Los alimentos genéticamente modificados aparecieron por primera vez en los comercios de Estados Unidos en 1994. Desde entonces, su consumo se ha vuelto habitual. Pero como el fenómeno es tan reciente, los efectos a largo plazo de su ingesta son todavía inciertos.
Una amplia gama de temas en torno a los transgénicos preocupan a Estados Unidos, incluyendo su consumo excesivo, las débiles leyes sobre etiquetado y la falta de estudios a largo plazo sobre sus efectos en la salud y respecto de cuál debe ser la intervención del gobierno.
Sobre estos aspectos dialogó con IPS la científica Renee Sharp, directora para el occidental estado estadounidense de California del independiente Environmental Working Group y autora del estudio "Americans Eat Their Weight in Genetically Engineered Food" ("Los estadounidenses comen su peso en comida genéticamente manipulada").
En la investigación, el Environmental Working Group analizó información del Departamento de Agricultura y concluyó que cada estadounidense come unos 87 kilogramos de alimentos genéticamente modificados al año.
Por comparación, el adulto típico en Estados Unidos pesa 81 kilogramos.
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IPS: Ahora que el informe ha sido divulgado, ¿qué espera que haga el gobierno?
RENE SHARP: Los estadounidenses comen su peso cada año en productos genéticamente modificados. Los cálculos de Environmental Working Group muestran que, en promedio, las personas ingieren al año unos 87 kilogramos estimados de comida transgénica. Sin embargo, el adulto típico pesa 81 kilogramos.
Estas cifras nos llevan a hacer la pregunta: si uno pretende comer su peso en determinados alimentos, ¿no quisiera asegurarse de que lo que consume es seguro?
Sorprendentemente, casi no se han realizado estudios a largo plazo sobre el consumo de alimentos genéticamente modificados.
Queremos ver que el gobierno realice esos estudios, y que permita a científicos independientes tener el poder para hacer lo mismo, poder que no tienen ahora porque las empresas que hacen las semillas transgénicas deciden cuáles son los estudios que se pueden hacer.
Entonces, ¿qué pueden hacer los consumidores mientras tanto? No mucho, a menos que exijan el etiquetado de los transgénicos. Al menos allí los consumidores sabrán si su alimento contiene o no ingredientes manipulados y podrán decidir por ellos mismos si eso es lo que quieren para ellos y sus familias.
El derecho básico a saber será más importante en el futuro, ya que se espera que el consumo de alimentos transgénicos crezca sustancialmente.
Estamos instando a los californianos a que voten Sí a la Propuesta 37: la Iniciativa para el Etiquetado Obligatorio de los Alimentos Genéticamente Modificados. De esa forma pueden decidir si quieren comprarlos o no.
IPS: ¿Por qué Estados Unidos está tan rezagado respecto del resto del mundo sobre el tema del etiquetado? ¿Y qué acciones deben hacer el gobierno y los líderes políticos para cambiar esto?
RS: Monsanto, Dow y otras compañías que fabrican y venden semillas transgénicas tienen un increíble poder e influencia sobre el gobierno de Estados Unidos.
El gobierno y los políticos deben escuchar a los millones de ciudadanos que han pedido que se etiqueten los alimentos genéticamente modificados y que se le dé al pueblo el derecho saber qué están comiendo.
IPS: ¿Por qué la industria de los alimentos transgénicos emergió tan rápidamente en la última década?
RS: Los fabricantes de semillas modificadas genéticamente han hecho muchas promesas falsas: alimentar al mundo, disminuir el uso de pesticidas y salvar el dinero de los agricultores, pero no han hecho nada de esto.
La cantidad de alimentos no ha aumentado, el uso de pesticidas incrementó y los pequeños productores se están arruinando, mientras crecen enormes "súper malezas" que hacen imposibles las prácticas agrícolas tradicionales.
Como no hay obligatoriedad de hacer estudios, las semillas ingresaron relativamente rápido al mercado.
IPS: ¿Podría brevemente hablar sobre la Propuesta 37 en California, que será votada en noviembre? ¿Qué significará para el resto del país si es aprobada?
RS: Significará que las personas en California tendrán el derecho a saber qué hay en sus alimentos y podrán elegir si quieren darles a sus familias comida que tiene ingredientes genéticamente modificados.
Si la Propuesta 37 es aprobada, ayudará al resto del país, porque California representa alrededor de 12 por ciento del mercado de alimentos en Estados Unidos y es poco probable que las compañías creen una etiqueta para California y otra diferente para el resto del país.