Huertas senegalesas expuestas al virus de la especulación

La especulación comercial amenaza el buen desempeño productivo de miles de campesinos senegaleses que cultivan frutas y verduras en los Niayes, una franja de tierra fértil que se extiende a lo largo de la costa occidental del país.

"Este año vendimos 100 toneladas de mangos tanto al mercado interno como al externo", dijo Ibrahima Mbengue, presidente de la Federación de Cultivadores de Vegetales en los Niayes (FPMN), vigilando a los jóvenes trabajadores que pesaban decenas de canastos cargados de ese fruto.

La FPMN, creada en 1994, tiene ahora 2.250 miembros que el año pasado cultivaron 6.000 hectáreas en la zona, una franja de lagos y pantanos, los "niayes" que dan nombre a la región.

"Los agricultores de los Niayes están haciendo mucho dinero, miles de millones" de francos CFA, dijo Abdoulaye Barry, un periodista radicado en Dakar y especializado en agricultura.

"Hay muchos extranjeros, especialmente de Guinea, que trabajan en los cultivos de aquí. La población ha construido viviendas permanentes con los ingresos que obtiene gracias a las verduras", agregó.
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La producción de la región pasó de 78.000 toneladas en 2009 a 261.000 en 2011, según cifras del Instituto Nacional de Estadísticas Demográficas publicadas en agosto en el periódico estatal Le Soleil.

Este aumento es consecuencia de la expansión del área de cultivo, que pasó de unas 5.000 hectáreas en 2009 a 8.700 en 2011, informó el Instituto.

Según estimaciones de esa entidad, el ingreso total de los cultivadores es de 430 millones de dólares. Las 750.000 toneladas de frutas y verduras producidas aquí en 2011 representaron más de 40 por ciento del total del país.

Cebollas, tomates y coles fueron los cultivos más importantes, y en conjunto representaron dos tercios del volumen producido.

A pesar de este fuerte aumento, Mbengue se quejó de la falta de apoyo gubernamental en materia técnica. Año tras año, la producción crece pero los agricultores no logran competir en el mercado internacional, dijo.

"La producción de los huertos excede en gran medida la demanda interna, y el producto es perecedero. A veces, algunos productores venden a pérdida, dado que no han accedido al mercado internacional", declaró a IPS.

Barry coincidió, señalando que estos cultivadores "no están en posición de competir en el mercado internacional".

"Las cadenas de valor no están bien organizadas. Es escasa la organización del transporte, el embalaje y el mercadeo de lo producido", dijo.

Según Sidy Guèye, coordinador de FPMN en el distrito rural de Sangalkam, "a menudo hay una excesiva oferta en el mercado interno, lo que perjudica los precios".

Las cebollas, por ejemplo, se venden a veces a precios irrisorios, a 20 o 35 centavos el kilogramo, mientras que en otros tiempos el precio podía llegar a incluso 80 centavos en el mercado local, dijo Madiagne Dièye, un comerciante de Dakar.

Los productores cosechan tres o cuatro cultivos cada año, principalmente trabajando en predios familiares de hasta cinco hectáreas, mientras que algunas asociaciones de agricultores tienen operaciones que cubren varios cientos de hectáreas, según Guèye.

"Desde el punto de vista financiero, a la gente le va bien aquí. En otras partes del país, las personas viven en condiciones precarias", dijo a IPS, refiriéndose al valor de cultivar verduras en Sangalkam.

"En los Niayes, entre 90 y 95 por ciento de los agricultores heredaron su tierra. Otros adquirieron la suya gracias a la buena voluntad de las autoridades agrarias competentes", señaló Guèye.

La horticultura es tan importante para la economía senegalesa que el gobierno la ha integrado a su estrategia de crecimiento acelerado de la agricultura y las agroindustrias, un plan multianual que implementa junto con el sector privado.

Pero al estar tan cerca de la capital, la región de los Niayes es objeto de una intensa especulación agraria. Los poderosos "compran tierras a los productores, sin usarlas", dijo Woré Gana Seck, de la organización no gubernamental Green Senegal.

Es necesario mantener el activismo contra esta forma de apropiación de tierras, declaró a IPS.

Barry cree que el gobierno debería reservar los Niayes exclusivamente a los horticultores, y designar para el desarrollo residencial otro espacio en áreas menos adecuadas para cultivar.

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