Mediante un proyecto conjunto de las autoridades de energía y de agricultura, Argentina busca aumentar la generación de electricidad a partir de residuos de la industria forestal y de otras producciones rurales, con un enorme potencial, según expertos.
El programa Probiomasa, lanzado este año, prevé llevar la oferta energética proveniente de la quema de desperdicios orgánicos de 3,5 por ciento de la matriz energética actual a 10 por ciento en 2015.
"El objetivo es aumentar la participación de la biomasa en la generación de electricidad mediante una plataforma para proyectos privados que necesiten promoción", explicó Miguel Almada, responsable del Área de Agroenergía del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca.
"Muchos proyectos ya están encaminados o se están negociando las tarifas", indicó el funcionario a IPS.
La idea es ahorrar recursos económicos que hoy se destinan a importar combustibles de origen fósil para hacer funcionar las centrales térmicas, así como ayudar a mejorar las condiciones de vida en áreas rurales aisladas y disminuir la contaminación.
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La energía que proviene de la biomasa libera menos emisiones de gases de efecto invernadero, causantes del recalentamiento del planeta, que los hidrocarburos. Pero, además, el uso eficiente de esos residuos contribuye a preservar el suelo y el agua.
Claudia Peirano, dirigente de la Asociación Forestal Argentina, indicó a IPS que para esa industria "ya está resultando clave" el aprovechamiento de la biomasa para producir energía destinada al uso propio y a vender el excedente.
La empresa maderera Alto Paraná o la papelera Papel Misionero, ambas radicadas en la nororiental provincia de Misiones, tienen plantas propias de generación eléctrica en base a serrín proveniente de la materia prima que utilizan a partir de plantaciones, indicó a modo de ejemplo.
"El excedente sirve para abastecer las calderas de hoteles (situados junto a las Cataratas del Iguazú) para calefacción y para la climatización de las piscinas", dijo. Y también hay un aporte al Sistema Interconectado Nacional de electricidad, abundó.
Peirano aclaró que esa misma madera triturada podría usarse para producir celulosa o papel, que tienen mayor valor agregado que la generación de biomasa, pero las inversiones requeridas son mayores y tardarían más tiempo en madurar, explicitó.
Según un informe realizado con apoyo de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Argentina tiene potencial para generar la mitad de la oferta de energía total del país a partir de la quema de estos residuos.
El diagnóstico realizado por la FAO y otros organismos gubernamentales y técnicos de Argentina consistió en un mapa de los recursos biomásicos que produce cada provincia con sus respectivos residuos para determinar el potencial disponible.
La investigación utilizó una metodología que permitió identificar, cuantificar y localizar la producción y el consumo de biomasa en todo el territorio.
Las conclusiones del Análisis del Balance de Energía Derivada de Biomasa en Argentina indican que la producción es hoy "significativamente más elevada" que la estimada por fuentes oficiales y que el país tiene, además de lo que ya se utiliza, "un enorme potencial de biomasa disponible".
Los autores del trabajo indican que se podría pasar de las 7,9 millones de toneladas que se producen actualmente a 148 millones de toneladas, según el análisis. La provincia con más recursos es Misiones, pero hay otras, añaden.
En base a distintos residuos según el caso, serían fuertes productoras las norteñas provincias de Santiago del Estero, Tucumán, Salta, Chaco y Formosa, junto a la central La Pampa y Tierra del Fuego, en el extremo sur del país.
La biomasa es el material de origen biológico que se utiliza para producir energía.
Pero, a diferencia de los biocombustibles, que se fabrican a partir de determinados cultivos energéticos, la biomasa se conforma con residuos de otras actividades.
Esos desperdicios provienen de la industria forestal, la actividad vitivinícola, los molinos de arroz, las plantaciones de caña, de yerba mate, los ingenios azucareros, la industria algodonera, aceitera, la del maní y los frutales, entre otras opciones.
La FAO considera que, pese a su potencial, la biomasa fue hasta ahora la Cenicienta de las fuentes de energía, sin visibilidad política ni reconocimiento en la planificación del desarrollo de muchos países como Argentina.
El organismo, que publicó su estudio en 2009 por pedido del gobierno argentino como paso previo al lanzamiento oficial del programa Probiomasa, sostiene que el uso de estos recursos no es solo una alternativa ambiental.
Además de minimizar la contribución al recalentamiento global, esta energía promueve el desarrollo rural, agrega valor a la producción agropecuaria, permite el crecimiento de economías regionales y crea empleos de calidad en el campo.
En diálogo con IPS, el ingeniero Jorge Hilbert, coordinador del Programa Nacional de Bioenergía del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), explicó que, con el programa Probiomasa, el gobierno busca avanzar en este desarrollo.
"El trabajo de la FAO (en el que Hilbert colaboró) muestra la productividad y cantidad de residuos que generan la agroindustria y la industria forestal a nivel nacional, pero ahora se trabaja en forma más precisa en cada provincia y en las comunas", indicó.
De todos modos, el experto advirtió que una cosa es la potencialidad y otra la viabilidad económica. "El recurso está disponible, pero si el precio que se paga por esta energía es menor al de producirla entonces no es viable", subrayó.
El tema de la definición de las tarifas es central y fue señalado también por los otros entrevistados. "Si los precios no son los adecuados no se ve el negocio", alertó Hilbert.
No obstante, confió en que este debate se salde ahora que el programa depende no solo del Ministerio de Agricultura sino también de la cartera de Planificación Federal, que contiene el área de energía y define las tarifas.