«Los nuevos edificios de la capital argentina fueron hechos por paraguayos», asegura con cierto orgullo Isidro Méndez, de 60 años. Este inmigrante, que dirige una empresa constructora, es uno de los centenares de miles de extranjeros que llegaron a este país solo cargando la ilusión de un futuro mejor.
La constante recuperación económica y el consecuente aumento del empleo desde mediados de la década pasada en Argentina frenaron la expulsión de nacionales e impulsaron la inmigración desde el resto de América del Sur, especialmente de Paraguay y también de Bolivia. Si bien no es un fenómeno nuevo, sí lo es el notable incremento que adquirió en este lapso.
Un aspecto agregado y fundamental fue la facilidad para radicarse, dispuesta por el gobierno centroizquierdista del hoy fallecido Néstor Kirchner (2003-2007), antecesor del de su esposa, Cristina Fernández.
"Nosotros sabemos sufrir", resume para IPS el paraguayo Méndez, que se radicó en este país con solo 17 años. Aprendió a trabajar como obrero de la construcción primero y ahora, como patrón, tiene decenas de compatriotas a su cargo levantando viviendas individuales y edificios.
"El Impacto de las Migraciones en Argentina", un estudio presentado este mes por la OIM, indica que 77 por ciento de los extranjeros residentes en Argentina son originarios de otros países sudamericanos.
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Vienen sobre todo de los limítrofes Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay, así como de Perú. Entre 2001 y 2010, años de realización de censos, la cantidad de sudamericanos en Argentina creció de un millón a 1,4 millones, los cuales han sido "casi plenamente absorbidos por el mercado laboral", sostiene la OIM (Organización Internacional de las Migraciones).
Los datos indican que 39 por ciento de esas personas proceden de Paraguay, sumaban 325.000 en el censo de 2001 y más de 550.000 en 2010. Los varones se emplean principalmente en la construcción y las mujeres en el servicio doméstico.
"Todos los que vienen hoy de Paraguay trabajan", asegura Méndez. "A los argentinos, el polvo y la pala les da asco. Y si llueve y hay que vaciar camiones de bolsas de cemento, como me pasó hoy, seguro que harían huelga", agrega irónicamente.
El estudio de la OIM señala que entre 2003 y 2010, la construcción en Argentina tuvo un crecimiento anual de productividad de 14 por ciento.
La segunda comunidad de sudamericanos es la boliviana, que reúne a 25 por ciento de la nueva inmigración en 2010. En 2001 eran 231.000 los procedentes de ese país, mientras que en 2010 llegaron a más de 345.000 y su ocupación mayoritaria se da en la producción fruti- hortícola y en el comercio.
Numerosas familias de bolivianos arriendan tierras en los distritos de los alrededores de las ciudades para proveerlas de frutas y verduras, señala la OIM. También se ubican en la industria textil y de calzado.
Estos dos colectivos nacionales provienen principalmente de las capas más bajas de las sociedades de origen y cuentan con escaso nivel de instrucción. En el caso de los paraguayos radicados en Argentina, 59 por ciento llegaron solo con estudios primarios, mientras que 43 por ciento de los bolivianos apenas culminaron ese ciclo.
La mayoría de los paraguayos se emplean en forma precaria, sin que puedan realizar los aportes al sistema de seguro de salud y provisional. Pero acceden a servicios públicos de sanidad y educación y a transferencias de ingresos del Estado.
Entre los 1,4 millones de sudamericanos residentes en Argentina también hay 14 por ciento de chilenos, 11 por ciento de peruanos, ocho por ciento de uruguayos y tres por ciento de brasileños.
En diálogo con IPS, Juan Artola, representante regional de OIM para el Cono Sur de América, confirmó que los inmigrantes llegan a Argentina "porque hay trabajo y porque hay una legislación que les permite acceder a la residencia con relativa facilidad".
La tradicional inmigración de países limítrofes se aceleró en los años 90 a raíz de la Ley de Convertibilidad, un régimen cambiario impuesto por el gobierno de Carlos Menem (1989-1999) que mantuvo el peso (la moneda nacional) a la par del dólar por casi una década, facilitando el ahorro en la divisa.
Pero ese régimen no tenía una base sólida y terminó colapsando a fines de 2001. El peso sufrió una profunda depreciación, mientras la economía sucumbía junto al gobierno de Fernando de la Rúa (1999- 2001).
La imparable pérdida de empleos y el consecuente incremento de la pobreza, que llegó a afectar a más de 50 por ciento de los entonces 38 millones de argentinos, empujaron a decenas de miles al exterior y también a miles de inmigrantes a sus lugares de origen. Igualmente, la mayoría de los extranjeros permanecieron en el país.
Susana, quien prefirió mantener su apellido en el anonimato, contó a IPS que ella es de Perú. Llegó a Argentina "en la época de Menem". Sin papeles, trabajó en el servicio doméstico en forma precaria por varios años.
Con la crisis y la devaluación de 2002 se le hizo difícil seguir enviando dólares a Perú para la manutención de su hija. Pero logró radicarse. Sus empleadores comenzaron a hacerle aportes y en 2008 trajo a su hija a estudiar a la estatal Universidad de Buenos Aires.
En su caso, los trámites de radicación realizados a partir de la nueva legislación facilitaron mucho su estabilidad laboral y la reagrupación familiar.
Argentina derogó en 2003 una norma de la dictadura (1976- 1983) sobre la radicación de extranjeros y sancionó una nueva ley que reconoce la inmigración como un derecho humano.
La norma facilita los trámites, reconoce a los inmigrantes el derecho a acceder a servicios de salud y educación, prohíbe que se les niegue atención a quienes carezcan de radicación y elimina la obligación de los funcionarios de denunciarlos. En 2006 se lanzó además una campaña denominada Patria Grande para el acceso de extranjeros a la residencia temporaria aun sin contrato de trabajo. Solo se accedía con el documento nacional y el certificado de carencia de antecedentes penales.
"Evidentemente, aquí muchos encuentran mejores posibilidades de trabajo. Aun cuando se inserten, en principio, en forma precaria, pueden formalizarse luego si tienen los papeles de radicación", explicó Artola.
El funcionario de la OIM destacó que "ningún otro país de América del Sur recibe la proporción de inmigrantes que recibe Argentina". "Es un país que además nunca deportó, siempre fue abierto, y donde el mercado laboral creció mucho desde 2003". (IPS/IPS/mv/dm/pr hd ip dv md/ar sl la/12)