Venezuela elige presidente este domingo 7, entre el actual mandatario Hugo Chávez y el opositor Henrique Capriles, colocando de nuevo en juego no solo la cabeza de un gobierno, sino todo el modo de vida de su sociedad.
"Solo he echado las bases del socialismo, quiero construir el edificio", planteó Chávez en las últimas presentaciones de una campaña en la que se empleó moderadamente en comparación con anteriores justas electorales, lo que se atribuyó a la convalecencia de la afección cancerígena que se le detectó en junio de 2011.
"Queremos una Venezuela productiva, generadora de empleo, donde la inversión privada sea pilar del progreso", expuso Capriles como núcleo de su programa, al cabo de una maratónica campaña en la cual recorrió e hizo mítines en 300 pueblos y ciudades, algunas de ellas visitadas varias veces.
"Volveré a votar por Chávez porque nunca habíamos tenido un presidente que se ocupara tanto de la igualdad de oportunidades y de los pobres. Las misiones, de salud, de alimentos baratos y de educación para todos, están seguras con él y en peligro si gana el otro", dijo a IPS la maestra Cecilia Rivas, de 43 años, residente de Catia, oeste caraqueño.
En cambio, Luis Merchán, pequeño comerciante de 34 años en el este capitalino, señaló a IPS que "esta es la oportunidad de quitarnos de encima a este señor que quiere mandar de por vida, hablando y hablando por televisión, y hacer lo que le da la gana con la vida de la gente y con sus propiedades, así sean pequeñitas".
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Desde que Chávez fue elegido por primera vez, en diciembre de 1998, la mayoría de las 15 consultas electorales de la polarizada Venezuela se han planteado como opción dicotómica entre el modelo socializante del mandatario y una democracia liberal que, ahora por primera vez, tiene posibilidades de victoria.
Chávez adelantó desde los inicios de su segunda Presidencia, en 2007, una intensa campaña de estatizaciones y expropiaciones a más de 1.000 empresas y otras propiedades, implantó rigurosos controles sobre la economía y los medios de comunicación, despojó de atribuciones a los poderes regionales y municipales y multiplicó la presencia del Estado y del gobierno central en la vida cotidiana.
Capriles ofrece descentralizar el poder, entregar atribuciones y recursos a las regiones, desmontar progresivamente los controles, despartidizar la acción del Estado, sostener e impulsar la iniciativa empresarial privada y devolver medios de comunicación a sus propietarios originales.
Chávez se presenta a la cabeza del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela y de grupos aliados, entre ellos el Partido Comunista, y Capriles como abanderado de una coalición de unos 30 partidos y movimientos, incluidos los más tradicionales, el socialdemócrata Acción Democrática y el socialcristiano Copei.
También compiten, aunque sin opción de alcanzar siquiera uno por ciento de los votos, el obrero Orlando Chirino, del Partido Socialismo y Libertad, la educadora Reina Sequera, de Poder Laboral, el ingeniero Luis Reyes, de Organización Renovadora Auténtica, de confesión evangélica, y la pequeña empresaria María Bolívar, independiente.
Hay 18,9 millones de ciudadanos mayores de 18 años inscritos en el padrón electoral, convocados para acudir a 39.000 mesas de voto, custodiadas por más de 120.000 militares. Encuestadores y analistas creen que la participación puede alcanzar e incluso superar el 75 por ciento, lo que equivale a más de 14 millones de personas, en una jornada de 10 horas hábiles.
El sistema de votación y de escrutinio es totalmente automatizado, según la ley. El elector sufraga seleccionando en una boleta electrónica el recuadro con los colores del partido e imagen del candidato de su preferencia, y confirma luego esa opción en una máquina que encripta su voto hasta el momento del escrutinio.
El Consejo Nacional Electoral, órgano independiente según la Constitución de 1999, aunque cuatro de sus cinco rectores provienen de filas del oficialismo, prohibió a los medios de comunicación divulgar resultados extraoficiales hasta tanto emita su primer boletín con resultados.
Y ese boletín solo se entregará cuando los datos muestren una tendencia irreversible, dijo la presidenta del Consejo, Tibisay Lucena, lo que puede traducirse en una larga noche a la espera de resultados, entre domingo y lunes.
Durante meses, la mayoría de las encuestas efectuadas por una docena de firmas dieron ventaja a Chávez, en algunos casos hasta con 20 y más puntos porcentuales de diferencia sobre Capriles, pero las líneas se acercaron al avanzar la campaña.
El presidente basó su campaña en movilizar la fuerza popular que ha sido base de su poderío, mediante grandes concentraciones en las principales ciudades; sumó apariciones en radio y televisión a las que encadenó con frecuencia para tratar en público asuntos de gobierno e hizo intenso uso de vallas y afiches en calles y muros.
Capriles se dedicó a visitar varias plazas cada día, con énfasis en poblaciones de provincia que tradicionalmente apoyaron a Chávez, pero que el presidente obvió en esta campaña, y esos contactos se fueron haciendo cada vez más multitudinarios.
Como Chávez ha mantenido sus fortalezas y se muestra con salud recuperada, un grupo de analistas y encuestadores ofreció tres posibles escenarios: contundente victoria del mandatario, triunfo suyo pero ajustado, o una victoria ajustada de Capriles.
Otro grupo, tras observar la movilidad y el ascenso de Capriles en calles y encuestas, propone como escenarios una victoria ajustada de uno de los dos candidatos, o una "avalancha", basada en intención de voto oculta, que favorecería al opositor.
Al captar los sentimientos de sus compatriotas, los humoristas han dicho, en las horas previas a los comicios, que el tesoro más cuidado por los venezolanos en estos días es la cédula, el documento de identidad necesario para sufragar.
