El mexicano Sergio Guerrero se marchó en 2006 a Estados Unidos sin los documentos requeridos y regresó en 2010 profesando otra fe religiosa. «Era católico y allá conocí a muchos evangélicos, y así renací en Cristo», relató a IPS este hombre con 31 años y tres hijos.
La historia de Guerrero, quien trabajó de jardinero en la oriental ciudad estadounidense de Charlotte, muestra cómo la emigración reconfigura, junto a otros factores, el mapa religioso de México, donde casi 83,9 millones de sus 112 millones de habitantes se declaran católicos y 10,9 millones son seguidores de otras ramas del cristianismo u otros credos, según el censo de 2010.
"Es un fenómeno muy común. La razón es que en Estados Unidos hay muchas iglesias que apoyan a los inmigrantes con comida y trabajo. Muchas personas que se van, buscan a sus paisanos y muchos de ellos ya son cristianos", explicó a IPS el pastor Elías Betanzos, del Centro de Alabanza y Proclamación (CAP), asentado en el sureño estado mexicano de Oaxaca.
"Cuando regresan, le hablan a su familia y la invitan a la iglesia", resumió el líder del CAP, quien dice contar con unos 6.000 seguidores y que forma parte del Consejo Oaxaqueño de Unidad Evangélica, surgido en 2010 y que declara aglutinar 1.200 organizaciones con una feligresía de 109.000 personas.
Cada año, unos 500.000 mexicanos se trasladan sin documentos al vecino país del norte, en el que viven unos 18 millones de personas de origen mexicano, de las cuales más de seis millones carecen de papeles para residir, según la Oficina del Censo de Estados Unidos.
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Territorios como Chiapas, Oaxaca y Guerrero son fuertes expulsores de nacionales y, al mismo tiempo, registran el crecimiento de otras denominaciones religiosas.
Por ejemplo, en Oaxaca viven 3,8 millones de personas, 380.000 de las cuales forman parte de alguna de las 2.000 iglesias evangélicas asentadas en ese estado, según el Consejo.
En el Registro Federal de Asociaciones Religiosas de la Secretaría (ministerio) de Gobernación (interior) figuran 7.653 instituciones, 3.202 de las cuales son católicas y 4.295 evangélicas. El resto son protestantes, pentecostales, anglicanas y mormonas, entre otras.
"México es uno de los países en los que en fecha reciente se ha producido un cambo religioso. Se incorpora tarde a ese proceso pese a los esfuerzos misioneros de las iglesias cristianas evangélicas", analizó para IPS el experto en la materia Alberto Hernández, del estatal Colegio de la Frontera Norte.
"Lo que vemos es un proceso múltiple con razones diversas, como la urbanización. Se aceleró más en el sur del país. En Chiapas, el cambio religioso tiene mucho que ver con las migraciones", indicó.
El catolicismo se ha debilitado en México. El Anuario Estadístico de esta iglesia muestra una caída en la cantidad de bautizos y de matrimonios consagrados entre 1980 y 2008.
La feligresía católica ha retrocedido especialmente en las fronteras norte y sur del país, en algunos lugares de modo más lento y en otros más rápido, como atestiguan investigaciones como las emprendidas por Hernández.
Pero el cambio no ha sido inmune a los conflictos, con un caudal de desplazados y heridos. Desde 2006 se han registrado más de 200 agresiones a evangélicos en estados como Michoacán, Hidalgo, Guerrero, Oaxaca y Chiapas, según agrupaciones de esa denominación.
"Al principio fue difícil, porque mi familia no estaba muy contenta. Pero luego lo fue aceptando", aseguró Guerrero, quien asiste a una iglesia evangélica en el municipio de Jilotzingo, en el estado de México, vecino al distrito de la capital del país.
El caso de Chiapas, un territorio predominantemente indígena y uno de los más empobrecidos del país, se yergue como el más serio. En ese estado fronterizo con Guatemala, las primeras expulsiones por cuestiones religiosas datan de la década del 70.
En un estudio de 2008 titulado "Los derechos religiosos desde la perspectiva de los derechos humanos", de Erasmo Sáenz, profesor de la estatal Universidad Autónoma Metropolitana, cifra en 50.000 la cantidad de personas desplazadas, en una confrontación que aún está lejos de resolverse.
El expediente chiapaneco puede ser un buen precedente para tomar medidas y evitar una pugna abierta en otros sitios.
"No es una situación similar, pero puede llegar a ese nivel. Si no se atienden los problemas ahora, si el gobierno no interviene poniendo orden para que se respeten los derechos constitucionales de los cristianos, en unos años puede haber mucha violencia", alertó Betanzos.
En Oaxaca prevalecen al menos 13 conflictos religiosos, por lo cual funciona una Dirección de Asuntos Religiosos que ha formado mesas de diálogo en los sitios más problemáticos. Esos casos se refieren a las tensiones existentes tras la implantación evangélica.
Además, las variaciones de fe han generado muestras de intolerancia, sin que las instituciones de gobierno hayan podido involucrarse de lleno para frenar esas expresiones.
La Encuesta Nacional de Discriminación de 2010, elaborada por el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación y el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la estatal Universidad Nacional Autónoma de México, indica que uno de cada 10 católicos considera que los evangélicos o protestantes deben ser trasladados a otras comunidades.
Paralelamente, tres de cada 10 personas que pertenecen a alguna minoría religiosa declaran que su principal problema es el rechazo y la falta de aceptación.
Desde 2003 rige la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación, aplicable a situaciones de intolerancia frente a credos diferentes.
"En cada estado el conflicto esconde otros factores e intereses y se expresa en la parte religiosa. El conflicto ha empezado a aparecer en otros estados", destacó Hernández.
El especialista forma parte de un grupo de 12 investigadores en el proyecto "Mudar de credo en contextos migratorios", iniciado en 2010 y que está por concluir, que analiza el cambio religioso y la movilidad en el estado de Morelos, vecino a la capital mexicana.