Las inundaciones de este año, unas de las peores en la historia de Filipinas, destruyeron cultivos por 57 millones de dólares, impulsando a este país tan vulnerable al cambio climático a implementar medidas de reducción de riesgo de desastres.
"Solíamos programar nuestra temporada de cosecha en torno a los meses húmedos y secos. Pero ahora nunca se sabe", dijo Teresita Duque, productora arrocera de la provincia de Nueva Écija, en la región de Luzon Central, el "granero de arroz" del archipiélago.
"El cielo se oscurece de repente, y las lluvias simplemente caen", dijo a IPS esta mujer, que en su establecimiento usa variedades nativas de arroz y fertilizante ecológico, en una entrevista realizada en Manila.
Las lluvias monzónicas potenciadas por el tifón Haikui cerca de China ya habían inundado durante varios días a Luzon, la principal isla de Filipinas, cuando, a partir del 6 y 7 de este mes, cayeron las precipitaciones que debían caer durante casi dos meses sobre la zona metropolitana de Manila y en varias provincias de Luzon.
Por lo menos 95 personas perecieron en las posteriores inundaciones y deslizamientos de tierras, y casi un millón se vieron obligadas a evacuar sus hogares.
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Mientras Filipinas intenta superar años de retraso agrícola y lograr la autosuficiencia alimentaria, agricultores, organizaciones de la sociedad civil y agencias del gobierno intentan trazar estrategias que puedan mitigar los efectos de unos patrones meteorológicos enloquecidos.
Científicos del Instituto Internacional de Investigación del Arroz (IRRI, por sus siglas en inglés), con sede en Los Baños, Laguna, creen que una variedad de arroz resistente a las inundaciones y conocida como "submarino" por su capacidad de soportar dos semanas bajo el agua, puede ser una respuesta.
El año pasado, cuando los tifones Nessat y Nalgae devastaron Luzon Central, los agricultores que habían plantado "submarino" lograron cosechar incluso después de que sus huertos quedaron sumergidos durante casi una semana.
Glenn Gregorio, científico del IRRI, dijo a IPS que en el instituto se desarrollan numerosas variedades de arroz "listas para el cambio climático", y que incluyen las resistentes a las sequías.
"Cuando se habla de inundaciones en el país, a menudo se ven imágenes de áreas urbanas con automóviles flotando y personas varadas en sus azoteas, pero los agricultores son realmente los más perjudicados", dijo Gregorio a IPS en una entrevista telefónica.
La organización de agricultores Sarilaya coincide en que, aunque en Filipinas es necesario que la agricultura se adapte al cambio climático, es mejor emplear variedades nativas naturalmente resilientes, en vez de buscar híbridos desarrollados en laboratorios.
Los trabajadores de Sarilaya señalaron que las variedades híbridas dependen de costosos fertilizantes químicos que, a largo plazo, arruinan el suelo y dañan la salud de agricultores y comunidades.
"Los patrones meteorológicos extremos están volviendo al sector agrícola más vulnerable que nunca", dijo Pangging Santos, encargado de cabildeo en Sarilaya.
"Lo que antes se consideraba normal ya no lo es", agregó.
"Hay muchas variedades nativas diferentes que todavía tienen que ser probadas, pero la experiencia de nuestros agricultores muestra que, a largo plazo, las variedades nativas son más sostenibles que las híbridas", declaró Santos a IPS.
Sarilaya administra una escuela agrícola y establecimientos ecológicos modelo en Luzon del Norte, donde los cultivadores aprenden a preparar su propio fertilizante orgánico.
Allí se enseña a los agricultores a elaborar pesticidas a partir de ingredientes disponibles en el lugar, en vez de comprar costosos insecticidas basados en sustancias químicas.
Duque dijo que donde ella gastaba por lo menos 223 dólares en insumos agrícolas para una cosecha, ahora gasta menos de 16 dólares, principalmente en fertilizante y pesticidas orgánicos.
"Necesitamos cambiar nuestra mentalidad en relación a las estrategias sobre el cambio climático, y fijarnos en la sostenibilidad a largo plazo", dijo Santos.
La estrategia de Sarilaya de promover la agricultura orgánica va en línea con la visión de una "agricultura climáticamente inteligente" que promueve la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Hideki Kanamaru, de la FAO, señaló que la agricultura climáticamente inteligente tiene que ver con una sostenibilidad que aumente la productividad. Y también con la adaptación y mitigación del cambio climático, al reducir los gases de efecto invernadero derivados de la producción agrícola sin comprometer la seguridad alimentaria.
Kanamaru presentó la visión de la FAO durante un simposio realizado en febrero por el Departamento de Agricultura de Filipinas, al que asistieron políticos, científicos y profesionales de las naciones del foro de Cooperación Económica en Asia-Pacífico (APEC) y de algunas organizaciones.
La esencia del planteo de la FAO es un cuidadoso uso de los recursos naturales, como los suelos, el agua y el material genético, así como buenas prácticas que incluyen la agricultura para la conservación, el manejo integrado de las pestes, la agrosilvicultura y las dietas sostenibles.
Aunque el gobierno brinda semillas de arroz gratuitas y seguro de cultivos a los agricultores de Luzon, donde las fuertes lluvias y las inundaciones dañaron severamente las cosechas, la comisión de cambio climático del país admite que puede ser demasiado tarde para cumplir los objetivos de este año en materia de rendimientos del grano.
En 2010, Filipinas encabezó la lista de importadores de arroz cuando compró hasta 2,5 millones de toneladas de ese alimento.
Si bien los esfuerzos por lograr la autosuficiencia redujeron esa cifra a 860.000 toneladas en 2011, los planes de reducir aún más las importanciones han fracasado.
El plan nacional de acción contra el cambio climático sostiene que la sensibilidad a las fluctuaciones meteorológicas "afectará mucho la producción del país y tendrá un efecto dominó sobre nuestro objetivo de autosuficiencia para 2013".
Según el plan, por ser Filipinas un archipiélago y por su ubicación, "es uno de los más vulnerables a los impactos del cambio climático", ubicándose en el primer puesto mundial "en términos de vulnerabilidad a la ocurrencia de ciclones tropicales".
Cuando el 17 de este mes el presidente Benigno S. Aquino III aprobó la ley que crea el Fondo de Supervivencia del Pueblo, al enmendar la Ley de Cambio Climático de 2009, no fue una decisión prematura.
"Como hemos visto claramente en las últimas semanas, hay una necesidad acuciante de apoyar financieramente los esfuerzos de prevención de desastres de las unidades de gobiernos locales", dijo la senadora Loren Legarda, una de las principales impulsoras de la ley de 2009, en el lanzamiento del Fondo.
Por un valor de 23 millones de dólares anuales, el mismo financiará programas y proyectos de adaptación basados en el Marco Estratégico Nacional sobre Cambio Climático.
El Fondo también podrá alimentarse de donaciones y otro tipo de contribuciones.
"La firma de la ley significa que el presidente está comprometido a perparar mejor al país para los erráticos patrones meteorológicos y para el cambio climático", dijo Elpidio Peria, representante de Aksyon Klima, una coalición de 40 organizaciones de la sociedad civil dedicadas a este fenómeno.
Aksyon Klima divulgó este mes un manual electrónico para incluir en las políticas las técnicas de reducción de riesgos y adaptación al cambio climático, a fin de ayudar a los gobiernos locales a trazar planes para casos extremos.
* Con aportes de Art Fuentes.