Sandra Ribalta ya no se conforma con unir cada día a más personas en la tarea de reverdecer el barrio de Las Cañas, en el municipio del Cerro de la capital cubana. En su quehacer, busca crear conciencia de que «el cambio climático es la causa fundamental para reforestar».
"La gente siembra plantas solo por una cuestión estética, para tener un entorno más bonito. El estado crítico del ambiente pide a gritos ayuda", dijo a IPS la coordinadora del proyecto Ando Reforestando. Esta iniciativa autogestionada persigue también servir de complemento en el espacio urbano a los planes nacionales de reforestación.
Hace casi tres años, esta maestra poco común empezó a esparcir semillas en los parterres de la manzana colindante con la suya. "Algunos vecinos me preguntaban si me había mudado para el barrio contiguo, otros, que si estaba loca", recordó. Pero hoy tiene un plan a cumplir como parte de su contrato con la Unidad Provincial de Áreas Verdes.
Esa entidad estatal apoya a Ando Reforestando con posturas e implementos, junto al Grupo de Trabajo Estatal para el Saneamiento y Conservación de la Bahía de la Habana, la Asociación Cubana de Técnicos Agrícolas y Forestales y el Taller de Transformación Integral del barrio contiguo del Canal.
La azotea de Ribalta sirve de vivero para vomiteles, cerezos, naranjos, moringas y amarantos, entre otros, muy adecuados para dar sombra y purificar el aire de la ciudad sin riesgos de que sus raíces levanten la acera. "Ese temor frena a muchas personas a las que les gustaría tener un árbol en su parterre o en el patio", detalló.
[related_articles]
"Por eso es importante sensibilizar y tener información sobre otras alternativas para reforestar la ciudad", continuó Ribalta, quien apuesta al uso de árboles de pequeño tamaño como muchos frutales y las plantas ornamentales y medicinales. Del vivero de Áreas Verdes solo escoge variedades de ese tipo para sus acciones.
Esa institución pública se centra más en el cuidado y repoblación vegetal de grandes áreas, como avenidas y parques. A fines del año pasado, 27,3 por ciento de la superficie del archipiélago cubano estaba cubierta de árboles, un indicador que se ha mantenido en aumento desde 1999, según la Oficina Nacional de Estadísticas e Información.
La Habana, de 72.800 hectáreas de superficie, solo tiene una cobertura boscosa de 11,5 por ciento. "Las necesidades en ese sentido de las comunidades deben satisfacerlas las propias personas. Hay que promover la movilización ciudadana", propuso la activista, que ha propiciado la siembra de casi un centenar de plantas.
Según estudios internacionales, una acción clave de los países para mitigar los efectos del recalentamiento global radica en incrementar la cobertura boscosa de sus territorios. Por esa razón, las autoridades cubanas persiguen a través del Programa Nacional Forestal, de carácter estatal, elevar para 2015 el índice de boscosidad a 29,3 por ciento.
La ciudad constituye todavía un espacio con potencialidades sin explotar cuando se habla de reforestación, apuntó Ribalta, elegida delegada ante la Asamblea Municipal del Poder Popular en los comicios del 21 de este mes.
"Vemos parterres cementados, otros solo con tierra. También encontramos grandes patios sin sembrar", lamentó.
"Este trabajo lleva sensibilización", amplió. "Cuando sembramos, consultamos e implicamos a las personas de la vivienda. Ponerles una planta en su entorno equivale a darles una mascota en adopción", explicó.
La activista agregó que "la voluntad de sembrar existe". Lo demuestra el hecho de que "mucha gente va a mi casa pidiendo consejo sobre qué hacer y posturas", indicó.
Por ello, el grupo gestor de Ando Reforestando, conformado por una docena de personas, no cesa en la búsqueda de un local para realizar talleres y charlas educativas sobre temáticas como la permacultura, un método para crear ambientes sostenibles. Para Ribalta, mejora la calidad de vida cuando se engalanan azoteas, balcones y terrazas con plantas en tiestos.
Si bien no sabe el porqué, José Luis Fraga necesita de "mucho verde" a su alrededor. "Aquí se respira mejor ahora y el ambiente es más fresco que en la calle", aseguró a IPS el también integrante de Ando Reforestando, mientras mostraba la amplia jardinera con toda suerte de variedades ornamentales que escoltan el pasillo hacia la entrada de su casa.
Alcibíades Pupo, en el mismo vecindario de Fraga, cuida todos los jardines comunes sin recibir pago alguno por esa labor de beneficio colectivo. "Las plantas y los árboles regalan vida y frescura. Son necesarios para este clima tropical, que se ha hecho más difícil y caluroso en los últimos tiempos", comparó este obrero de 68 años.
La percepción de Pupo se corresponde con los resultados de estudios nacionales. Según el informe de Cuba a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible o Río+20, la temperatura media anual de la isla aumentó cerca de 0.9 grados desde mediados del siglo XX y puede ascender entre 1,6 y 2.5 grados para 2100.
Además, este vecino amante de la naturaleza conoció por Ando Reforestando que un parterre con árboles disminuye la entrada de polvo hacia las casas y permite que no se escape la tierra durante las frecuentes inundaciones de la zona. Sin embargo, contó a IPS que "los niños maltratan las matas". "Eso a veces me desanima", expresó.
Por esa razón, el proyecto agrupa a unos 50 adultos y más de 100 niños, niñas, adolescentes y jóvenes. Para ese segmento poblacional, Ribalta imparte un taller educativo cada semana en las escuelas locales que la acogen. "Cuando se les habla sobre cambio climático y cuidado ambiental, los y las niñas suelen responder enseguida", aseguró
Una de ellas, Lorena Portela dijo a IPS: "Los árboles son los pulmones de nuestra ciudad". Fundadora del proyecto, esta niña de 11 años está orgullosa de haber plantado, junto a una compañera, dos arbustos en el patio común edificio donde viven. Otra colega, Diana Venus Rodríguez, ha sembrado 15 plantas a sus nueve años, "para que el aire sea más puro".