Yumiko Yonekura, sobreviviente del terremoto y del tsunami que devastaron el año pasado la nororiental ciudad japonesa de Tohoku, lanzó Hot Care Kesenuma, una compañía que brinda atención especial a adultos mayores.
"La idea de comenzar con mi propia compañía surgió cuando me encontraba en el centro de evacuación, luego del desastre. La gente empezó a ayudarse entre sí para sobrevivir, y esto me estimuló a colaborar con la devastada comunidad", contó a IPS.
Yonekura, de 52 años, ahora vive en Kesenuma, donde hubo 1.300 muertos y desaparecidos luego del terremoto y tsunami del 11 de marzo de 2011. Ese día, olas de hasta 30 metros de alto dieron contra los poblados y las aldeas de la costa de la prefectura de Miyagi, unos 200 kilómetros al noreste de Tokio.
Las prefecturas de Miyagi, Iwate, Fukushima, Akita, Aomori y Yamagata conforman la región de Tohoku, la más afectada por el desastre natural y la consecuente crisis en la central nuclear de Fukushima Daiichi.
La economía de Tohoku ya estaba deteriorada antes de la catástrofe, lo que causó una constante emigración de su población más joven y educada a las ciudades, dejando atrás a adultos mayores dedicados a la pesca y a la agricultura.
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Yonekura necesitó armarse de coraje para iniciar su compañía y ganarse el respeto de los hombres en esta zona donde impera la cultura patriarcal y en la que el promedio de edad es de 65 años.
Yuko Kusano, de la red Jo-Net, que apoya a mujeres sobrevivientes del desastre, dijo que el caso de Yonekura es un ejemplo de que las catástrofes como la de Fukushima pueden potenciar a las mujeres.
"La pérdida de familiares, empleos y hogares llevó a las mujeres de Tohoku a repensar sus roles tradicionales, que las reducían a esposas y madres", dijo Kusano, quien brindó el apoyo inicial a Yonekura.
Ahora las mujeres se enfrentan al desafío de tener ingresos estables.
Expertos indican que la mayoría de los trabajos disponibles para ellas son de tiempo parcial, por ejemplo en proyectos de reconstrucción o como oficinistas.
Grupos de mujeres señalan que las más jóvenes, frente a la falta de empleos, se ven obligadas a trasladarse a las grandes ciudades, donde terminan en la industria del sexo.
"La estabilidad en una sociedad luego de un desastre puede alcanzarse solo con una planificación cuidadosa. La educación, el desarrollo de capacidades y, sobre todo, la provisión de espacios para las mujeres, es la forma de alcanzar una recuperación", dijo Hiromi Narita, experta en temas de género.
"Vemos un creciente número de mujeres solteras de las áreas del desastre que se suman a nuestras clases con la intención de encontrar nuevos empleos o asegurarse los que ya tienen", añadió Narita, quien organiza seminarios sobre computación y negocios en Miyagi.
Pero además de los empleos, las sobrevivientes necesitan urgente apoyo emocional luego del sufrimiento y la ansiedad que han atravesado.
Registros médicos de Tohoku muestran un incremento en las enfermedades cardiacas, la hipertensión y la depresión, debido a la incapacidad de las sobrevivientes a ajustarse a sus nuevas vidas en los centros de evacuación.
Las mujeres constituyen la mitad de las 350.000 personas desplazadas por el desastre.
Rei Yamaya, consejera del Centro de Mujeres de Morioka, señaló que las autoridades ignoraban el problema del trauma sufrido por las sobrevivientes.
"En la conservadora sociedad de Tohoku, las mujeres rara vez hablan de la depresión o de solicitar ayuda, por temor a parecer malas esposas o madres incompetentes", indicó.
El grupo de Yamaya abrió cafés para mujeres con el objetivo de crear espacios donde pudieran hablar sin temor a la discriminación. "Mientras comen algo sabroso con sus hijos, pueden romper el silencio de su sufrimiento", explicó.
El centro se sostiene con financiamiento internacional, lo que denota la falta de apoyo del gobierno a los programas de ayuda emocional a las víctimas del desastre.
Las autoridades se limitan a exonerar impuestos o crear otros incentivos para atraer inversiones en Tohoku.
Además de brindar asistencia médica a adultos mayores, Yonekura prevé también dar servicios de apoyo emocional, dadas las urgentes necesidades de su comunidad.
"Básicamente, las mujeres están comenzando de cero, pues saben que no pueden regresar a sus antiguas vidas. Tenemos que trabajar juntas para aprender a aceptar que un desastre puede ser un cambio para mejor", afirmó.