Se avecinan tiempos difíciles para zonas liberadas de Siria

Un integrante del Ejército Libre de Siria en la entrada de Sarmeen. Crédito: Shelly Kittleson/IPS.
Un integrante del Ejército Libre de Siria en la entrada de Sarmeen. Crédito: Shelly Kittleson/IPS.

Con unas 40.000 personas muertas en Siria y unas 400.000 refugiadas en países vecinos, la escasez de fondos para atender a la población civil en zonas controladas por la insurgencia amenaza con socavar los esfuerzos para mantener la cohesión social así como abiertas las pocas líneas de comunicación.

Varios jóvenes activistas sirios van de Estambul a las ciudades bajo control del Ejército Libre de Siria (ELS) para crear consejos de administración locales, presurosos para ofrecer servicios esenciales a la población civil antes de que llegue el invierno en medio de falta de electricidad, un menguante acceso a las necesidades básicas y el continuo bombardeo de áreas civiles.

Los grupos se coordinan con personal médico y miembros del ELS en áreas fronterizas y mantienen contactos regulares con embajadas, donantes y poblaciones locales.

Abdullah Labwani, el sobrino de 27 años del conocido disidente y médico Kamal Labwani, trabaja con la organización Consejos de Administración Civil (CAC), con sede en Estambul.

En la "otra vida", como se refiere a antes de la revuelta, fue arquitecto y profesor en la Universidad de Damasco.
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Desde Estambul mantiene contacto con rebeldes que están en Siria mientras trata de convencer a representantes diplomáticos occidentales de enviar fondos para cubrir las necesidades médicas, de comunicaciones y de alimentos.

IPS viajó con Labwani a Sarmeen, en la noroccidental provincia siria de Idlib, a principios de noviembre. Antes del conflicto tenía más de 20.000 habitantes, pero varios miles huyeron por la permanente violencia en la zona.

En marzo de este año, unas 318 casas, 87 comercios y numerosos depósitos, farmacias y mezquitas fueron destruidos en ataques de las fuerzas gubernamentales.

La organización Human Rights Watch (HRW), con sede en Nueva York, informó que el régimen sirio asesinó a por lo menos 95 civiles, muchos en ejecuciones sumarias, en la ofensiva perpetrada en el este y sur de esta provincia.

Tres hermanos de la familia Hajj Hussein, de Sarmeen, fueron sacados a la fuerza de su casa con las manos atadas, asesinados y quemados frente a su madre como "lección" para los habitantes de este pueblo.

Sarmeen está bajo control del ELS desde fines de marzo, pero suelen escucharse bombardeos no muy lejos de aquí. En los días en que IPS permaneció en el pueblo, varios helicópteros sobrevolaron la zona numerosas veces.

El régimen sirio ha lanzado varios barriles explosivos y municiones de racimo sobre numerosas ciudades en esta provincia.

La población local emplea linternas, velas, lámparas de aceite y generadores, y con suerte tiene una o dos horas de electricidad al día, que es cuando la gente se apresura frente a la televisión para escuchar las noticias y recargar las baterías de los celulares.

En la primera noche en que IPS estuvo en el pueblo hubo una reunión de los miembros de la comunidad elegidos para integrar el consejo en el subsuelo de un edificio y con el ruido de fondo de los generadores.

Los 20 o 25 hombres se mostraron entusiastas frente a la posibilidad presentada por Labwani de que algunos pudieran ser enviados a Estambul a realizar cursos de capacitación si la CAC lograba reunir fondos. Cuando la concentración comenzó a menguar se sirvieron bebidas cola turcas y té azucarado.

Algunos hombres vestían la tradicional kufiyya roja, y un imán y un médico llevaban largas túnicas, pero la mayoría de los jóvenes veinteañeros usaban jeans, y los mayores pantalón de tela y camisa.

Las expresiones más rudas y curtidas de quienes usaban "walkie- talkie" indicaban quiénes estaban más involucrados con el ELS.

El principal elemento de discordia fue si los combatientes rebeldes podían ser incluidos en esas iniciativas y cuál era su papel en la administración civil, pues las embajadas dispuestas a colaborar pretenden que haya una clara distinción entre las iniciativas de ayuda a la población civil y la asistencia militar.

Los comandantes del ELS creen que tienen derecho a ocupar puestos de autoridad en la administración del pueblo.

En los días siguientes, IPS visitó la localidad de Ta’um, no lejos de la base militar de Taftanaz. De los 7.000 habitantes que tenía antes del conflicto, quedan menos de 2.000.

Casi solo miembros del ELS decidieron quedarse en ese poblado lleno de escombros, restos de dispositivos que explotaron y otros que no y unos pocos gatos callejeros. La localidad sigue sufriendo bombardeos diarios al igual que los entre 60 y 200 pueblos en Siria.

Combatientes del ELS están convencidos de que con más armas podrán necesitar menos "cantidades de alimentos y otro tipo de asistencia", como dijo uno de ellos, Abu Yassir, a IPS.

Dadas las consecuencias negativas del flujo de armas a actores no estatales en las últimas décadas, es poco probable que las naciones occidentales entreguen cantidades sustanciales de armamento en forma directa al ELS a menos que la Coalición Nacional Siria sea reconocida como gobierno en exilio y hasta que se considere que el ELS forma parte de su estructura de comando.

La Coalición Nacional Siria fue fundada en Doha, capital de Qatar, el 11 de noviembre en reemplazo del Consejo Nacional Sirio, y desde entonces ha sido reconocida como el "único representante legítimo" del pueblo sirio por el Consejo de Cooperación de los Estados Árabes del Golfo, Francia, Turquía y Gran Bretaña.

Habrá que ver si los combatientes están dispuestos a ceder el control a quienes no participan de la lucha armada.

Pero salvo los comandantes, los combatientes del ELS con quienes conversó IPS esperan otra cosa del futuro: volver a sus estudios, abrir un negocio o integrarse a la academia militar para "recibir un verdadero entrenamiento", como dijo el exestudiante universitario Abu Yahia.

Mientras, los consejos de administración civil parecen ser la única forma de mantener a las comunidades organizadas, asegurar que los fondos del exterior se destinen a servicios esenciales y crear un canal estructurado de comunicación y coordinación entre quienes están dentro de las zonas de combates y quienes están fuera.

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