Los restos de la devastada escuela primaria de Arahama, en el municipio japonés de Sendai, enseñaron un par de lecciones a su director, Takao Kawamura, en los meses que siguieron a la tragedia causada por el fuerte terremoto y el consiguiente tsunami que el 11 de marzo de 2011 azotó el noreste del país.
"La primera es que sobrevivimos a la horrible tragedia sencillamente porque estábamos preparados para el desastre y la otra es el importante desafío que afrontamos ahora", explicó Kawamura.
"Tenemos el compromiso de prepararnos mejor para el próximo desastre, aprendiendo de los errores de aquel día fatídico", subrayó el docente a un grupo de especialistas en desarrollo que visitaron la zona esta semana en el marco de la reunión conjunta de gobernadores del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, que se realiza del martes 9 a este domingo 14 en Tokio.
En las reuniones anuales de FMI y del Banco Mundial participan directores de bancos centrales, ministros de Economía o de Hacienda y Desarrollo, ejecutivos de corporaciones privadas y académicos para debatir sobre distintos temas de actualidad como las perspectivas económicas mundiales, la erradicación de la pobreza, el desarrollo económico y la eficacia de la ayuda.
Kawamura compartió sus ideas con los visitantes desde el techo de la abandonada escuela, donde entonces aterrizó el helicóptero de rescate mientras él ordenaba al equipo de maestros proteger la vida de las niñas y niños atrapados tras el tsunami con olas de 10 metros que destruyó el resto del edificio.
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Experiencias como la de la comunidad de Kawamura muestran la necesidad de que el gobierno de Japón y el Banco Mundial coloquen la gestión del riesgo de desastres en la agenda de desarrollo en Sendai, capital de la provincia de Miyagi.
La visita de los especialistas internacionales forma parte del "Diálogo de Sendai", en el que representantes de organismos multilaterales de crédito, de gobiernos nacionales y locales, del sector privado y de la sociedad civil se reunieron dos días a intercambiar ideas sobre cómo fortalecer el compromiso internacional para mitigar el impacto de desastres en el mundo.
El diálogo también subrayó el interés puesto en la prevención y gestión de desastres en las reuniones del FMI y el Banco Mundial.
"Aprendimos muchas lecciones del desastre, que se reflejan en el papel del gobierno de la ciudad en la preparación de desastres", dijo la alcaldesa de Sendai, Emiko Okuyama, en su discurso de apertura del diálogo.
"Sobre la base de una política de mitigación, asumimos un enfoque integral que incluye la implementación de múltiples salvaguardas y la creación de una nueva política ambiental con medidas energéticas", añadió.
En Sendai, con 1,6 millones de habitantes y puerta de entrada al noreste de Japón, murieron 891 personas en el terremoto. No es menor, pero la cantidad de víctimas se redujo considerablemente gracias a los estrictos códigos de construcción para resistir sismos.
Por cierto, las historias de los sobrevivientes responden a la necesidad de construir resiliencia a escala comunitaria, regional y oficial.
Kawamara explicó que Arahama, una vasta llanura salpicada por 1.600 viviendas a 15 kilómetros de Sendai, tiene uno de los mejores programas de preparación de desastres. Por eso ninguno de los estudiantes murió en la escuela, añadió.
Tras el terremoto y tsunami, los niños no entraron en pánico porque los simulacros de rescate se habían realizado regularmente en la escuela. Uno de ellos, incluso, incluyó acopio de suministros.
De hecho, pocos días del 11 de marzo de 2011, Kawamara decidió que los suministros que estaban en el gimnasio de la planta baja se colocaran en zonas altas, y eso evitó que se los llevara el tsunami.