El primer ministro de San Cristóbal y Nieves, Denzil Douglas, recuerda cuán tranquila y pacífica era esta federación de dos islas durante sus primeras cuatro décadas de vida.
Pero desde hace 10 años, este país, al igual que el resto del Caribe, sufre eventos climáticos extremos.
"Cuando era pequeño no sabía nada de huracanes, pero en la última década, San Cristóbal y Nieves sintió su ira como nunca antes", señaló Douglas, quien hace 17 años ocupa la jefatura de gobierno.
Pero las tormentas que azotan a San Cristóbal y Nieves no son exclusivas de estas islas, indicó.
"Es difícil olvidar la brutalidad de (los huracanes) Iván y Emily" en Granada en 2004 y 2005, pese a que esa isla era considerada entonces "muy segura, ubicada más al sur de nuestro archipiélago", dijo Douglas a IPS.
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En julio de 2005, el huracán Emily dejó una estela de destrucción en Granada, cuando todavía ese país se estaba recuperando de la devastación del año anterior.
Los habitantes de esta región sufren ramificaciones problemáticas y polifacéticas del recalentamiento planetario, dijo Douglas a los participantes de un seminario dedicado al tema, realizado a principios de este mes.
Douglas tiene una gran responsabilidad en cuestiones ambientales y de cambio climático en la Organización de Estados del Caribe Oriental (OECS, por sus siglas en inglés)
La organización está compuesta por siete miembros (Antigua y Barbuda, Dominica, Granada, Montserrat, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas) y dos asociados (Anguila y las Islas Vírgenes Británicas).
"Más que nunca nos vemos enfrentados a la amenaza de frecuentes y severas sequías, huracanes, disminución del número de peces y muchas otras amenazas que reflejan claramente la naturaleza de nuestra propia existencia insular", señaló Douglas.
Involucrando a la comunidad
Michael Taylor, de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), coincidió con Douglas en la necesidad de tomar medidas urgentes.
Pero sostuvo que, si bien la participación del gobierno es clave en términos de sostenibilidad, el involucramiento de la comunidad es aún más importante para su continuidad.
"La capacitación de organizaciones de la sociedad civil y no gubernamentales es fundamental para la creación de conciencia general a fin de garantizar la efectiva resistencia de las comunidades y su adaptación al cambio climático", indicó.
"Si la población local no comprende bien los asuntos y no está preparada para comprometerse a participar en forma activa, el éxito está en peligro", añadió.
Usaid patrocinó el año pasado un taller similar en Santa Lucía que examinó los impactos climáticos en la gestión de recursos hídricos. Tras el encuentro comenzaron a implementarse iniciativas nacionales en varios países caribeños.
San Cristóbal y Nieves es un ejemplo con la creación de un plan maestro para el sector hídrico, pero también la cosecha de agua en San Vicente y la distribución del líquido vital desalinizado por ósmosis inversa a los hogares de la isla granadina de Bequia.
Astonia Browne, comisionada de San Cristóbal y Nieves en la OECS, dijo a IPS que, como le sucede a la mayoría de los pequeños estados insulares en desarrollo, los desafíos de los países miembros del grupo están signados por su reducida extensión territorial, sus pequeñas economías abiertas, la limitada infraestructura y la alta vulnerabilidad a los desastres naturales.
Estos países deben encontrar su propia forma de hacer frente a los desafíos, ante la carencia de fondos externos.
La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático identifica al Caribe como una de las regiones más vulnerables, que será amenazada por las consecuencias del cambio climático en los próximos 30 a 40 años.
La región tendrá que lidiar con el aumento de la temperatura, las tormentas tropicales, las tierras bajas costeras y humedales anegados, así como el incremento del nivel del mar, entre otros.
"No podemos esperar que el mundo industrializado determine si sobrevivimos al cambio climático o no. Cada uno de nosotros debemos hacer lo que está en nuestro poder y actuar hacia la reducción de nuestras vulnerabilidades y construir capacidad de resistencia", indicó Browne.
También se mostró preocupada de que los recursos naturales estén degradándose por prácticas como un desarrollo mal planificado, el crecimiento de población, la contaminación, la explotación de recursos, entre otros. A menos que esto sea controlado, los países no podrán soportar el impacto del cambio climático.
Perderán la capacidad de "suministrar servicios y funciones vitales al desarrollo sostenible de nuestras pequeñas economías insulares", alertó.
Preservando el turismo
Los participantes del seminario de dos días "Cambio Climático y nuestra costa: Explorando posibilidades, encontrando soluciones" también analizaron el impacto del recalentamiento planetario en el importante sector turístico, así como las políticas para hacer frente a estos desafíos.
Douglas señaló que las consecuencias del cambio climático eran "obvias y catastróficas para el turismo". También dijo que la única forma de que la región pueda lidiar con las consecuencias de este fenómeno es que la adaptación se integre a los distintos sectores de la economía.
"El turismo se verá particularmente afectado por el cambio climático. Con el aumento de la temperatura oceánica, muchos arrecifes de coral se blanquearán", lo que perjudicará "el interés por el buceo y significará una pérdida significativa de ingresos", explicó.
"Se ha dicho que el cambio climático es una gran amenaza para las pequeñas naciones insulares", indicó Douglas. El fenómeno "exacerba todas las otras amenazas y obstáculos que enfrentamos", concluyó.