Muchos habitantes de barrios pobres y de campamentos semipermanentes de la capital haitiana dependen de sus huertos domésticos para alimentarse sanamente.
La mayoría de las casas son muy pequeñas, y hace demasiado calor para cocinar en su interior. Por eso, las comidas se preparan afuera, entre cultivos de verduras de estación y árboles frutales, que también brindan una sombra muy necesaria.
Justo antes de la temporada lluviosa, se planta maíz en predios vacíos cercanos a las viviendas o en pequeños espacios próximos a los campamentos. Cuando el grano está maduro, se come o se vende en el mercado, donde se cocina a las brasas y se degusta como un tentempié.
Dwitche Savin, quien posee un pequeño huerto de maíz en las afueras de Puerto Príncipe, reutiliza las semillas de cultivos anteriores. Hasta ahora, las genéticamente modificadas no se han infiltrado en el área de la capital, dijo a IPS.
"Nosotros no compramos las semillas para nuestro maíz. ¿Por qué pagar por algo que se puede conseguir gratis?", planteó.
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Los cultivos de Savin incluyen frijoles que están insertas entre el maíz, usando los tallos como tutores para esas plantas.
"Me gusta agregar flores en mis cultivos porque estas ayudan a mantener los insectos alejados de las plantas, aunque algunos usamos pesticidas en nuestro maíz", dijo Savin.
Una mujer en el campamento de Cannon, que alberga a casi 6.000 desplazados de sus hogares desde el devastador terremoto del 12 de enero de 2010,, cultiva maíz, tomates y pequeños bananos en un predio de uno por tres metros ubicado frente a su tienda de campaña.
Todo sirve para ayudar al presupuesto, explicó.
Sus plantas echaron raíces directamente en el suelo. Otros cultivan en grandes contenedores de plástico reciclado dispuestos alrededor del perímetro de la propiedad o sobre los muros.
Con un desempleo de 40,6 por ciento de la población económicamente activa, cultivar los propios alimentos ayuda a que las familias coman, con la esperanza de lograr un excedente que les alcance para generar algún ingreso extra.
La mayoría de los haitianos viven con dos dólares o menos por día.
Carine Savin, madre de Dwitche y residente en la misma zona, dijo a IPS: "Compartimos las plantas y los gajos, así no tenemos que salir a comprarlos".
Complementar la dieta con productos frescos también es crucial porque, incluso antes del terremoto, casi un tercio de los niños y niñas menores de cinco años padecían desnutrición crónica, y alrededor de la mitad de las muertes de pequeños de esa franja etaria eran causadas por la malnutrición, según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
En las regiones tropicales, una de las principales fuentes de alimentos es la banana verde, que puede cultivarse todo el año, con intervalos de 75 a 150 días. La banana se hierve, se rebana, se pisa, y luego se fríe y se sirve, cubierta con una salsa de carne o de pescado.
La sabiduría popular indica que las bananas verdes están llenas de nutrientes y son más sanas que "las amarillas".
"Esto te hará fuerte", dijo Carine Savin.
La banana verde no tiene grasas y sí pequeñas cantidades de proteínas y vitaminas B, además de calcio y ácido fólico. También provee de fibra y tiene una alta concentración de potasio.
Los árboles de frutos tropicales son los más fáciles de cultivar en estos climas. Los de lima se plantan junto a calles residenciales en todo Haití, y pueden usarse con fines tanto culinarios como medicinales.
Las limas son pequeñas, pero son "buenas para curarte cuando no te sientes bien, y limpian tu sistema", explicó un jardinero local.
Incluso las áreas residenciales pobres ostentan una variedad de árboles frutales: los de paltas, cocos, tres tipos diferentes de mangos, cerezas, ciruelas y granadas son apenas algunos de una larga lista.
En los alrededores de la ciudad también se cultivan uvas, pero según Dwitche Savin, la mayoría de las personas "no tienen suficiente paciencia para dejarlas madurar". Recogerlas antes de tiempo hace que se obtenga una fruta pequeña y demasiado ácida, pero de todos modos se la puede usar para hacer mermelada, agregó.
El agua es escasa, y a consecuencia los haitianos aprendieron a usarla sabiamente. Por ejemplo, cuando terminan de lavar la ropa, los platos o cocinan afuera, arrojan el agua a las plantas.
Los árboles frutales crecen naturalmente, sin necesitar mucha agua.
Cabras, pollos y cerdos circulan libremente o están atados a los bananos de las cercanías. Las cabras se comen las hojas de las bananas y otras plantas. Los pollos se encargan de pequeños residuos arrojados en el suelo y los cerdos parecen entusiasmarse con las raíces de los bananos por la humedad que las acompaña.
Cuando un transeúnte ve a un cerdo despedazando una raíz de banano, a menudo impide que lo haga. Pese a la acción de los animales, las plantas parecen prosperar.
Como la tierra es escasa, muchos haitianos erigen un gran muro alrededor de sus terrenos cuando construyen sus casas.
Carine Savin relató que a su familia le llevó 10 años terminar la construcción. "Tuvimos que pagar en efectivo cada parte. Las personas que tienen dinero pueden contratar constructores, pero de todos modos insume tiempo. Sale caro porque los precios de los materiales y de la mano de obra son elevados", dijo.
Y una de las primeras cosas que hace la gente una vez que su propiedad está amurallada, es plantar algunos árboles "para tener sombra y luego, ojalá, frutas", agregó.