"Nuestro maestro enseña compasión y comprensión, en cambio los fundamentalistas juzgan a las personas", apuntó Yati, graduada en políticas públicas, quien durante años fue funcionaria del Estado.
"El Islam en Indonesia es muy lindo, hay muchas vertientes y es muy tolerante", señaló Mustafa Daood, vocalista líder de Debu, una banda sufí que canta poesía mística y cuyos miembros, la mayoría familiares, emigraron a este país desde Estados Unidos en 1999.
Debu, que quiere decir "polvo" en indonesio, interpreta las canciones del patriarca de la familia, el maestro sufí Shaykh Fattaah, quien estando en Estados Unidos tuvo una visión de traer a toda su familia.
En la residencia familiar de Cinere, una localidad al sur de Yakarta, Fattah compone temas místicos en nueve lenguas, entre ellas el indonesio. Su trabajo, al igual que el del famoso poeta y místico iraní Jalaludin Rumi, habla de amor, compasión y de unidad de toda la creación.