Científicos argentinos coinciden en que se registra una recuperación de la capa de ozono, protectora de la biósfera al filtrar la radiación solar ultravioleta, pero todavía son muy cautos como para celebrar una tendencia de solución definitiva.
"Este año fue benévolo, pero el problema no está resuelto. El agujero puede expandirse y ser récord en 2013", advirtió a IPS el jefe del Departamento de Vigilancia de la Atmósfera y Geofísica, Gerardo Carbajal.
Según el experto, cuya repartición está en la estructura del Servicio Meteorológico Nacional, "este año, el agujero fue uno de los más leves y se cerró antes de lo previsto, pero hay que esperar un tiempo para poder hablar de una tendencia".
En igual sentido se expresó la ingeniera Susana Díaz, del Centro Austral de Investigaciones Científicas (Cadic), quien explicó a IPS que "en los últimos años se observa una leve disminución del déficit de masa de ozono dentro del llamado agujero".
Díaz integra el estatal Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y dirige el Laboratorio de Ozono y Radiación Ultravioleta en el Cadic, en Ushuaia, capital de la provincia de Tierra del Fuego, la más austral del país.
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En ese lugar se hace la medición de filtraciones de rayos ultravioletas sobre la ciudad para registrar el impacto de las radiaciones durante la temporada de expansión del hueco en la estratosfera, que va de septiembre a mediados de este mes.
El ozono es un gas ubicado en la estratósfera, a una distancia de entre 15 y 35 kilómetros de la superficie terrestre, que protege la biósfera al filtrar rayos ultravioletas dañinos para la salud humana, la flora y la fauna.
La exposición a altos niveles de estos rayos puede favorecer una mayor incidencia de cáncer de piel y problemas oftalmológicos sobre la población de áreas afectadas, como es el caso del sur de Argentina y de Chile.
"Este año, la temporada del agujero duró mucho menos que en otros, y solo lo tuvimos dos días sobre Ushuaia", remarcó el biólogo Guillermo Deferrari.
"Hubo temporadas en que lo tuvimos 10 días y que la afectación se sintió también más al norte, en la Patagonia", explicó el científico, que es operador de equipos de medición de radiación ultravioleta sobre Ushuaia en el Cadic.
La extensión del hueco es variable. Hubo años en que llegó a unos 30 millones de kilómetros cuadrados, pero en las últimas semanas abarcó 22 millones de kilómetros cuadrados, una superficie superior a la del territorio de América del Sur.
Según el consenso científico, el adelgazamiento de esta capa sobre la Antártida responde en forma primordial al consumo de clorofluorocarbonos (CFCs), un químico utilizado en la producción de aerosoles y refrigeradores.
Ante la evidencia confirmada en los años 70, los países firmaron el Convenio de Viena para la Protección de la Capa de Ozono y luego, en 1987, el Protocolo de Montreal, el convenio que reúne a todos los miembros de la Organización de las Naciones Unidas y que fijó un cronograma para la reducción y eliminación de los clorofluorocarbonos.
A 25 años de la aprobación de aquel instrumento jurídico internacional, la industria ya sustituyó el CFC por hidrofluorocarbono (HFC) que, si bien no daña la capa de ozono, es igualmente un gas de efecto invernadero y contribuye al recalentamiento terrestre.
Por otro parte, hay todavía otras sustancias que destruyen el ozono y que no fueron reemplazadas, como el bromuro de metilo, un plaguicida utilizado en la horticultura cuya eliminación completa se prevé en el Protocolo solo para 2015.
Deferrari señaló que "los niveles están estabilizados ahora y no se observa un aumento de la destrucción de la capa". El experto coincidió con sus colegas al advertir que la mejora no es una tendencia y que el año próximo el hueco puede volver a crecer, porque depende también de condiciones meteorológicas en la Antártida. Sin embargo, es claro que "se observa una recuperación", admitió.
Las observaciones confirman las afirmaciones del último informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y de la Organización Meteorológica Mundial, publicado en 2010.
El estudio, titulado "Evaluación científica del agotamiento de la capa de ozono-2010", concluyó que la eliminación de CFC estaba "dando resultado" y que el hueco no estaba creciendo, lo cual es una señal de recuperación.
De todos modos, Deferrari aclaró que "los niveles de radiación que teníamos en 1980 aún no han vuelto" debido a que los químicos que destruyen el ozono tardan 10 años en llegar a la estratosfera, y luego la capa tiene un tiempo para recuperarse.
Para una recuperación total en el ozono estratosférico sobre la Antártida harán falta todavía entre 40 y 60 años más, pronostican los diversos estudios. Pero la menor extensión del agujero es una noticia halagüeña.