No hay reanimación para el corazón de Haití

El esqueleto de un edificio se yergue sobre peatones, vehículos y vendedores ambulantes en el Jean-Jacques Dessalines Boulevard. Crédito: HGWEvens Louis
El esqueleto de un edificio se yergue sobre peatones, vehículos y vendedores ambulantes en el Jean-Jacques Dessalines Boulevard. Crédito: HGWEvens Louis

Aunque finalmente se anuló un decreto del gobierno que durante casi dos años bloqueó la reconstrucción del centro de Puerto Príncipe, aún abundan las dudas y las frustraciones sobre las perspectivas de recuperación de la capital económica, cultural y política de Haití.

Todo indica que, en vez de centrarse en las cruciales obras de infraestructura, el gobierno está más interesado en reconstruir las sedes de sus ministerios.

Si bien en los últimos dos años y medio hubo reuniones, coloquios, estudios y declaraciones sobre el tema, una recorrida por el centro de la ciudad muestra que, aparte de la remoción de algunos escombros, la reconstrucción ha sido poca.

Solo se erigió un edificio significativo. El resto es un caos de ruinas, escombros, por lo menos cuatro maizales y un montículo de basura que envenena el aire. No hay señales de que se esté trabajando en los sistemas de saneamiento, drenaje o electricidad. Y la falta de presencia policial permite que ladrones actúen en la otrora crucial área comercial de la capital.

Muchas de las grandes empresas se mudaron a los suburbios, dejando la calle principal a vendedores informales que ocupan la acera y media calzada. Otros comerciantes se muestran desesperanzados.
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«Puerto Príncipe nunca será como hace 25 años», dijo a Haiti Grassroots Watch (HGW) un comerciante de unos 50 años sentado en su local de venta de electrodomésticos, casi vacío, en la Rue des Miracles (calle de los milagros).

«Nada ocurrirá», agregó este hombre quien, como la mayoría de los otros 15 mercaderes consultados por HGW, accedió a hablar solo a condición de que no se mencionara su nombre.

Pero el gobierno asegura que se están concretando avances.

«El centro fue y volverá a ser el corazón económico del país. Será incluso mejor de lo que fue. Tenemos que terminar los estudios. Venimos trabajando muy seriamente, sin parar», se jactó Michel Présumé, de la gubernamental Unidad para la Reconstrucción de Viviendas y Edificios Públicos (UCLBP, por sus siglas en francés) en una entrevista divulgada el 19 de junio.

Un inútil decreto «de utilidad pública»

El terremoto del 12 de enero de 2010 fue uno de los mayores desastres urbanos de la era moderna. Además de unos 200.000 muertos, causó «costos de reconstrucción urgente estimados en 11.500 millones de dólares, destruyó alrededor de 80 por ciento de Puerto Príncipe y varios poblados y aldeas cercanas, y derribó las sedes de las tres ramas del gobierno, junto con 15 delos 17 ministerios, 45 por ciento de las comisarías y varios tribunales», señaló el Grupo Internacional de Crisis, organización con sede en Bruselas especializada en el análisis de conflictos, en un informe del 31 de marzo de ese año.

El 2 de septiembre de 2010, un decreto gubernamental estableció que unas 200 hectáreas de tierras del centro eran «de utilidad pública», bloqueando todo esfuerzo de reconstrucción.

«Toda construcción, creación de calles, división de lotes, o cualquier otra explotación de la tierra, incluida cualquier transacción de bienes raíces, están y permanecerán prohibidas para toda el área definida en el Artículo 1», reza el Artículo 2 del decreto.

Michelle Mourra, integrante fundadora de SOS Centre-ville, una organización de empresarios y dueños de propiedades del centro de la ciudad, dijo que el decreto era «un golpe terrible».

«Probablemente sea el sector privado el que sufrió peores pérdidas materiales que cualquier otro el 12 de enero de 2010», escribió en un correo electrónico enviado el 16 de julio de este año a HGW.

Ese decreto «fue un retroceso aún peor, porque durante dos años tuvimos que mirar, impotentes, mientras el centro era saqueado y destruido», agregó.

Pese al cambio de gobierno que se produjo en mayo de 2011, el decreto no fue anulado sino hasta un año después. Pero cancelarlo no fue el único obstáculo. Como era de esperarse, un desafío clave ha sido planear cómo reconstruir la capital devastada. Se han presentado propuestas -una de Gran Bretaña, otra del propio Haití-, pero hasta ahora ningún enfoque definitivo.

El Ministerio de Planificación y Cooperación Externa, junto con ONU-Habitat, celebró reuniones en julio de 2010, y el foro «Vil nou vle a» (La ciudad que queremos) en noviembre de 2011.

«Es bueno que haya un debate en torno a ciertas ideas, pero hay un momento en que uno debe decir: ‘Bien, ahora hagamos una síntesis de todo esto, tomemos lo mejor del príncipe Carlos (de Gales, heredero al trono de Gran Bretaña), lo mejor de (la firma de arquitectos Grupo) Trame, lo mejor de los otros, definamos el plan y avancemos», dijo Jean-Christophe Adrian, ex titular de ONU-Habitat.

La crucial infraestructura

Algo en lo que todos los planes y todos los actores parecen coincidir es en la importancia de la infraestructura.

En su presentación ante el foro de Vil nou vle a, la firma canadiense Daniel Arbour & Associés (también conocida como IBI/DAA Group) señaló que sería clave «la provisión de agua potable, energía, acceso peatonal y vehicular, servicios de saneamiento y alcantarillado, (y) acceso a telecomunicaciones y conexiones de Internet».

Adrian estuvo de acuerdo en que «lo primero es mejorar la infraestructura».

«No se puede reconstruir si las calles no están repavimentadas, si no hay sistema de derenaje, agua, electricidad. Se necesitan calles, sistemas de saneamiento y electricidad. Eso es lo que tiene que ocurrir primero», dijo.

El gobierno haitiano también parece coincidir, por lo menos en las entrevistas.

«Debemos crear condiciones para que el sector privado se sienta cómodo, protegido y acompañado, para que pueda asumir los riesgos», planteó Présumé.

«El gobierno desempeñará un importante rol catalizador. Los primeros pasos sin duda serán dados por el gobierno haitiano», agregó.

Pero en vez de iniciar las enormes labores de infraestructura necesarias, el gobierno inauguró en los últimos tiempos las obras de tres ministerios, a un costo de 35 millones de dólares.

¿Sector privado por su cuenta?

Aunque sin duda el gobierno tiene otros documentos y otras fuentes de financiamiento, Présumé -quien supervisa la reedificación de las sedes oficiales- fue claro en que el gobierno no podría ocuparse de toda la reconstrucción.

«Las autoridades realmente tienen la voluntad de hacer cosas», dijo, pero agregó que «un país no puede desarrollarse sin un sector privado dinámico».

«El sector privado debe acompañar» al gobierno, enfatizó.

Para SOS Centre-ville, la reconstrucción es un «konbit» (esfuerzo tradicional haitiano de trabajo colectivo).

«La reconstrucción del centro, y del resto de Puerto Príncipe, es una tarea enorme. El gobierno no puede hacerla solo. Todos estamos involucrados. Ha llegado el momento de que todos colaboremos», escribió Mourra a HGW en su correo electrónico del 16 de julio.

Pero hasta ahora, es el sector privado el que se encuentra «solo». Y entrevistas realizadas por HGW descubrieron incertidumbre y frustraciones.

Si el gobierno «tuviera voluntad, ya habría empezado. ¡Todavía hay lugares donde ni siquiera se despejaron los escombros! Todo el dinero está en la cima, no baja. En otras palabras, los pobres no tienen un gobierno», dijo una mujer que posee un comercio mayorista de gaseosas, mientras la peinaban en un pequeño salón de belleza.

«A todo el mundo le gustan las cosas hermosas», agregó otra mujer, que trabaja en un pequeño comercio de venta de aparatos de aire acondicionado.

«Incluso en Puerto Rico o en la República Dominicana, todo parece por lo menos un poco lindo. A una realmente le gustaría que su país se viera como todos los demás. Pero aquí solo se trata de ‘sálvate a ti mismo’… Solo creeré en (la reconstrucción) cuando la vea», dijo.

* Haiti Grassroots Watch es una asociación de AlterPresse, la Sociedad de Animación y Comunicación Social (SAKS), la Red de Mujeres de Radios Comunitarias (REFRAKA), radios comunitarias y estudiantes del Laboratorio de Periodismo de la Universidad del Estado de Haití.

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