Pocos meses después del terremoto de enero de 2010, que dejó unos 200.000 haitianos muertos y 1,3 millones de desplazados, el proyecto Building Back Better Communities (BBBC) obtuvo luz verde de la Comisión Interina para la Reconstrucción de Haití (IHRC).
Esta estaba liderada por el expresidente estadounidense Bill Clinton (1993-2001) y por el entonces primer ministro haitiano, Jean Max Bellerive (2009-2011).
El proyecto consistía en una exposición de unas 60 casas modelo para la reconstrucción posterior al terremoto, y la creación de una «Comunidad Ejemplar» para 150 familias, planeada para erigirse sobre tierra otrora destinada a la agricultura en las afueras de Puerto Príncipe.
En total, el BBBC costó alrededor de dos millones de dólares procedentes del financiamiento para la «reconstrucción». La mayor parte se destinó a la «Exposición de Viviendas», que apenas fue visitada y cuyas casas modelo actualmente están vacías. Por otra parte, la Comunidad Ejemplar nunca se construyó.
Otros dos millones fueron gastados por las firmas de arquitectos y constructores que esperaban obtener valiosos contratos con el gobierno y organizaciones no gubernamentales, y también apostaban a que sus casas fueran seleccionadas para la Comunidad Ejemplar.
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Hasta hoy, una larga lista de organizadores del BBBC consideran que el proyecto es «significativo», «una buena idea» y «un éxito». Entre ellos, el urbanista Arcindo Santos, del Banco Interamericano de Desarrollo, que gastó 1,2 millones de dólares preparando el sitio de la Expo, y el ex ministro de Turismo haitiano Patrick Delatour, quien coordinó la muestra.
Y para ellos, lo fue. Cada persona y agencia cumplió con su parte del proyecto, asistiendo a conferencias, redactando informes, inaugurando eventos. Y la mayoría de ellas, y de sus empleados, recibieron su paga.
Pero nadie llevó adelante los proyectos, y nadie parece molestarse por ellos ahora. Las 67 viviendas modelo que el gobierno había prometido para albergar a familias víctimas del terremoto, 14 meses después, están vacías.
En su entrevista con Haiti Grassroots Watch (HGW), incluso uno de los creadores del proyecto, el arquitecto y exfuncionario del gobierno haitiano Leslie Voltaire, admitió que la Expo fue «una farsa».
Aunque destacó que el informe producido por la Universidad de Harvard y el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) para la Comunidad Ejemplar era un documento «excelente», reconoció que tal vez su plan tuvo defectos desde el principio.
«¿Quién iba a comprar esas casas?», se preguntó.
«La Cruz Roja tiene dinero para hacer viviendas. World Vision y Usaid (la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional) también. ¿Tal vez la Unión Europea, etcétera? Ellos son quienes deberían haber venido a la Expo. Pero los que tienen el dinero, ¿dónde están? Ellos ya tienen en sus cabezas su propio (modelo) de vivienda», planteó.
Actualmente, nadie parece hacerse cargo, sostuvo Voltaire. Ni la agencia estatal de vivienda ni la oficina de reconstrucción de vivienda ni el Ministerio de Turismo.
«Clinton y (el presidente haitiano, Michel) Martelly están implicados en esto», dijo.
«Ellos lo inauguraron. Ellos son quienes deberían tenerlo entre manos. Martelly no puede simplemente desecharlo de esa manera. Y Clinton tampoco. Y ellos tienen que escribirles a las firmas que pusieron los prototipos allí», agregó.
Pero Voltaire también está implicado, según un documento del Ministerio de Turismo. En marzo de 2011, lo pusieron a cargo del «manejo y seguimiento de la Comunidad Ejemplar».
HGW realizó su propio seguimiento, contactándose con siete de las firmas, radicadas en Haití y en Estados Unidos. Solo una estaba construyendo casas, y había obtenido ese contrato antes de que se iniciara la Expo. Todos estaban consternados con el resultado del proyecto.
«Fue dinero malgastado, sin respeto por los constructores. Nosotros invertimos alrededor de 25.000 dólares. Esperábamos vender esas casas», dijo en entrevista telefónica Gabriel Rosenberg, de la firma haitiana GR Construction.
Jim Dooley, del nororiental estado estadounidense de New Hampshire, dijo que decidió participar porque «quería ayudar». Él y sus socios formaron el consorcio «Ti Kay» (Pequeña Casa, en lengua creole), e invirtieron unos 68.000 dólares, relató a HGW.
«Hasta ahora no hemos vendido ni una sola» casa, señaló.
«Nos dijeron que el modelo terminaría convirtiéndose en un refugio protector y en el hogar de una familia necesitada», dijo.
«Solo podemos esperar que ese sea el futuro para esta pequeña edificación. Sin duda la diseñamos y la construimos con esa prioridad en la mente», agregó.
Actualmente, Ti Kay está herméticamente cerrada, y vacía, mientras se estima que 369.000 víctimas todavía viven en campamentos donde reina la miseria.
La empresaria haitiana Winifred Jean Galván dijo que ella y sus socios mexicanos en Pamacon S.A. gastaron 27.000 dólares, parte de ellos en aranceles aduaneros.
«Pagamos alrededor de 30 por ciento», señaló, aunque la casa de 20.000 dólares fue un obsequio para el gobierno.
Galván y Pamacon participaron en el proyecto porque querían «brindarle una casa decente a la población» y ganarse la vida haciéndolo, explicó.
Ahora, la pequeña casa anaranjada está deshabitada. La pintura se está descascarando y una pared está agrietada.
«Se llevaron nuestro dinero, se llevaron nuestras casas, sin ningún respeto por nosotros», dijo la empresaria de 58 años.
«Pensamos que llamarían, por lo menos para decir si elegían o no nuestra casa (para la Comunidad Ejemplar). Ni siquiera un gracias, ni un adiós. Nada», expresó.
HGW consultó al gobierno haitiano sobre cuáles eran los planes para las casas de la Expo.
«Vamos a vender algunas y a alquilar otras», dijo Clement Belizaire, de la oficina estatal de reconstrucción de vivienda.
«Algunas de ellas tendrán servicios estatales» instalados, y «todas esas casas se usarán», añadió.
Pero actualmente, solo una está ocupada por una agencia pública. El modelo construido por la firma haitiana Secosa ahora es sede de una comisaría.
* Nota: La mayor parte de las entrevistas para este artículo se realizaron a comienzos de 2012.
Haiti Grassroots Watch es una asociación de AlterPresse, la Sociedad de Animación y Comunicación Social (SAKS), la Red de Mujeres de Radios Comunitarias (REFRAKA), radios comunitarias y estudiantes del Laboratorio de Periodismo de la Universidad del Estado de Haití.